Déjame saber si esto no te ha pasado nunca. Le dices a un amigo que tuviste un resfriado horrible la semana pasada, él te comenta que su jefe y su tío también se enfermaron: "debe haber algo en el aire". Le dices a otra amiga que tuviste una discusión con tu novio, ella le dice que también tuvo problemas con su madre: "parece que mercurio está retrógrado y dificulta la comunicación". Le dices a otro amigo que perdiste tu trabajo, él te dice que "seguramente el universo tiene mejores planes para ti". ¿Experimentas algo entre la irritación, la tristeza o la sensación de no ser realmente entendidx cuando recibes estas respuestas? Tal vez eres una persona muy comprensiva y sabes que en el fondo tus amigxs tienen muy buenas intenciones cuando te responden de esa manera, y así puedes apreciar sus esfuerzos para aliviar tu sufrimiento.
En búsqueda de razones En mi experiencia, este tipo de interacciones raras veces conducen a una exploración más profunda de la situación actual. Una vez que parece que hemos identificado la causa de nuestro sufrimiento, tendemos a dejar de seguir prestando atención. Es raro que alguien, al enterarse de nuestros problemas, nos diga: "¿Y cómo es eso para ti?" o "¿Qué te está molestando realmente acerca de esto?". Parece que tenemos una predilección por la resolución de los problemas desde un punto de vista lógico y analítico, nos gusta entender, clasificar, organizar y explicar nuestras experiencias de una manera ordenada y sin costuras. Y una vez que lo hemos hecho, lo damos por acabado como si esto fuera el objetivo final, aunque seguimos sintiéndonos mal. Es incuestionable que entender trae algún tipo de alivio. Comprender y dar sentido a nuestro mundo es un proceso absolutamente esencial de la psique humana y nos proporciona el terreno en el cual podemos apoyarnos. Aunque esencial, este proceso no es, en sí mismo, suficiente para traer un verdadero sentido de paz. A menudo pasamos por alto el hecho de que, además de comprender nuestras experiencias con nuestro intelecto, también debemos integrarlas a través de nuestro ser emocional y físico. Sintiendo las emociones Esto es mucho menos sencillo que explicar las cosas intelectualmente. Es un proceso bastante complejo, incoherente y, francamente, difícil de sostener. Nuestras emociones no solo quieren ser analizadas, quieren que las sintamos, requieren una comprensión más profunda, una comprensión más bien experiencial y de múltiples capas que a menudo comienza con una niebla confusa y solo se aclara lentamente. Las emociones a menudo necesitan tiempo y silencio para desplegarse, necesitan un descanso de la pregunta "pero ¿por qué?". Piden ser dejadas en paz y simplemente existir por un tiempo, antes de que podamos comenzar a descifrar sus mensajes. Esto es inquietante e incómodo. En general, este es el momento en que empezamos a pensar que "las cosas suceden por una razón" y esto parece ofrecer algún tipo de esperanza. Somos muy buenos para inventar estas "razones", a veces incluso pensamos que la simple noción de que debe haber una razón es suficiente, aunque es posible que nunca sepamos cuál es. ¡Creo que hay una razón para buscar toda esta razón ! Cuando entendemos (o pensamos que entendemos) la causa de un evento, sentimos cierta agencia sobre él. Básicamente, creemos que podemos controlar los eventos entendiendo los factores subyacentes que los causan y esto es cierto, en la mayoría de los casos. Incluso cuando estas razones no nos ofrecen control directo sobre las cosas, como en el caso de las explicaciones astrológicas o religiosas, al menos nos sentimos segurxs de que no vivimos en un universo aleatorio donde las cosas suceden simplemente porque sí. Eso es lo peor que le puede pasar a un humano: la aleatoriedad. Necesitamos creer que vivimos en un mundo que tiene sentido o nuestro sentido de supervivencia está en juego. ¿Cómo podríamos sobrevivir en un mundo aleatorio? No podríamos planificar nuestras acciones o predecir sus resultados. No podríamos mantenernos a salvo, seríamos absolutamente vulnerables. Así es exactamente como nos sentimos cuando permitimos que nuestras emociones simplemente sean: nos sentimos indefensxs. Aceptar la vulnerabilidad Aunque es incuestionable que necesitamos tener un sentido de agencia sobre nuestras vidas y hacemos bien en esforzarnos para tratar de entender el mundo en que vivimos, también creo que es una parte esencial de nuestro proceso de maduración poder aceptar la vulnerabilidad inherente a nuestra condición humana y dejar de defendernos de ella creando explicaciones para las cosas que suceden en nuestras vidas. Simplemente no sabemos si hay una razón por la cual nuestra madre contrajo cáncer o nuestro compañero se fue repentinamente a navegar los siete mares. Por todos los esfuerzos que hagamos para mantener todo bajo control y seguro, nuestro gato todavía morirá y el pelo se nos caerá, como la poeta Ellen Bass señala con ternura en su poema "Relájate". Tenemos mucho que ganar con la incómoda experiencia de aprender a enfrentar nuestra vulnerabilidad en un mundo que guarda sus explicaciones principalmente para sí mismo. Cuando relajamos nuestro esfuerzo por comprender y explicar, de repente podemos permitirnos ser, experimentar, saber cómo es vivir lo que estamos viviendo. En lugar de buscar frenéticamente la respuesta, podemos sentarnos y admitir que no tenemos ninguna pista y aún así, aquí estamos, vivxs. Es notable cómo esto puede abrir nuevas posibilidades para otro tipo de comprensión, un sentido más completo y profundo de estar vivx y participar directamente en el movimiento de un mundo en el que claramente no somos las mentes maestras. En lugar de expender la energía en intentar entender "¿Porqué?", podríamos explorar "¿Cómo es esto?" y "¿Qué hago yo con ello?". No es necesariamente un camino que nos proteja del dolor, pero como de todas formas esto es inevitable, nos brinda una sensación de verdadera conexión con la experiencia de ser humano. Me pregunto si esto puede llegar a ser tan importante para nosotrxs como nuestra necesidad de seguridad. Tampoco tenemos que caer en una actitud nihilista o cínica, que, en mi opinión, sigue siendo una defensa de la experiencia de la vulnerabilidad. Podemos comenzar a explorar los límites entre lo que está en nuestras manos para moldear y conformar y lo que simplemente requiere que nos sentemos con las manos en nuestro regazo y sintamos lo que es no estar a cargo, tratando de aceptar esa confusión y desconcierto. Son experiencias ineludibles del ser humano. En la formación anual de Integración Relacional que comenzará el próximo Septiembre en Barcelona, vamos a explorar este y muchos otros temas que nos permitan aprender a vivir con más libertad y presencia. Si te interesa este camino puedes tener más información aquí
1 Comment
|
Conecta conmigo para explorar como te puedo apoyar en tu proceso de desarrollo Categories
All
Archives
January 2025
|