La autoestima es un concepto muy presente en el ámbito del crecimiento personal, con una multitud de recursos dedicados a enseñarnos cómo aumentarla.
¿Cuál es tu manera de entender la autoestima y cómo valorarías el nivel de autoestima que sientes hacia ti misma? En general definimos como autoestima el conjunto de creencias que tenemos sobre nuestra propia valía, y la manera concreta que tenemos de hablarnos y acompañaros en el día a día. De por sí, este concepto no es problemático, ya que su intención es ofrecernos una relación más amable con nosotras mismas, a la vez, hay ciertos mecanismos culturales y sociales que pueden interferir con este propósito. La condicionalidad de la pertenencia La pertenencia es una necesidad fundamental para todos seres humanos, ya que nuestra biología nos define como mamíferos, y por lo tanto sociales y gregarios. La construcción de nuestra identidad se desarrolla en un delicado proceso de interacciones con los miembros de nuestra "tribu", nuestro entorno social. Desde muy pequeñas, nos encontramos con toda una serie de normas y expectativas que nos guían en este proceso y nos dan referencias sobre quienes somos, lo que se espera de nosotras y lo que podemos esperar de las demás personas. Este proceso es necesario para generar cohesión y coherencia en el grupo social en el que nos encontramos, sin embargo, las sociedades occidentales tienden a generar normas bastante limitantes que acaban dificultando la percepción de pertenencia e instalando la creencia de que "para pertenecer tengo que demostrar algo". ¿Qué recuerdas de las normas y mensajes, directos o indirectos, que te llegaron a lo largo de tu infancia, sobre lo que se esperaba de ti para que pudieras pertenecer en tu entorno familiar y social? ¿Cuántas de estas normas todavía siguen teniendo un efecto sobre tu manera de percibir la pertenencia? En general, son pocas las personas que han tenido la experiencia de pertenecer, de ser aceptadas y valoradas por el mero hecho de existir. Por lo tanto, se ha creado una percepción muy arraigada de la pertenencia como algo condicional, algo que tenemos que ganar y merecer. Por supuesto, la pertenencia se asocia con el amor, el cariño y la seguridad que esperamos encontrar, en primer lugar, en nuestras familias de origen. Ahí es donde se empieza a construir nuestra identidad, y donde se ponen las bases para nuestra relación con nosotras mismas y con las demás personas. Si en nuestras primeras experiencias hemos recibido mensajes reiterados que nos han hecho cuestionar el cariño de nuestras familias, por ejemplo en relación con como se expresaban nuestras emociones, nuestras preferencias y nuestras dificultades, es bastante probable que hayamos internalizado la idea de que "no estoy bien tal y como soy" y que, por lo tanto, hayamos aprendido a considerar el cariño y la pertenencia como algo condicional, algo que solo merecemos si "lo hacemos todo bien", nos esforzamos para ser mejores personas y cumplimos con las expectativas de nuestro entorno. O, también, podemos haber respondido a este tipo de situación construyendo nuestra identidad personal alrededor de la idea de que “yo no necesito pertenecer, ya me va bien estar sola”. Aunque esta pueda parecer una postura característica de una persona independiente, a veces es el resultado de una herida, de la cual intentamos protegernos mediante la autonomía y la independencia. En este caso, ¿en qué se basa nuestra autoestima? Tal vez, justamente en reafirmar nuestra independencia y “invulnerabilidad”. ¿En qué estilo te reconoces más, el que se esfuerza para complacer y demostrar su valía, o en el que apuesta para la independencia? Querernos sin condiciones Podríamos imaginar cómo sería separar la pertenencia del aprendizaje, para acercarnos a un concepto más útil de autoestima. Si la pertenencia fuera un hecho, un supuesto de nuestra existencia, entonces nuestra valía no estaría en cuestión y no estaría vinculada a lo que hacemos y cómo lo hacemos, sino que esto sería el dominio del aprendizaje. La pertenencia sería el suelo inalterable que nos sostiene en cada paso, y el aprendizaje sería el proceso a través del cual ganamos habilidades y competencias para vivir en sociedad. Esta separación es muy útil para entender el tipo de acompañamiento que nos podemos ofrecer, especialmente en los momentos difíciles, cuando nos equivocamos o no somos capaces de alcanzar el mejor resultado. Por un lado, nos podríamos decir: "Te quiero, por el simple hecho de que existes" y, por otro lado, "Veo que necesitas ayuda en aprender (la cosa en cuestión), y voy a intentar apoyarte en ello". Si no hemos tenido este tipo de acompañamiento cuando éramos pequeñas, es posible que no sepamos ofrecernos esta voz amable y sustentadora, y nos convirtamos en nuestras mayores críticas y juezas, justo a la hora de nuestra vulnerabilidad. Desvincular el aprendizaje de la retirada de afecto es un acto que nos libera de la opresión de pensar que “en el fondo algo está mal conmigo y lo tengo que arreglar” o “da igual, nunca voy a encontrar la pertenencia, por mucho que me esfuerce”. Esto nos abre a la posibilidad de aprender por el puro placer de aprender, de hacer la vida más rica y plena, desde un lugar de seguridad interna que no es susceptible a los vientos y perturbaciones que ocurren inevitablemente cuando nos relacionamos con otras personas. Piensa en las cosas que normalmente te recriminas y juzgas de ti. Tal vez alguna cosa que te hubiera gustado hacer de otra manera, alguna limitación que tienes, alguna cosa que te cuesta o alguna vulnerabilidad. Imagina como sería mirarte con cariño, aun con todo esto. ¿Es posible? ¿O algo dentro de ti se resiste, o no sabe como hacerlo? ¿Cómo sería imaginarte una persona sabia, más grande que tú, que te dice: “Veo que te gustaría aprender a…., voy a intentar ayudarte con ello” ? A veces, esta voz, aunque sea amable, no sabe como ayudarnos, y entonces pueden entrar sentimientos de desánimo y confusión. Tal vez nos ayuda buscar referencias externas que nos puedan dar un ejemplo, o que nos puedan dar la ayuda que no sabemos darnos. No caer en la trampa de la autoestima Si no hemos diferenciado entre pertenencia y aprendizaje, puede que nuestro concepto de autoestima sea condicional y que, por lo tanto, estemos atrapadas en el bucle de intentar demostrar que somos merecedoras de amor. Entonces nuestra autoestima se convierte en el premio que obtenemos cuando hacemos las cosas bien. Y cuando no las hacemos bien, o nos castigamos, retirando nuestro propio cariño y reemplazándolo con críticas y juicios, o intentando minimizar nuestros errores para mantener una imagen de éxito. El amor incondicional no intenta maquillar nuestras limitaciones y carencias, no intenta distraernos del dolor que se genera cuando vemos que no somos capaces de hacer algo que nos gustaría hacer. El amor incondicional nos quiere independientemente de lo que conseguimos y, a la vez, nos apoya y nos guía para seguir creciendo y aprendiendo. El amor incondicional no tiene miedo de nuestros fracasos, no los esquiva, los aceptas como parte inevitable de la vida y de la imperfección humana. Poder llegar a querernos con todas nuestras limitaciones, errores y vulnerabilidades se convierte en una seguridad tan grande que nos permite no tener que defendernos frente a las críticas o quejas externas, sino recibirlas con curiosidad y claridad, teniendo claro lo que podemos aprovechar y lo que podemos dejar ir. También nos permite cierta autosuficiencia afectiva que disminuye la dependencia de recibir reconocimiento y aprobación externa. Es tal vez el regalo más grande que nos podemos hacer, convertirnos en nuestras mejores amigas y saber que nunca nos vamos a abandonar, pase lo que pase. Recuerda que tienes 5€ de descuento para el próximo seminario online "Más allá de la autoestima", el 12 de abril 2025, de 11.00 a 14.00. Toda la información aquí. Me encantará leer tus comentarios y reflexiones aquí abajo.
0 Comments
Leave a Reply. |
AuthorWrite something about yourself. No need to be fancy, just an overview. ArchivesCategories |