Septiembre ha significado, por muchos años de mi vida, la vuelta al cole. Como maestra de primaria, estas fechas siempre me han traído una mezcla de ilusión, energía y melancolía por el aproximarse del Otoño. Este año me alegro profundamente de no ser maestra y no tener que encarar la situación más complicada que jamás pude imaginarme. Me duele pensar en las familias y docentes que se están enfrentando a un panorama lleno de incertidumbre y miedo, frustración e impotencia. Me duele aún más para lxs niñxs, receptores inocentes de un mundo dominado por la incoherencia, las peleas y la tensión. Aún sin estar en la situación, me pregunto ¿qué haría yo si este año tuviera que ser maestra, si fuera madre de niñxs pequeñxs? Comparto aquí estas reflexiones por si pueden aportar algo útil a las personas que sí están en esta situación. El mundo es bueno, el mundo es bello En mi formación de maestra Waldorf, una de las ideas centrales al enfoque pedagógico es la comprensión de las etapas evolutivas del ser humano. Cada etapa se caracteriza por el desarrollo de ciertas habilidades y por la prioridad de ciertas necesidades, experiencias y relaciones. Cada etapa ha de ser abordada, por parte de lxs adultxs, con la conciencia de este desarrollo, para facilitarlo y no entorpecerlo. En la fase de 0 a 6/7 años, resumimos las necesidades de lxs niñxs bajo el lema "El mundo es bueno", en otras palabras, para que el desarrollo ocurra de la manera más armoniosa, se tiene que basar en una percepción de que le mundo es un lugar seguro, agradable y acogedor. Estas percepciones facilitan que el sistema nervioso de lxs niñxs esté libre de ansiedad y preocupación y que, por lo tanto, pueda dedicarse a construir y desarrollar sus capacidades más fundamentales. En la etapa desde 6/7 años hasta los 14 el lema es "El mundo es bello". Esta fase está caracterizada por la primacía del aspecto emocional y social y la necesidad de armonía se traduce en una sensibilidad estética donde el mundo se necesita percibir como "bello". Si la tarea de propiciar estas experiencias siempre ha sido un reto para lxs adultxs, este año me parece de proporciones colosales. Aún así, si entendemos que estas son necesidades evolutivas reales y genuinas del organismo humano, nos vemos convocadxs a responder a este desafío de la mejor manera posible. La idea de que es bueno para lxs niñxs "ver las cosas como son" para prepararse a la realidad, sin mimos, es una idea que, aunque comprensible en su lógica, no parece resultar en adultxs resilientes, abiertxs, colaborativxs y confiadxs sino en personas que, o se han visto sobrepasadas por esta "realidad del mundo" desarrollando toda serie de miedos e inseguridades o se han endurecido a costa de su libertad emocional y su capacidad de formar vínculos de intimidad. El cerebro de lxs niñxs es un cerebro emocional Es muy fácil caer en la idea de que lxs niñxs son versiones más pequeñas de lxs adultxs y que funcionan más o menos de la misma manera. Solemos olvidar, o no sabemos, que el cerebro de lxs niñxs opera de manera muy distinta al nuestro por no haber podido desarrollar todavía todas sus funciones. Su manera de entender la realidad no es lógica, analítica sino emocional, visual y cinestésica. Por esta razón, explicaciones del mundo que se basan en la lógica, el análisis, la relación causa-efecto etc. no son tan "digeribles" por los pequeños cerebros. Las imágenes, las metáforas, los cuentos y las poesías son, por otro lado, maneras mucho más amenas de explicar las cosas, porque hablan en un lenguaje más cercano a la sensibilidad infantil. Pero esto no quiere decir que son tonterías. No quiere decir que vamos a ofrecer una versión simplificada y Disney de la realidad. Quiere decir que vamos a ofrecer una versión que sea lo más nutritiva, asimilable y constructiva para no perjudicar el desarrollo del organismo infantil. Posicionarnos como adultxs Habiendo establecido estas premisas, si fuera maestra este año, mi pregunta sería: "¿Cómo puedo reconciliar la situación actual con las necesidades de lxs niñxs, cómo puedo tejer un abrigo que ofrezca sentido, calor y acogida en mi manera de acompañarles?". No me parecen preguntas fáciles de responder. Me vienen a la mente momentos históricos muy difíciles, como las guerras mundiales, y me pregunto cómo lxs adultxs pudieron acompañar a lxs niñxs en aquel contexto. Me imagino que requiere de una fortaleza inmensa a nivel psicológico y emocional, poder posicionarse como adulta de una manera que protege las necesidades de lxs niñxs, que mantiene la mirada en lo que es bueno y bello en este mundo, que conserva la capacidad de empatizar, de sentir con el corazón abierto todo lo que hay que sentir y mantenerse firme en el propósito de ofrecer seguridad y un espacio libre de las perturbaciones de lxs adultxs. Para poderlo hacer, me parece indispensable que lxs adultxs tengan una red de apoyo a través de la cual poder sostenerse mutuamente. Una comunidad de adultxs capaces de ofrecerse escucha, empatía, reconocimiento, valoración, desahogo, comprensión, compasión y recursos. Esto parece bastante utópico en el escenario que tenemos, tan dividido y polarizado. Lxs adultxs estamos atravesando momentos de enorme frustración, ansiedad, miedo, rabia, confusión, desconcierto e incertidumbre. Nos cuesta crear una visión compartida de la realidad para poder actuar en colaboración y coherencia. Todo aquello que en nuestra sociedad estaba descolgado, basado en injusticias, incoherencias, falsedades, autoritarismo y opresión está ahora plenamente a la vista. La incapacidad de crear una sociedad justa, inclusiva, colaborativa y solidaria es la herencia que ahora amenaza la salud física y emocional de nuestrxs niñxs. Aún así, la situación requiere que sigamos en el intento. Muchas personas reconocen la experiencia de tener hijxs como un llamado a crecer, a desarrollarse, a enfrentarse con las partes oscuras del ser, para poder ser mejores acompañantes y guías. Me parece que la situación actual hace aún más imperativo este propósito. ¿Qué necesitamos desarrollar en nosotrxs para poder favorecer un entorno seguro a pesar de las increíbles dificultades que nos afectan? ¿Qué compromisos necesitamos reforzar para ser agentes de cambio en nuestras comunidades y traer la posibilidad de colaboración, diálogo y coherencia? Siempre he visto la experiencia de cuidar de lxs niñxs, sean hijxs o no, como una actividad social, que nos pone en contacto directo con el mundo y sus retos. Necesitamos crear un mundo habitable para ellxs. Explicar la situación a lxs niñxs Sea cual sea nuestra postura frente a la situación actual, si ponemos la seguridad emocional de lxs niñxs en el centro, tal vez podemos re ubicar nuestro pensamiento lejos de las quejas y las recriminaciones y empezar a actuar de forma constructiva. Podemos tal vez desarrollar un grado de aceptación por el hecho que estamos pasando por un momento muy poco perfecto, agradable y sencillo. Podemos crear un relato que ofrezca un camino viable para lxs niñxs en este caos y desasosiego. Los cuentosmnos pueden sostener para hablar con lxs niñxs y crear unas referencias que nos sirvan para navegar el día a día. Si conseguimos poner de lado (no para siempre sino en nuestro tiempo compartido con ellxs) nuestras opiniones para ofrecer una mirada conciliadora, estamos poniéndonos verdaderamente al servicio del desarrollo de sus capacidades y bienestar. Crear cuentos es una actividad que, tristemente, ha casi desaparecido aún siendo la forma más antigua de trasmitir conocimiento y normas culturales. Este es un momento muy adecuado para volver a ella. Forjar cuentos que sean honestos y que,a la vez, ofrezcan suficiente sustento y seguridad es un regalo que puede hacer la diferencia entre una situación muy traumatizante y una situación difícil. En esta charla que ofrecí en la formación en Integración Relacional para educadorxs hace un par de años, comparto lo que es importante y valioso en los cuentos como herramienta educativa, la puedes escuchar aquí. Reforzar nuestras intenciones Uno de mis propósitos, si fuera maestra ahora, sería crear una red de apoyo, entre mis amistades y compañerxs de trabajo para ofrecerme y ofrecer un espacio de conexión y cuidado. Simplificaría las cosas y reduciría las exigencias lo más posible y me intentaría centrar en lo esencial de mis estabilidad emocional y física. Intentaría forjar vínculos con las familias de lxs niñxs en mi cuidado, para desarrollar estrategias, compartir información, recursos y solidaridad. Intentaría organizarme con otras personas para conseguir traer el bienestar de lxs niñxs al centro de la conversación política y social. Intentaría pensar en estrategias alternativas y creativas para lidiar con el día a día, encontrando mi manera de actuar dentro de un contexto lleno de limitaciones y desafíos. Escribiría cuentos, poesías, dibujaría y me inventaría juegos para compartirlos con lxs niñxs. Me permitiría llorar, gritar, darle puñetazos a la almohada. Me dejaría descansar todo lo que pueda. Lo que quiero hacer, ahora que ya no soy maestra, es ofrecer un espacio de escucha y recursos. Te invito a apuntarte a este espacio gratuito y virtual para compartir ideas, inquietudes y recursos. Sábado 12 de Septiembre, de 11.00 a 13.00 en Zoom. Entre otras cosas hablaremos de:
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En realidad no se trata de poner limites, porque los limites ya están. Lo que ocurre es que a veces tenemos dificultad con verlos, aceptarlos, respetarlos o incluso rebajarlos. Muchas veces solo escuchamos hablar de limites cuando la dificultad es no saber mantenerlos, pero es igual de difícil para una relación si hay demasiados limites, o si estos limites son muy rígidos. ¿Cual es tu experiencia con los limites? Si pensamos en una célula, el limite sería la membrana. Esta membrana es permeable y por esto la célula está en contacto constante con su entorno, recibiendo lo que le sirve, expulsando lo que no le sirve. De esta manera también las células se pueden organizar y colaborar, cada una manteniendo su lugar, su membrana y a la vez encontrando puntos de unión con la otra. El limite es el guardián de nuestra relación Entrar en contacto con otro ser es complejo. Se trata de equilibrar toda una serie de factores que están en constante flujo: las emociones, los deseos, los hábitos y necesidades de las personas implicadas en la relación. Los limites nos permiten regular este proceso de relacionarnos, de equilibrarnos. Si los limites desaparecen, si son demasiado sólidos, se complica mantener este equilibrio. Cuando no hay limites lo que suele pasar es que aparecen exigencias, culpabilidad, resentimiento, manipulación, chantaje, castigo y control, Cuando hay demasiados limites aparece la incomprensión, la frialdad, la distancia y la soledad. Limites y hábitos Como todos organismos, aprendemos a relacionarnos con nuestro entorno en función de las experiencias que tenemos en él. Y a partir de estas experiencias desarrollamos hábitos, lo que a veces no confundimos y llamamos "mi manera de ser". Un habito no representa lo que soy sino lo que he aprendido a ser. Si nuestras experiencias relacionales han sido basadas en la empatía, el respeto, la consideración y la colaboración, es probable que hayamos desarrollado el hábito de mantener nuestro limites flexibles, que sepamos cuando hay que distanciarse y cuando hay que acercarse. Podemos estar en una relación fluida con los limites y adaptarnos a las circunstancias. Cuando necesitamos espacio, lo podemos tomar de una manera tranquila y libre de culpabilidad. Cuando nos acercamos lo podemos hacer sin miedo y con entrega. Cuando hemos tenido relaciones basadas en la indiferencia, la manipulación, el castigo, la imposición, la exigencia y la desconfianza, es muy probable que hayamos desarrollado ciertos hábitos con respecto a los limites. mu Los hábitos hablan Los hábitos en los que tendemos a hacernos cargo de lxs demás, a controlar, a sentirnos culpables, a no expresarnos con autenticidad, nos hablan tal vez de experiencias donde nuestra individualidad no ha sido reconocida, celebrada y no hemos experimentado procesos sanos de negociación y colaboración. En los hábitos que tienden a no querer depender del otro, a mantener la distancia a no entrar en profundidad, tal vez encontramos pistas a experiencias dolorosas de no poder contar con lxs demás, de sentirnos incomprendidxs, solxs, de tener que apañarnos o protegernos de una invasión. Relacionarnos desde la libertad Es posible llegar a sanar las experiencias que han originado estos hábitos y volver a recuperar nuestra capacidad de vivir con espontaneidad y libertad. Podemos aprender a recuperar la confianza en nosotrxs, a desarrollar la capacidad de decir "no" sin sentirnos culpables o de decir "si" sin tener miedo a que nos van a invadir. Se trata de un proceso de auto conocimiento y sanación, donde vamos a poder no solo entender lo que pasó, sino ofrecernos la experiencia de procesarlo y sanarlo a nivel emocional y fisiológico. Los hábitos no se cambian de un día para otro, no se puede forzar el cambio con ideas y conceptos, necesitamos poder re establecer nuestra membrana a través de experiencias reiteradas de seguridad, colaboración y empatía. Necesitamos aprender cosas que no pudimos aprender como la capacidad de expresarnos claramente, de negociar, de recibir un "no" sin alterarnos, de gestionar nuestras emociones y por lo tanto saber acompañar las emociones de lxs demás. Es un camino, lleno de imprevistos, curvas, retrocesos, subidas y bajadas y a la vez un camino que nos permite crecer y alcanzar ser libres. Si sientes el llamado hacia este viaje, te invito a participar en el curso online que voy a ofrecer a partir de Septiembre, será una oportunidad muy valiosa de aprender y practicar herramientas que nos sirvan para sanar y crear relaciones más sanas con nosotrxs mismxs y lxs demás. ¡Te espero! El Mindfulness es una práctica que ha cogido espectacular popularidad en los últimos años. Internet abunda con estudios y propuestas que ofrecen el Mindfulness casi como una panacea para todo los males. Es cierto que la práctica de esta disciplina ofrece una multitud de beneficios que van desde la reducción del estrés al aumento de la empatía, a la vez, hay ciertas consideraciones que val la pena tener un mente para ver el Mindfulness con más claridad. Una práctica des contextualizada Lo primero que me parece importante decir es que lo que aquí en occidente hemos bautizado Mindfulness (plenitud de la mente) pertenece a la milenaria tradición Budista, y que en esta tradición la práctica tiene el nombre de Vipassana (ver las cosas como realmente son), y se considera una práctica preliminar para lo que es el entrenamiento meditativo. Como a menudo ocurre, el pensamiento occidental ha fragmentado esta práctica y la ha des contextualizado, separandola de los valores y guías que la filosofía Budista ofrece para sostenerla. Muchas de las personas que investigan o proponen el Mindfulness en occidente no tienen una comprensión profunda del contexto desde el cual proviene y por lo tanto se centran en algunos aspectos y dejan de atrás otros, muy importantes. Utilizar el Mindfulness para reducir el estrés o aumentar la productividad puede ser una manera muy utilitaria de entrar en esta práctica, dejando de lado toda una seríe de preguntas sobre el contexto y sistema de creencias que ha generado el estrés, por ejemplo. Me preocupa que a veces el Mindfulness se pueda usar como una técnica para adaptarnos y hacernos más dóciles frente a situaciones que tal vez sería más salubre cuestionar e intentar cambiar. No todos los problemas se solucionan con el Mindfulness Aunque es beneficioso desarrollar una práctica que nos permita estabilizar la mente, aportando más clama y claridad, esto de por si no siempre puede llegar a ofrecernos caminos viables para transitar los retos de nuestras vidas. Quedarnos en una postura de observación puede reforzar patrones de inmovilidad y rendición que no ayudan a generar la energía necesaria para traer cambios y salir de la zona de confort. Muchas veces también, se genera una expectativa de que simplemente con practicar Minfulness se producirá un estado de calma y paz y que si esto no ocurre es porqué no estamos practicando correctamente. Esto contradice la esencia de la palabra Vipassana, ver las cosas como son, ya que las cosas a veces no son nada agradables. Practicar el Mindfulness desde esta mentalidad nos puede llevar a una especie de evasión o a una sensación de fracaso. El Mindfulness puede ser una herramienta muy valiosa para emprender un trabajo de auto investigación de mucha honestidad, que nos permita entrar en contacto directo con nuestras creencias, patrones y emociones. En este sentido la práctica nos puede ayudar a traer más consciencia para poder luego atender a lo que emerge. Mindfulness y trauma Otro punto muy importante y que muchas veces no se contempla en las clases de Mindfulness es el tema del trauma. Para las personas que han vivido experiencias traumáticas y que todavía no han podido integrarlas, entrar en un estado de introspección, prestar atención a la respiración y el cuerpo, puede llevarle a encontrarse otra vez con las sensaciones traumáticas. Esta situación requiere de un acompañamiento especial y una adaptación de las instrucciones para evitar que la persona se re traumatice. Pensar que simplemente manteniendo la atención en las sensaciones dejándolas pasar se puede lidiar con una experiencia de trauma, puede ser peligroso. Es importante entender como el trauma existe en el cuerpo, como se activa y como se puede desactivar, para que la práctica del Mindfulness no se convierta en un espacio amenazante. Si te interesa descubrir más sobre como utilizar la práctica del Mindfulness para traer más consciencia y transformación en tu vida y si quieres aprender los fundamentos de la neuro biología del trauma, te invito a participar en este webinario online que se realizara el 16, 23, 30 de Octubre de 19.30 a 21.30. ¿Quieres compartir tus experiencias o preguntas sobre la práctica del Mindfulness?
Te invito a utilizar el espacio de comentarios abajo. Gracias por leer y compartir este artículo, deseo que te haya resultado interesante. Te invito a escuchar estos audios sobre el Mindfulness ¿Te cuesta quedarte unos momentos sentadx en silencio, sin hacer nada? ¿Comes para placar tu ansiedad? ¿Tienes una sensación de inquietud permanente en el fondo del estómago? No estás solx.
Seguramente habrás notado que la mayor parte de las personas pasamos muchos momentos intentando ocuparnos con actividades que nos proporcionan algo de distracción y alivio, pero ¿de qué exactamente queremos distraernos? Un flujo constante de sensaciones y pensamientos que, en la mayor parte de los casos, nos hablan de un vacío, de un dolor, de una incertidumbre. Como un mensajero al que no abrimos la puerta, este flujo no deja de volver a llamar, nos despierta por la noche, nos aferra por las entrañas. A veces la idea de parar y quedarse en silencio nos da vértigo, como si tuviéramos miedo de ser engullidxs, aniquiladxs por aquel mensajero nebuloso. En algún lugar hemos escuchado que deberíamos enfrentarnos a nuestros miedos, a nuestras sombras pero, a menudo, no sabemos como hacerlo. El viaje al interior es el más complejo, incierto y oscuro. Emprenderlo a solas puede parecer increíblemente arrollador. Y por esto aplazamos el momento, tomamos otro trago de lo que sea, pasamos otra noche sin dormir. Tampoco tenemos muy claro que vamos a ganar si por fin nos atrevemos a estar en silencio, mirando el vacío. El poeta Rumi dijo: Somos el dolor y lo que cura el dolor, ambos. Somos la dulce agua fresca y el cuenco que la vierte. Estamos fuera de la nada, esparciendo estrellas como polvo. Estas palabras nos inspiran, pero también, si somos honestxs, nos dejan un poco indiferentes. "Ya, pero ¿ quien va a pagar el alquiler, quien me soluciona este conflicto que tengo con mi pareja, quien me asegura que voy a recuperar mi salud, quien sabe si los humanos sobrevivirán los próximos 50 años?". Hay ciertos abismos que no se solucionan con poesías. Necesitamos soluciones prácticas, si es posible baratas y sin demasiado esfuerzo, que ya vamos a tope. Hace tiempo que ya no creo en ninguna panacea. No me parece que haya dieta, ejercicio, filosofía, religión o ideología que pueda permanentemente blindar-nos de los efectos desconcertantes de estar vivxs. Las "21 reglas para vivir" tal vez funcionarán en algunos momentos, pero dudo que sirvan para todos. Mi experiencia y práctica personal me ha llevado a reconocer que no hay manera de huir de lo que se presenta desde las vísceras: el miedo, la incertidumbre, el dolor, la añoranza. Aún así, todavía hay algo en mi que lo intenta. Y cada día necesito volver a recordarme que tengo una cita con mis fantasmas. Y cada día intento recordarme que me trae este encuentro: sencillamente, más autenticidad. No parece algo que va a pagar el alquiler a fin de mes. Cuando me siento y me dejo sentir, es como un pequeño despertar, un pequeño alivio: no hay nada que hacer más allá de estar aquí sintiendo esto. Poco a poco aparecen cosas inesperadas, a veces lagrimas, a veces una ternura, a veces la realización de un enfado o una preocupación. Poco a poco aparece la sensación de estar entera, de estar viva. Poco a poco algo se mueve y se recoloca. Una nueva perspectiva se dibuja en la niebla, un nuevo sentir. Y en el tiempo esto suma a una sensación interna de saber quien soy, de conocerme profundamente y, milagrosamente, de querer este ser imperfecto que soy. Aprender a no huir de mi misma incluye saber cuando estoy huyendo. Incluye observar con curiosidad los múltiples procesos emocionales, cognitivos y físicos que participan en la huida. Incluye aprender a transformar el juicio y la critica en una conexión clara con lo que valoro y necesito en cada momento. Incluye aprender a dialogar con las distintas facetas de lo que considero "yo". Incluye, fundamentalmente, aprender a crecer en aquella adulta que es capaz de cuidar de mi con cariño y aceptación. Cerrar el círculo, sostener las heridas, encontrar algo de belleza en los retos y desafíos, abrir puertas y extender las manos hacia la vida. Las prácticas que me ayudan a no huir de mi misma se basan en la Comunicación NoViolenta, el Mindfulness y el trabajo corporal. A lo largo de los años las he ido tejiendo en lo que llamo Integración Relacional, un proceso de auto conocimiento y transformación profunda. Me alegra empezar un nuevo curso donde poder compartir estas herramientas y crear nuevos vínculos. Si quieres profundizar en el arte de conocerte, te invito a explorar estas propuestas de formación o tal vez concertar una sesión de acompañamiento individual online. Formación Anual en Integración Relacional, Barcelona Integración Relacional curso online Te deseo muchos momentos de conexión y autenticidad. Tal vez de apetece probar una de las meditaciones que propongo aquí. Me encantará recibir tus noticias! Siento el profundo deseo de vivir en un mundo donde relacionarnos desde la empatía y el respeto sea algo cotidiano. Desafortunadamente, estas cualidades brillan por su ausencia en nuestra cultura y, por lo tanto, nuestras relaciones sufren y nosotrxs también, ya que el ser humano es relacional por naturaleza y su bienestar depende de la calidad de sus relaciones. El sufrimiento que acompaño a diario en mi consulta surge principalmente desde la experiencia de no haber sido escuchadas, vistas, reconocidas, aceptadas, comprendidas y valoradas. Este sufrimiento, cuando se ha dado de forma reiterada en nuestras relaciones cercanas, deja cicatrices que marcan nuestras vidas, reduciendo nuestra capacidad de ser libres, auténticas, creativas. Si no hemos encontrado un acompañamiento empático y respetuoso en nuestra infancia, es muy probable que no hayamos aprendido a cuidar de nosotras mismas, dando lugar a aquello que llamamos baja autoestima, inseguridad, aislamiento, autocrítica, autoexigencia, adicción y un largo etcétera de hábitos que no hacen la vida muy agradable. Si no hemos sido escuchadas con empatía, tampoco sabemos como escucharnos cuando aparecen nuestras emociones más difíciles, nuestros pensamientos más desafiantes, nuestros anhelos más delicados, y muchas veces acabamos en conflicto con nuestro mundo interno. El proceso terapéutico puede ofrecer espacios seguros y protegidos donde explorar nuestras cicatrices, traer a la luz hábitos inconscientes que ya no nos sirven, ofrecer sanación, aprender nuevas habilidades y descubrir nuevos recursos. Sin duda todo esto puede ser increíblemente valioso, a la vez considero que las capacidades básicas de escucha, presencia y empatía nos ayudarían a encontrar estos espacios de sanación también fuera de la consulta terapéutica. Vivimos en un mundo donde se han profesionalizado muchas de las funciones que antes ocurrían en contextos más informales y comunitarios. Si esto ha traído más habilidad y conocimiento, también ha generado más dependencia y la sensación de "no ser capaz" de hacer algo que es, esencialmente, humano. Ponerse a disposición de otro ser humano para acompañarle en un momento difícil o transitar un conflicto, requiere de algunas competencias y conocimientos, es cierto, a la vez creo que nuestras sociedades serían más resilientes, pacíficas y armoniosas si estas habilidades fueran cultivadas más extensamente, ya que relacionarnos es inevitable y mucho de nuestro mal estar o bien estar depende de como nos relacionamos. Sencillamente, lo que todos seres humanos necesitamos es poder expresar y compartir nuestras experiencias. Necesitamos articular nuestras emociones, nuestros anhelos y nuestras inquietudes. Necesitamos saber 3 cosas: que importamos, que lo que nos pasa tiene sentido, que somos queridas. Algo que parece tan sencillo es, a la vez, tan difícil de encontrar. Encontrar una escucha libre de opinión, juicio, consejo y castigo es un regalo que pocas veces nos hacemos. Por supuesto, es mucho más difícil ofrecer este regalo cuando estamos implicadas en primera persona en el relato que escuchamos; sin embargo, estas capacidades se pueden desarrollar y cultivar para que aparezcan con más frecuencia en nuestras interacciones. Escuchar de esta manera quiere decir aparcar por un tiempo nuestras ideas y perspectivas para poder entrar en el mundo de la otra persona, no para juzgarlo, sino para entenderlo y, más importante aún, para que la otra persona tenga la posibilidad de entenderse a sí misma a través de nuestra escucha. Cuando escuchamos sin opinar, sin dar consejos, cuando escuchamos para poder devolver a quien nos habla su propio reflejo, estamos satisfaciendo una necesidad imperiosa del ser humano, la de ser visto, reconocido y aceptado. Aunque esto parezca sencillo, mi experiencia me ha enseñado que es algo que realmente necesita práctica. A menudo ni somos conscientes de que estamos emitiendo juicios, de que estamos dando consejos que no nos han pedido, de que estamos escuchando desde nuestra perspectiva. Necesitamos aprender a escuchar, a cuidar de este proceso, a tomar consciencia del enorme potencial que la escucha tiene de sanar o dañar nuestras relaciones. Expresarnos y escucharnos son los dos procesos que sostienen nuestras interacciones cotidianas; sin embargo, son las dos habilidades que menos cultivamos. Desde estas reflexiones y el deseo de ofrecer una experiencia de aprendizaje, nacen los Círculos de Solidaridad Emocional, un espacio para aprender juntas a escucharnos y crear comunidad. El 22 de diciembre 2023 a las 19.30 ofreceré un encuentro en zoom para presentar esta propuesta. Si quieres saber más, te invito a clicar en el botón de abajo. Déjame saber si esto no te ha pasado nunca. Le dices a un amigo que tuviste un resfriado horrible la semana pasada, él te comenta que su jefe y su tío también se enfermaron: "debe haber algo en el aire". Le dices a otra amiga que tuviste una discusión con tu novio, ella le dice que también tuvo problemas con su madre: "parece que mercurio está retrógrado y dificulta la comunicación". Le dices a otro amigo que perdiste tu trabajo, él te dice que "seguramente el universo tiene mejores planes para ti". ¿Experimentas algo entre la irritación, la tristeza o la sensación de no ser realmente entendidx cuando recibes estas respuestas? Tal vez eres una persona muy comprensiva y sabes que en el fondo tus amigxs tienen muy buenas intenciones cuando te responden de esa manera, y así puedes apreciar sus esfuerzos para aliviar tu sufrimiento.
En búsqueda de razones En mi experiencia, este tipo de interacciones raras veces conducen a una exploración más profunda de la situación actual. Una vez que parece que hemos identificado la causa de nuestro sufrimiento, tendemos a dejar de seguir prestando atención. Es raro que alguien, al enterarse de nuestros problemas, nos diga: "¿Y cómo es eso para ti?" o "¿Qué te está molestando realmente acerca de esto?". Parece que tenemos una predilección por la resolución de los problemas desde un punto de vista lógico y analítico, nos gusta entender, clasificar, organizar y explicar nuestras experiencias de una manera ordenada y sin costuras. Y una vez que lo hemos hecho, lo damos por acabado como si esto fuera el objetivo final, aunque seguimos sintiéndonos mal. Es incuestionable que entender trae algún tipo de alivio. Comprender y dar sentido a nuestro mundo es un proceso absolutamente esencial de la psique humana y nos proporciona el terreno en el cual podemos apoyarnos. Aunque esencial, este proceso no es, en sí mismo, suficiente para traer un verdadero sentido de paz. A menudo pasamos por alto el hecho de que, además de comprender nuestras experiencias con nuestro intelecto, también debemos integrarlas a través de nuestro ser emocional y físico. Sintiendo las emociones Esto es mucho menos sencillo que explicar las cosas intelectualmente. Es un proceso bastante complejo, incoherente y, francamente, difícil de sostener. Nuestras emociones no solo quieren ser analizadas, quieren que las sintamos, requieren una comprensión más profunda, una comprensión más bien experiencial y de múltiples capas que a menudo comienza con una niebla confusa y solo se aclara lentamente. Las emociones a menudo necesitan tiempo y silencio para desplegarse, necesitan un descanso de la pregunta "pero ¿por qué?". Piden ser dejadas en paz y simplemente existir por un tiempo, antes de que podamos comenzar a descifrar sus mensajes. Esto es inquietante e incómodo. En general, este es el momento en que empezamos a pensar que "las cosas suceden por una razón" y esto parece ofrecer algún tipo de esperanza. Somos muy buenos para inventar estas "razones", a veces incluso pensamos que la simple noción de que debe haber una razón es suficiente, aunque es posible que nunca sepamos cuál es. ¡Creo que hay una razón para buscar toda esta razón ! Cuando entendemos (o pensamos que entendemos) la causa de un evento, sentimos cierta agencia sobre él. Básicamente, creemos que podemos controlar los eventos entendiendo los factores subyacentes que los causan y esto es cierto, en la mayoría de los casos. Incluso cuando estas razones no nos ofrecen control directo sobre las cosas, como en el caso de las explicaciones astrológicas o religiosas, al menos nos sentimos segurxs de que no vivimos en un universo aleatorio donde las cosas suceden simplemente porque sí. Eso es lo peor que le puede pasar a un humano: la aleatoriedad. Necesitamos creer que vivimos en un mundo que tiene sentido o nuestro sentido de supervivencia está en juego. ¿Cómo podríamos sobrevivir en un mundo aleatorio? No podríamos planificar nuestras acciones o predecir sus resultados. No podríamos mantenernos a salvo, seríamos absolutamente vulnerables. Así es exactamente como nos sentimos cuando permitimos que nuestras emociones simplemente sean: nos sentimos indefensxs. Aceptar la vulnerabilidad Aunque es incuestionable que necesitamos tener un sentido de agencia sobre nuestras vidas y hacemos bien en esforzarnos para tratar de entender el mundo en que vivimos, también creo que es una parte esencial de nuestro proceso de maduración poder aceptar la vulnerabilidad inherente a nuestra condición humana y dejar de defendernos de ella creando explicaciones para las cosas que suceden en nuestras vidas. Simplemente no sabemos si hay una razón por la cual nuestra madre contrajo cáncer o nuestro compañero se fue repentinamente a navegar los siete mares. Por todos los esfuerzos que hagamos para mantener todo bajo control y seguro, nuestro gato todavía morirá y el pelo se nos caerá, como la poeta Ellen Bass señala con ternura en su poema "Relájate". Tenemos mucho que ganar con la incómoda experiencia de aprender a enfrentar nuestra vulnerabilidad en un mundo que guarda sus explicaciones principalmente para sí mismo. Cuando relajamos nuestro esfuerzo por comprender y explicar, de repente podemos permitirnos ser, experimentar, saber cómo es vivir lo que estamos viviendo. En lugar de buscar frenéticamente la respuesta, podemos sentarnos y admitir que no tenemos ninguna pista y aún así, aquí estamos, vivxs. Es notable cómo esto puede abrir nuevas posibilidades para otro tipo de comprensión, un sentido más completo y profundo de estar vivx y participar directamente en el movimiento de un mundo en el que claramente no somos las mentes maestras. En lugar de expender la energía en intentar entender "¿Porqué?", podríamos explorar "¿Cómo es esto?" y "¿Qué hago yo con ello?". No es necesariamente un camino que nos proteja del dolor, pero como de todas formas esto es inevitable, nos brinda una sensación de verdadera conexión con la experiencia de ser humano. Me pregunto si esto puede llegar a ser tan importante para nosotrxs como nuestra necesidad de seguridad. Tampoco tenemos que caer en una actitud nihilista o cínica, que, en mi opinión, sigue siendo una defensa de la experiencia de la vulnerabilidad. Podemos comenzar a explorar los límites entre lo que está en nuestras manos para moldear y conformar y lo que simplemente requiere que nos sentemos con las manos en nuestro regazo y sintamos lo que es no estar a cargo, tratando de aceptar esa confusión y desconcierto. Son experiencias ineludibles del ser humano. En la formación anual de Integración Relacional que comenzará el próximo Septiembre en Barcelona, vamos a explorar este y muchos otros temas que nos permitan aprender a vivir con más libertad y presencia. Si te interesa este camino puedes tener más información aquí En la última publicación (puedes leerla aquí), presentamos el Circuito de Modo por Defecto DMN (por sus siglas en Inglés) y descubrimos su propósito y forma de trabajar. Como un repaso rápido, podemos decir que es una parte automática de nuestro sistema nervioso diseñado para funcionar cuando no estamos enfocadxs en una tarea en particular y que se encarga de organizar, revisar y tratar de predecir cualquier cosa que tenga que ver con nuestro sentido. del yo y de nuestras interacciones sociales. Su objetivo es mantenernos segurxs y se organiza en función de experiencias relacionales pasadas.
Como hemos visto, aunque sus intenciones son buenas, muchas veces el DMN se ha convertido en una voz demasiado vigilante, crítica, melancólica e inflexible que mantiene un comentario bastante sombrío sobre nuestra vida. Esto puede que nos mantenga segurxs en algunos aspectos, pero no es un muy buen compañero de vida. En este artículo, exploraremos algunas de las formas que pueden ayudarnos a transformar nuestro DMN en un compañero más agradable, compasivo, colaborativo y de apoyo. También puede escuchar el audio, en el que profundizamos un poco más, practicando una meditación guiada que nos ayuda a incorporar estas ideas a nuestra vida cotidiana. Conociendo tu DMN Aunque hemos visto las ideas generales para ayudarnos a entender el DMN, cada persona tiene una forma particular en la que su DMN se ha configurado. La práctica del Mindfulness nos ofrece una herramienta imprescindible para empezar a conocer nuestro DMN. Observando el fluir de los pensamientos y etiquetándolos empezamos a ver las tendencias de nuestro DMN. Algunos pueden ser particularmente críticos y tienden hacia el perfeccionismo, siempre buscando lo que podría ser mejor. Otros tienden a buscar peligros, amenazas y posibles desastres, preocupándose y tratando de prepararse para lo peor. Algunos están muy interesados en adaptarse y ser aceptados, otros en ser capaces de expresar nuestra naturaleza única y ser vistxs por lo que somos. Es útil comenzar a conocer en qué está especialmente interesado tu DMN. ¿Cuáles son sus preocupaciones, de qué manera en particular trata de mantenerte segurx? Si pudieras ver tu DMN, ¿qué aspecto tendría? ¿Qué tono de voz usa para hablarte, apunta con el dedo o tiene los hombros encogidos? Establecer una relación con tu DMN Una vez que hemos identificado nuestro DMN, podemos comenzar a tener una relación con él, por lo tanto reconociendo que ËL no soy YO. Darle una forma, un carácter, ayuda a recordar que es una parte de nosotrxs mismxs y no nuestro ser esencial, nuestra identidad y, lo que es más importante, que su voz no es la voz de la verdad. Un cliente mío lo ve como una vieja abuelita malhumorada lo que le ayuda a dialogar con ella con un poco de humor y ternura. Establecer una relación es esencial, pero más esencial aún es el tipo de relación que establecemos. Una relación conflictiva, desdeñosa, crítica o sumisa no traerá ninguna mejora significativa. Al igual que con cualquier relación en la vida, llegar a comprender las preocupaciones profundas que el DMN está tratando de cuidar, por muy sesgada y torpe que sea la forma de hacerlo, ayuda a fomentar un sentido de respeto e inclusión. Comprender que tu DMN está tratando de protegerte de cualquier daño, de evitar que sientas el dolor que sentiste en algún momento anterior de tu vida, que quiere que pertenezcas, que se te acepte, que se te valore, que estés segurx, quizás te ayude para conectarte con él de una manera más suave. La Comunicación NoViolenta nos invita a hacer una distinción muy importante entre necesidades y estrategias: una necesidad es un valor fundamental que es esencial para nuestro bienestar, como la seguridad, la pertenencia, la libertad, el cuidado, etc. Una estrategia es lo que hacemos para tratar de cumplir con esta necesidad. Desafortunadamente, las estrategias pueden ser muy deficientes, miopes y una vez que se vuelven habituales, casi nunca se actualizan para ver si realmente funcionan. Nuestro DMN podría tener estrategias muy malas, como criticarnos todo el tiempo para "hacernos mejores personas" en su intento de satisfacer nuestra necesidad de aceptación y amor. O puede impedirnos correr un riesgo, en caso de que las cosas salgan mal, tratando de satisfacer nuestra necesidad de seguridad. Reconocer las necesidades que nuestro DMN está tratando de atender podría ayudarnos a verle con más comprensión, mientras que también tratamos de revisar sus estrategias. Un poco de humor Steven Hayes, el psicólogo clínico estadounidense que desarrolló ACT (terapia de aceptación y compromiso) comparte algunas formas de "frenar" el DMN. Una de ellas que he encontrado particularmente útil en mi trabajo con clientes es el uso del humor. Es esencial diferenciar entre humor y ridiculización. Si volvemos al ejemplo de la abuelita malhumorada, podríamos usar un humor cariñoso para decirle: "Hola, sí, aquí vamos con el escenario del fin del mundo otra vez ... Ya sé que quieres asegurarte de que estoy segurx y preparadx en caso de peligro ... gracias por tu atención ... creo que estoy bastante segurx yendo a la tienda a comprar pan, pero antes practicaré mis chuletas de karate si eso te hace sentir mejor! ". El humor es una forma de hacerle saber al DMN que hemos entendido su intención y que también queremos probar una estrategia diferente, aligerando las cosas. Es un poco como lo que hacemos con un viejo amigo o familiar que tiene un hábito molesto, pero que de todos modos amamos mucho. Aligerar es una parte vital de la relación con nuestro DMN, ya que su voz puede llegar a ser tan familiar que realmente le creemos sin cuestionarlo. "Pillar" nuestro DMN sobre la marha y ser capaces de tener cierta perspectiva, sin discutir, pero sabiendo que las cosas son mucho más grandes, más impresionantes y más complejas de lo que nos haría creer, es un salvavidas. Ampliando la vista y actualizando los archivos. Nuestro DMN ha basado su manera de ver el mundo en ciertas experiencias que probablemente sucedieron cuando éramos muy pequeñxs. Eso significa que no se ha puesto al día con el hecho de que ahora estamos en un entorno diferente, con personas diferentes, que somos mayores, más hábiles e ingeniosxs de lo que éramos antes. Además, en su esfuerzo por mantenernos a salvo del peligro, la decepción y el sufrimiento, tiene la costumbre de registrar solo las experiencias que apoyan su visión del mundo. Si mi DMN es sensible al sufrimiento que viene por no ser aceptadx, se enganchará a cada pequeña mirada de soslayo en los ojos de otras personas, pero es posible que no se fije en las grandes sonrisas que recibo. Hacer un esfuerzo consciente para registrar experiencias que ofrecen una visión diferente del mundo y reconocer todas nuestras habilidades y recursos puede ayudar a ampliar y calmar el DMN. Intentando algo diferente Tu DMN ha estado allí por mucho tiempo y no se irá de la noche a la mañana. De hecho, probablemente sea mejor así porque es posible que no logres sobrevivir sin su conjunto de habilidades. El objetivo aquí no es deshacerse del DMN o convertirlo en una superestrella o la versión 0.1. Un objetivo más realista es aprender a vivir con él, con la mayor comodidad posible, sabiendo que se mostrará de vez en cuando con sus hábitos extravagantes y que sin embargo tú tienes la posibilidad de elegir hacer las cosas de manera diferente. No tienes que ser esclavo de tu DMN ni tienes que estar completamente libre de ello. Sin él, puedes terminar sin protegerte cuando lo necesites, o podrías tener que usar grandes cantidades de energía tratando de ser consciente de todo lo que haces. El punto clave es tener la opción de elegir, cuando lo desee. ¿Quieres salir a cenar con lxs amigxs esta noche o realmente prefieres seguir el viejo hábito de elegir la seguridad estando solx, haciendo lo tuyo? Ninguna de las dos opciones es mejor, lo triste sería querer salir y ver que tu DMN te arrastra a casa. Entonces, comienza a prestar atención a lo que realmente quieres hacer en este momento, a la situación en la que te encuentras, a la gente con la que estás ... ¿son realmente amenazantes? ¿Es necesario utilizar las viejas estrategias de protección o podrías tomar un poco de riesgo y hacer algo diferente? ¿Podrías aceptar ayuda y ver si resulta tan decepcionante como tu DMN te dice que será? ¿Podrías recibir una palabra amable sin que tu DMN la arrugue y la arroje al basurero? ¿Podrías ser un poco más vulnerable o valiente, que en realidad es lo mismo al final? Imagina la manera en la que puedas tomar un pequeño riesgo y ver qué sucede ... ¿fue acertado tu DMN en sus previsiones? Tal vez lo fue, o tal vez no, ¡en cuyo caso no olvide actualizar los archivos! Calmar un DMN estresado Hay varias maneras en las que podemos ofrecer algo de alivio a nuestro DMN cuando se vuelve más activo. La acupuntura tiene un historial bastante bueno de afectar el sistema nervioso en formas que ayudan a calmarlo. Hacer algo creativo que involucre al cuerpo es una buena manera de descansar el DMN. Pintar, dibujar, tocar música, cantar, bailar, etc. Las artes marciales lentas como el Tai Chi o el Ki Kung son maravillosas para estabilizar el DMN Garabatear también puede ser muy efectivo. Recientemente me he encontrado con Zentangling, una versión moderna del arte antiguo: https://zentangle.com/. En el próximo post vamos a hablar del cerebro límbico y su rol en las emociones, las respuestas descontroladas y el trauma. Para asegurarte de recibirlo ¡suscribe al boletín! ¿Te gustaría aprender más? En abril empezará un curso online de 8 sesiones mensuales sobre la Integración Relacional, más información aquí curso online Me encantaría saber si alguna de estas ideas ha tenido sentido para ti, si has probado alguna de ellas y qué tipo de experiencias te trajeron. ¡Comparte tus pensamientos en la sección de comentarios a continuación! Si has tenido la suerte de recibir la escucha empática de alguien, es posible que te hayas quedado con el anhelo de encontrar esta calidad de conexión más a menudo en tu vida. Compartir algo importante y sentirte escuchadx sin juicios, opiniones, consejos o comparaciones es una experiencia que nos puede aportar increíble calma, seguridad y la posibilidad de entendernos mejor. A veces es difícil explicar a otras personas como nos gustaría ser escuchadxs, incluso esto puede resultar en frustración para las personas que están intentando apoyarnos con sus mejores intenciones. Con esto en mente, he preparado un pequeño libreto que explica de manera sencilla y práctica lo que es la empatía y como alimentarla en nuestras relaciones para que sea una fuerza de sanación y conexión.
Te invito a leerlo y compartirlo con las personas que están cerca de tu corazón! Si el título de este artículo no ha sido suficiente para quitaros las ganas de seguir leyendo me considero afortunada y espero merecerme vuestra atención hasta el final, o por lo menos la mitad, del escrito. No creo que va a ser uno de los más cortos. Acabo de encontrar un artículo que me ha llamado mucho la atención y que me ha disparado varias reflexiones; como siempre las comparto con la intención de generar más reflexión y no de acabar con ella dando respuestas o visiones definitvas. El artículo en cuestión es: "Follar con empatía: otra lección puritana que se disfraza de feminismo" y bueno, me ha atrapado con esta palabra que tanto me pone: empatía. No me considero una experta en el arte de follar (aunque con una cierta experiencia tras 3 decadas en activo), en cambio sí me considero una profesional de la empatía, ya que es la base no solo de mis relaciones personales sino de mi trabajo, así que me ha estimulado mucho leer el artículo de la doctora Loola Pérez. A lo largo de los últimos meses hemos estado atestiguando varios movimientos y sucesos, desde la campaña #Me too y el vídeo "Hola putero" al caso de La Manada, que han vuelto a poner sobre la mesa la sexualidad como lugar de intersección entre la cultura machista y la feminista, generando mucho debate y emotividad. Lo que para mi ha sido difícil de digerir en los últimos meses ha sido la actitud casi vengativa de algunos sectores feministas que parecen apuntar a los hombres en general como machistas por defecto, productos inevitables de una cultura que los construye para perpetuar el modelo patriarcal. Y no es que no me parezca un ejercicio sano para cualquier persona pararse a observar sus creencias, hábitos, privilegios, suposiciones y patrones de comportamiento. Es que me provoca miedo cuando dejamos de vernos como seres humanos y nos relegamos a existir unicamente dentro de cajas etiquetadas "machista", "feminista", "progresista", "prohibicionista", y cuando nuestras conversaciones se centran más en establecer en que caja tenemos que entrar y mantenernos ahí en lugar de ayudarnos a salir de ellas. Creo que en cada caja se esconde algo interesante, quizás no en su forma más elegante o eloquente, sin embargo como expresión de una necesidad humana. Me ha parecido interesante ver como la palabra "empatía" ha aparecido en todo este debate, apuntando quizás hacia un nuevo horizonte donde no se trata de victimizar a las mujeres o criminalizar a los hombres, sino encontrar una modalidad de relación que permita superar los estereotípos, las reglas, lo cultural y lo politicamente correcto (aquí el artículo "La empatía es sexy (y feminista)"). Me he quedado sorprendida al ver que esta palabra ha generado tantas olas y molestias. Entiendo que cuando entramos en el territorio del sexo estamos cruzando una frontera muy delicada: estamos entrando en lo más intimo, vulnerable, personal, visceral y primordial del ser humano. No me sorprende que la gente se ponga en alerta y quiera saber que queremos hacer ahí. En el intento de hablar de sexualidad como construcción cultural es inevitable que digamos algo que no representa el escenario de algunas personas, que nos metamos donde no nos toca, que expresemos una verdad personal y subjetiva de manera demasiado generalizada. Es comprensible que nadie quiera tener su vida sexual reglamentada por otras personas, que se establezca lo que es "correcto" y lo que "no". Por esto me parece tan increiblemente complejo llevar esta conversación en el ámbito juridico donde se pretende encontrar parametros fijos y generales para algo que es tan personal y lleno de matices. Me imagino que es esto lo que le preocupa a la doctora Pérez, que alguien se ponga a pontificar sobre el tipo de sexualidad que se debería tener. Estoy con ella en esto. Pero me parece que no estamos precisamente libres de condicionamientos con respecto al sexo, así que no entiendo como introducir el concepto de empatía en este contexto pueda parecer algo limitante, condicionante, normativo. ¿A caso hay algún rincón de nuestra vida que no está organizado en función de normas culturales, sociales, experiencias previas, traumas y predisposiciones personales? ¿A caso no nos beneficia a todxs cuestionar nuestras creencias y revisarlas, actualizarlas? En un escenario social donde la experiencia sexual de muchas personas es marcada por el dolor y la angustia, ¿no será útil ponernos a reflexionar conjuntamente sobre los factores que contribuyen a esta realidad para desarrollar nuevos paradigmas? Me parece que defender la libertad sexual y participar en esta reflexión no son cosas incompatibles. ¿Podría ser que tenemos distintas ideas sobre lo que es la empatía? Mi opinión es que sí, hay bastante confusión con respecto a esta palabra. Cito una parte del artículo de la doctora Pérez: "La empatía es una habilidad afectiva, cognitiva y emocional que puede poseer el individuo. Por tanto, no se inscribe como un proceso automático y requiere de cierta destreza para ponerla en práctica en las relaciones interpersonales. La empatía, como muchos sospecharán, mejora cuanto más conocemos a la otra persona. Así, follar con empatía requeriría de contacto, de conocimiento del otro y de cierto grado de compromiso. Follar con empatía en el sexo casual es muy difícil e incluso cuando no se trata de un encuentro esporádico, la mayoría de los mortales no follamos para poner a prueba nuestras habilidades de empatía, comunicación y asertividad.". La información a mi disposición (que es un poco demasiada para poderla citar toda, pero pongo Carl Rogers, Marshall Rosenberg, Dan Siegle, Rick Hanson, Peter Levine, Brené Brown y Arthur Ciaramicoli para empezar) me hace creer que la empatía no es una habilidad afectiva que puede poseer un individuo, sino la función primordial que ha asegurado la superviviencia de nuestra especie. Es una función en parte totalmente inconsciente que ocurre a través de nuestras neuronas espejos y que sirve para ponernos en sintonía con otro ser humano, algo sumamente útil para nuestra existencia. Es una de las primeras funciones que se activan en los bebés. En otras palabras, es algo que no podemos evitar. Lo que si es cierto es que esta misma capacidad de sintonizarnos con la otra persona nos puede servir por fines diferentes: colaborar o torturar, crear vínculo o crear trampas. Así que esta capacidad innata se beneficia mucho de ser canalizada por nuestra intención, y nuestra intención está sujeta, entre otras cosas, a nuestro entorno cultural y las creencias que habitan en él. Esto es lo que nos permite anular nuestra empatía hacia aquellas personas que culturalmente "no se lo merecen" o sea, todas aquellas personas que están relegadas a las periferias de nuestra piramide social. Esto es lo que nos permite pasar frente a una persona sin hogar y no sentir nada en especial, o quizás sentirlo pero no hacerle caso para poder seguir con nuestro día. Es mi firme creencia que vivimos en un entorno cultural que está operando cada vez más de una manera que disminuye y hace insostenible la empatía. Nuestra organización socio-económica produce demasiado sufrimiento para que podamos mantenernos conectadxs con la empatía y no destrozarnos. La empatía tiene que desactivarse para que podamos funcionar en este entorno ostíl. Esto se llama, en algunos ámbitos, shock traumático, o "disociación". Y no es beneficioso. No es tanto la empatía en si que requiere destreza, en mi opinión, sino la voluntad de hacerle caso y actuar en consecuencia. Y por supuesto, como la mayor parte de las cosas, esto no se aprende de un libro sino desde la experiencia, es decir de haber experimentado desde temprana edad la presencia empática de nuestrxs cuidadores y sus respuestas hacia nuestras experiencias emocionales. Si tenemos presente que las normas culturales predominantes estipulan que el cuidado de los niños debería frenar sus expresiones emotivas y hacerles fuertes (lo que se resume en frases como: "Los niños no lloran"), quizás nos parece lógico que sean justamente los hombres los que se ven más perjudicados en el desarrollo de la destreza de mantenerse conectados con su empatía natural. No digo esto para justificar la falta de conexión con la empatía y los comportamientos que puedan resultar, sino para ofrecer algo que nos ayude a comprender en lugar de juzgar. Creo que esto nos invita a reflexionar sobre las implicaciones de la crianza y educación en lo que concierne la creación de un conjunto de ideas y comportamientos que llamamos "patriarcado". Nos ayuda a vislumbrar que cuando hablamos de sexo no podemos ignorar que la sexualidad es un evento inevitablemente emotivo y por lo tanto vinculado a y marcado por nuestras experiencias relacionales en temprana edad. Esto creo que por la mayoria de las persona se traduce con entrar en un territorio vulnerable. Es importante recordar también que según las investigaciones de la neuro ciencia, la empatía es una función del neo cortex, mientras que las funciones reproductivas están situadas en una parte más primitiva del cerebro, el límbico. Sería, desde mi punto de vista, una oportunidad perdida deducir entonces que el sexo está destinado a ser gobernado por pulsiones e instintos "fuera de nuestro control" y que es este tipo de sexo "visceral, animal" lo que es "bueno, sano, divertido, placentero" y que una sexualidad que incluye las funciones del neo cortex es "aburrida, mecánica y moralista". Como seres humanos tenemos una biología compleja: nuestro cerebro límbico funciona en muchas maneras de la misma forma que en cualquier otro mamifero, pero nosotrxs también tenemos un sentido de identidad propia, cosa que en otros mamiferos no es tan marcada. Considero que esto nos puede poner en la situación de tener impulsos que no están dirigidos tanto a la supervivencia y bienestar de nuestra especie, como colectivo, sino a nuestra superviviencia y bienestar individual y esto nos puede resultar en comportamientos que, como estamos comprobando en muchos ámbitos, generan mucho sufrimiento y son incluso incompatibles con la superviviencia de nuestra especie a largo plazo. Supongo que será por esto que hemos desarrollado la capacidad de empatizar, para regular nuestros impulsos individualistas y equilibrarlos con comportamientos que toman en consideración las necesidades de otros seres. Quizás los tiempos nos piden evolucionar y tomar posesión de este software 0.1 que hemos tenído la suerte de desarrollar pero que todavía no hemos casi sacado de la caja: el neo cortex. Ahí encontraremos también otra función interesante: la consciencia, en este contexto definida como la capacidad de saber que es lo que nos está pasando a nivel emocional, cognitivo y corporal. La consciencia, a diferencia de la empatía, sí que necesita entrenamiento, como demuestra la tradición meditativa milenaria de los budista. Nuestro sistema nervioso está diseñado para automatizar el mayor número de acciones para que las podamos llevar a cabo literelmente "sin pensar". A veces esto "sin pensar" se confunde con "espontaneidad", pero en mi opinión hay una diferencia importante entre las dos cosas. En el proceso de automatizacción entran en juego factores culturales y condicionamientos sútiles que se instalan de manera insconsciente y subliminal, simplemente por el hecho de vivir en un entorno determinado, así que "sin pensar" podemos acabar con comportamientos que son el fruto de muchos condicionamientos y para nada "espontáneos". La espontaneidad, para mi, sería más bien la respuesta de un sistema nervioso que está funcionando con todas sus facultades en un estado de consicencia que le permite encontrar una respuesta adecuada a la situación presente, adecuada en este caso quiere decir que tenga en consideración las necesidades individuales y colectivas. A este tipo de espontaneidad llegamos cuando tenemos nuestra facultad de ser conscientes bien entrenada y nuestro neo cortex bien conectado. Así que cuando hablamos de espontaneidad en el sexo ¿ de que estamos hablando? Espero que la propuesta de la doctora Pérez y otras personas que se suman a su discurso no sea de mantener la sexualidad en un territorio inexplorado por la consciencia. Me preocupa que en nuestro intento de preservar la autonomía y libertad de expresión nos negamos a poner cuestión nuestros automatismos y mirar en que creencias y experiencias se sostienen. No es un mandato, que cada cual haga lo que le apetezca, por supuesto, pero ¿no sería interesante ver hacia donde podría llegar la humanidad si realmente empezaramos a integrar todas las capacidades de las que somos dotadxs? Si el sexo dejara de ser simplemente una pulsión o una sublimación reprimida por normas culturales y empezara a ser un acto plenamente integrado, quizás necesitaríamos inventar una nueva palabra para definirlo. Quizás la doctora Pérez se refiere al conocimiento de los gustos y preferencias de lxs demás cuando dice que la empatía "mejora cuanto más conocemos a la otra persona". Escribo estas palabras después de 5 días en un curso intensivo de Hakomi (Mindfulness aplicado al auto-estudio) y puedo garantizar por experiencia reiterada que es perfectamente posible sentarse frente a una persona desconocida, mirarle los ojos sin hablar y tener una sensación más acertada que no de su estado emocional. Lo que ocurre es que hay que querer conectar con el estado emocional de la otra persona, si no lo único que ves son un par de ojos. Y es este querer que hace que nos sintonicemos con nuestra empatía innata, este querer necesita de nuestra consciencia, de nuestro neo cortex. No hace falta conocer la persona, solo hace falta querer abrirnos a conectar con ella y nuestra empatía está ahí, lista para hacerlo posible. Cito otra parte del artículo: "¿Tan débiles somos las mujeres que no podemos lidiar con una experiencia incómoda en nuestra intimidad? ¿Necesitamos protección hasta cuando no nos corremos? ". Si cambiamos la palabra débiles por vulnerables, quizás conectamos con otra cualidad. La doctora Pérez hace referencia a la experiencia de un coito donde el hombre llega al orgasmo y la mujer no y me parece muy valioso que nos invite a tomar responsabilidad por nuestros deseos y placer, por supuesto, pero hay muchas maneras de correrse uno y la otra no. Una manera es correrse y preguntar a tu pareja "¿Qué tal te has quedado? ¿Te apetece que haga algo para ti?" y la otra es correrse, darlo todo por acababado, girarse para el otro lado y ponerse a dormir. A mi me han pasado las dos cosas y puedo decir que prefiero la primera sin duda, y no tanto por querer correrme, que también, sino porqué en esta primera situación me siento vista, tomada en consideración. La doctora Pérez habla de "amantes hábiles y amantes torpes", bueno, es una manera de decirlo, yo quizás optaría por "amantes que entran en conexión con sus parejas desde la empátía y amantes que, por los motivos que sean, están más centrados en su própria experiencia que otra cosa." Y aunque esto puede ocurrir en ámbos generos, creo que sería una falta de rigor estadístico no reconocer que ocurre más en un genero que en otro, y no porque este genero sea intrinsicamente "malo", sino porque este genero (como el otro) se construye alrededor de ciertas creencias y paradigmas que lo hacen más probable, más automático. Quizás la doctora Pérez nos invita a hacernos fuertes frente a situaciones como éstas y manifestarnos, entablar conversaciones con nuestras parejas, pedir lo que queremos. O quizás nos invita a no tomárnoslo tan a pecho y pensar :"Bueno, no es para tanto" y si no fuera que mi trabajo me lleva a ver la inmensa vulnerabilidad del ser humano a diario, estaría de acuerdo. Sí, somos seres vulnerables, mucho más de lo que nos gusta pensar, y vivimos en un entorno muy poco sensible a esta vulnerabilidad y por esto pagamos las consecuencias en nuestras depresiones, obsesiones, inseguridades, miedos, adicciones y trastornos. Por esto somos una sociedad en la cual la "enfermedad mental" está en constante aumento. Hacernos "fuertes" no parece que nos sirve mucho, cultivar la empatía, en cambio, tiene un potencial sanador extraordinario. La empatía genera las condiciones para que podamos hablar y pedir lo que verdaderamente queremos sin el miedo aplastante al rechazo, la ridiculización, el castigo, la culpabilidad. Utilizar la empatía como barómetro de nuestras relaciones en lugar del "consentimiento" nos pide estar más conscientes, sea con desconocidxs que con nuestras parejas estables, y desde luego esto es más complicado y más difícil de regular con normas y fórmulas jurídicas. De hecho, si realmente esto fuera el caso, creo que seremos más libres, porque el encuentro empático es único y pertenece a las personas que lo viven en todos sus matices sútiles. Cuando estamos en empatía no nos limitamos a tener el consentimiento al principio y después "todo vale", sino nos mantenemos en conexión a lo largo de todo el encuentro, sintonizandonos con las evoluciones y cambios que ocurren. Si esto suena muy difícil, nos animo a pedirnos un poco más, un poco más de disponibilidad a hacer el esfuerzo de ser realmente humanxs. Estoy muy de acuerdo con la doctora Pérez cuando dice: "...hablar de “sexo patriarcal” para criminalizar aquellas situaciones donde el varón tiene la iniciativa sexual o donde el deseo no es correspondido me parece un intento feo, muy feo, de condenar, por un lado, al hombre como eterno enemigo y crear, por otro, la idea de que el sexo es territorio hostil para las mujeres". No me parece que haya algo intrínsecamente dominante en hacer una propuesta, siempre que estamos preparadxs a aceptar un "no" y no entrar en manipulaciones de todo tipo para obtener un "sí". Quizás podríamos hablar de "acuerdo" en lugar de consentimiento. ¿Estamos de acuerdo que queremos follar, a pesar de quien a tomado la iniciativa? ¿Estamos creando un entorno donde es posible manifestar la falta de deseo sin que esto tenga consecuencias desagradables de algún tipo? Decir "no" no es tan fácil como nos gustaría: cuando estamos bajo estrés y nuestro sistema nervioso entra en estado de congelamiento, nos cuesta pensar, hablar, sentir, movernos. Podría parecer que estamos consintiendo pero la mirada empática se percata de las señales sutiles. Siempre que queramos percatarnos, en otras palabras, siempre que estamos abiertxs a no poner nuestra individualidad y sus deseos como la única referencia. La empatía nos invita a estar en un estado de presencia, libres de ideas preconcebidas y suposiciones, a abrirnos y sentir lo que está vivo en el momento presente y responder a ello desde el deseo de aportar positivamente a la experiencia de la otra persona, de manera espontanea. ¿Cómo podría esto ser dañino para nuestra sexualidad? Cuando la doctora Pérez dice: "la mayoría de los mortales no follamos para poner a prueba nuestras habilidades de empatía, comunicación y asertividad." quizás vale la pena preguntarse: y para que follamos, exactamente? Si quieres saber más sobre la Integración Relacional y lo que propone te invito a mirar aquí. |
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