¿Recuerdas cuando eras niña y tenías una pelea con alguien? ¿Y como los adultos tenían la costumbre de intervenir con la frase "¡Pídele perdón!"?
Tal vez no te pasó a tí, pero seguro que lo has visto, ya que es una práctica muy común en nuestra sociedad. Muy común y muy nefasta. Así enseñamos a lxs niñxs como reducir a algo superficial y vacío uno de los procesos relacionales más complejos que tenemos los seres humanos. ¿Qué quiere decir perdonar? El perdón es un tema que sale muy a menudo dentro de un proceso terapéutico. Normalmente en relación a los padres o alguna persona significativa para nuestro desarrollo y seguridad emocional. Sin embargo, parece que hay cierta confusión incluso en definir el significado de esta palabra. Tal vez sea porque utilizamos un sustantivo para algo que, en realidad, es un verbo. No creo que exista el perdón como un hecho en sí, más bien hay un proceso relacional que tiene que ver con la reparación y la aceptación. "Perdón" es una palabra que se queda muy corta. No recoge la variedad de matices y etapas en el proceso que puede resultar en la reparación de una ruptura o, por lo menos, en la aceptación de que la ruptura ocurrió. Me imagino que la mayor parte de personas tenemos una idea de que el perdón tiene que ver con aquel estado en el cual lo que pasó ya no nos remueve tanto, y podemos seguir con nuestra vida sin sentirnos agobiadxs. A veces incluimos en esta definición la reparación de la relación en la cual ocurrió el daño, imaginando poder seguir con ella de una manera armoniosa. El perdón es un proceso relacional Muchas veces tenemos la idea de que el perdón es algo que una persona otorga a la otra, una especie de sentencia positiva, como si una persona fuera jueza y absolviera a la otra de la condena. Esta idea es el fruto de nuestra cultura tan obsesionada con la culpa, el castigo y el juicio. Así que inevitablemente lo de "pedir perdón" nos coloca en un lugar de inferioridad, admitiendo nuestra culpa y aceptando nuestra condena. También a veces pensamos que la persona que otorga el perdón llega a este estado por su propia cuenta, independientemente de la/s otra/s personas implicadas. Esto también es fruto de nuestra cultura individualista y fragmentada, que ha perdido casi todo sentido de lo que es la interdependencia. Desde la perspectiva de la interdependencia, el perdón es un proceso que implica todas las personas, y en el que cada cual participa, así afectando el resultado del mismo. Entender las rupturas Si miramos las cosas desde otra perspectiva, una perspectiva relacional, donde el vínculo ocupa un lugar central, podemos descubrir otros significados. Es inevitable que en algún momento haya algún tipo de ruptura en una relación entre seres humanos. Esto se debe a la complejidad de nuestras interacciones que incluyen una componente cultural e interpretativa muy grande. La mayor parte del tiempo las rupturas ocurren porque percibimos el mundo, y nosotras en ello, de formas tan distintas que a veces resulta casi imposible tener una realidad compartida. Incluso cuando no hay mala intención, la ruptura puede ocurrir simplemente por no compartir los mismos valores y referencias culturales. Luego entran en juego nuestras emociones, y nuestra capacidad de acompañarlas. Más allá de todo esto, la ruptura ocurre dentro del contexto del vínculo que sostiene la relación, y esto es un factor determinante. Dependiendo de la fuerza, intensidad e historial de este vínculo, la ruptura se manifestará de una manera u otra. Las expectativas que cada persona tiene en relación al vínculo marcarán la manera de entender lo que ocurre. Reparar en lugar de perdonar Me gusta enfocar la mirada en la reparación más que en el perdón. La reparación nos invita a entrar en una actitud proactiva, creativa y empática. El perdón, en cambio, nos lleva a un lugar más estéril, marcado por una falta de equivalencia entre quien supuestamente otorga el perdón y quien lo pide y lo recibe. Es un lugar más pasivo, no invita a la colaboración, se parece más a presentar una solicitud al ayuntamiento y esperar la respuesta. Si queremos reparar, necesitamos arremangarnos y hacernos preguntas.
"Quiero que sepas que me ha dolido" Una componente fundamental para este proceso de reparación es el reconocimiento del dolor. Lo que normalmente nos impide "perdonar" es el hecho de no haber recibido este reconocimiento. Incluso cuando alguien nos "pide perdón", esto no necesariamente satisface la necesidad de saber que la otra persona se ha dado cuenta de nuestra experiencia en todas sus facetas; de la intensidad de nuestro dolor, de lo que esperábamos, de lo que hubiéramos necesitado. Todo esto solo se revela en un proceso donde aparece la vulnerabilidad y desaparece el "tener la razón". Así puede nacer el pesar, que no es lo mismo que la culpa. El pesar es lo que nos invita a considerar que nuestras acciones pueden haber tenido un efecto doloroso, y este mismo pesar nos anima a reparar. También en esta vulnerabilidad compartida, la persona que ha experimentado dolor puede llegar a ver las circunstancias que llevaron la otra persona a actuar, y desde ahí puede nacer la comprensión y la empatía. La reparación no incluye seguir con la relación Cuando no estamos disponibles para este tipo de proceso, es difícil que se pueda dar "el perdón". El proceso de perdonar, como hemos dicho, es relacional, se sostiene en la voluntad y capacidad de todas partes implicadas de reparar lo que ha ocurrido. Lo más difícil es llegar a este estado cuando el daño ha ocurrido por parte de instituciones o desconocidxs con lxs que no podemos dialogar, o con personas cercanas que no están abiertas a este tipo de diálogo. Entonces nos quedamos con nuestro dolor a solas, intentando gestionarlo de la mejor manera posible. Estas son las típicas situaciones donde aparecen los pensamientos en bucle, donde revisitamos la misma situación una y otra vez, intentando darle un sentido y una resolución que realmente sería mucho más rico hacer en compañía de las otras personas implicadas. Podemos llegar a una cierta paz con lo ocurrido, especialmente con la ayuda del tiempo, pero no habrá una reparación. Sin esto, la relación no puede crecer y entrar en un nivel más profundo de intimidad y conexión. Entonces podemos "perdonar" pero esto no implica que queramos seguir con la relación, ya que tal vez la confianza y la seguridad se han perdido. El proceso de perdonar, entonces, es complejo y requiere de distintos momentos. Necesitamos poder entrar en contacto con nuestra experiencia, sentir nuestras emociones, reconocer nuestras heridas y limitaciones, y luego necesitamos abrirnos a recibir la experiencia de la otra personas. Es un baile que probablemente se tiene que repetir varias veces para poder llegar a todas las capas que necesitan ser entendidas y reparadas. ¿Te resuena esta manera de entender el perdón y las relaciones? ¿Te gustaría aprender herramientas para cuidar de ti y tus relaciones? Te invito a curiosear por mí página donde encontrarás información sobre mi libro "Integración Relacional: un proceso de transformación individual y colectiva", mis formaciones y acompañamiento individual.
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