En realidad no se trata de poner limites, porque los limites ya están. Lo que ocurre es que a veces tenemos dificultad con verlos, aceptarlos, respetarlos o incluso rebajarlos. Muchas veces solo escuchamos hablar de limites cuando la dificultad es no saber mantenerlos, pero es igual de difícil para una relación si hay demasiados limites, o si estos limites son muy rígidos. ¿Cual es tu experiencia con los limites? Si pensamos en una célula, el limite sería la membrana. Esta membrana es permeable y por esto la célula está en contacto constante con su entorno, recibiendo lo que le sirve, expulsando lo que no le sirve. De esta manera también las células se pueden organizar y colaborar, cada una manteniendo su lugar, su membrana y a la vez encontrando puntos de unión con la otra. El limite es el guardián de nuestra relación Entrar en contacto con otro ser es complejo. Se trata de equilibrar toda una serie de factores que están en constante flujo: las emociones, los deseos, los hábitos y necesidades de las personas implicadas en la relación. Los limites nos permiten regular este proceso de relacionarnos, de equilibrarnos. Si los limites desaparecen, si son demasiado sólidos, se complica mantener este equilibrio. Cuando no hay limites lo que suele pasar es que aparecen exigencias, culpabilidad, resentimiento, manipulación, chantaje, castigo y control, Cuando hay demasiados limites aparece la incomprensión, la frialdad, la distancia y la soledad. Limites y hábitos Como todos organismos, aprendemos a relacionarnos con nuestro entorno en función de las experiencias que tenemos en él. Y a partir de estas experiencias desarrollamos hábitos, lo que a veces no confundimos y llamamos "mi manera de ser". Un habito no representa lo que soy sino lo que he aprendido a ser. Si nuestras experiencias relacionales han sido basadas en la empatía, el respeto, la consideración y la colaboración, es probable que hayamos desarrollado el hábito de mantener nuestro limites flexibles, que sepamos cuando hay que distanciarse y cuando hay que acercarse. Podemos estar en una relación fluida con los limites y adaptarnos a las circunstancias. Cuando necesitamos espacio, lo podemos tomar de una manera tranquila y libre de culpabilidad. Cuando nos acercamos lo podemos hacer sin miedo y con entrega. Cuando hemos tenido relaciones basadas en la indiferencia, la manipulación, el castigo, la imposición, la exigencia y la desconfianza, es muy probable que hayamos desarrollado ciertos hábitos con respecto a los limites. mu Los hábitos hablan Los hábitos en los que tendemos a hacernos cargo de lxs demás, a controlar, a sentirnos culpables, a no expresarnos con autenticidad, nos hablan tal vez de experiencias donde nuestra individualidad no ha sido reconocida, celebrada y no hemos experimentado procesos sanos de negociación y colaboración. En los hábitos que tienden a no querer depender del otro, a mantener la distancia a no entrar en profundidad, tal vez encontramos pistas a experiencias dolorosas de no poder contar con lxs demás, de sentirnos incomprendidxs, solxs, de tener que apañarnos o protegernos de una invasión. Relacionarnos desde la libertad Es posible llegar a sanar las experiencias que han originado estos hábitos y volver a recuperar nuestra capacidad de vivir con espontaneidad y libertad. Podemos aprender a recuperar la confianza en nosotrxs, a desarrollar la capacidad de decir "no" sin sentirnos culpables o de decir "si" sin tener miedo a que nos van a invadir. Se trata de un proceso de auto conocimiento y sanación, donde vamos a poder no solo entender lo que pasó, sino ofrecernos la experiencia de procesarlo y sanarlo a nivel emocional y fisiológico. Los hábitos no se cambian de un día para otro, no se puede forzar el cambio con ideas y conceptos, necesitamos poder re establecer nuestra membrana a través de experiencias reiteradas de seguridad, colaboración y empatía. Necesitamos aprender cosas que no pudimos aprender como la capacidad de expresarnos claramente, de negociar, de recibir un "no" sin alterarnos, de gestionar nuestras emociones y por lo tanto saber acompañar las emociones de lxs demás. Es un camino, lleno de imprevistos, curvas, retrocesos, subidas y bajadas y a la vez un camino que nos permite crecer y alcanzar ser libres. Si sientes el llamado hacia este viaje, te invito a participar en el curso online que voy a ofrecer a partir de Septiembre, será una oportunidad muy valiosa de aprender y practicar herramientas que nos sirvan para sanar y crear relaciones más sanas con nosotrxs mismxs y lxs demás. ¡Te espero!
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"Educar" se hace en muchos sitios: el las escuelas, en las casas, en las calles, en los lugares de ocio y de trabajo. Educar quiere decir ofrecer experiencias de las cuales vamos a aprender quienes somos, que podemos hacer en este mundo y que podemos esperarnos de él. Todas las personas participamos en este proceso, a la vez, las madres, los padres y las personas que se dedican profesionalmente a la educación son, sin dudas, las que tienen más posibilidades de afectar este proceso fundamental para nuestra sociedad y cultura. Por esto me parece tan importante que se les ofrezcan los recursos necesarios para cumplir con esta labor.
¿Cuales son las experiencias que ofrecemos a lxs niñxs en nuestro cuidado? ¿Cuales son los valores que gobiernan la educación? ¿Qué aprendizaje queremos que ocurra a raíz de estas experiencias? ¿Tenemos herramientas que nos ayuden en este proceso? En este artículo quiero presentar algunas de las herramientas que han sido más valiosa en mi recorrido como maestra y educadora de niñxs y adultxs. UNA CULTURA DE DOMINACIÓN Los procesos educativos están enmarcado por la cultura ya existente, que ahonda sus raíces en los rincones más profundos de todos los seres humanos que pertenecen a ella. Transformar nuestra cultura quiere decir transformarnos, transformar aquellos rincones tan profundos que, a veces, no podemos ni ver. Educar no nos deja indiferentes, si realmente nos implicamos en un proceso vivo, donde se encuentra el impulso de trasmisión de lo existente y el impulso de transformación de lo nuevo, que nos viene, muchas veces. a través de lxs niñxs. La cultura que nos enmarca es una estructura diseñada para que ocurra una relación de dominación entre las personas que tienen poder y las personas que no lo tienen. Para que esta estructura se mantenga necesitamos toda una serie de construcciones como las ideas de "bien y mal", "castigo y recompensa", "obligación y culpa". Sin estas ideas no sería posible dominar. Sin estas ideas no habría violencia. La violencia no es lo mismo que la agresividad. La agresividad es una energía que surge de manera espontánea en todos los organismos que se ven amenazados y su función es protegerse. La violencia no protege sino ataca. PRÁCTICAS PARA UNA EDUCACIÓN NO-VIOLENTA Desafiar y cuestionar los pilares de la cultura de dominación nos invita a entrar en un proceso de auto descubrimiento y transformación como educadorxs. Nuestra curiosidad, honestidad y apertura son los vehículos de esta transformación. Necesitamos herramientas que nos faciliten el proceso de investigación y cuestionamiento de los conceptos fundamentales de la dominación. La Comunicación NoViolenta de Marshall Rosenberg nos ofrece un mapa excelente para empezar a sacar a la luz el tramado invisible de la cultura de la dominación, encontrando maneras de transformar el juicio en un camino poderoso de conexión con las necesidades vitales y, desde ahí, buscando maneras de poderlas satisfacer sin imponer la violencia. Estas herramientas nos permiten empezar un proceso de transformación que nos devuelve a nuestra naturaleza empática, colaborativa y solidaria. En el paradigma de la ínter-dependencia descubrimos la posibilidad de una cultura dirigida a cuidar todos los seres vivos. ¿Cómo cambiarían nuestros centros de educación si estuvieran enmarcados en una cultura de la ínter-dependencia? ¿Qué pasos son necesarios para que esta transformación se haga realidad? ¿Puedes imaginarte relaciones libres de castigos? ¿Confías en la posibilidad de resolver conflictos sin que hayan ganadorxs y perdedorxs? CUERPO, EMOCIONES, PENSAMIENTOS Separar el cuerpo desde las emociones y los procesos cognitivos es otra manera de ser violentxs y atacar la unidad primordial del organismo humano, donde todo funciona en unisono. Aprender a escuchar el lenguaje sutil del cuerpo, atender a las emociones, poner el intelecto al servicio de los procesos vitales y no al revés, es el camino hacia el respeto del individuo y de la comunidad, construyendo redes de confianza y colaboración basadas en el dialogo, la exploración y la creatividad. El Mindfulness es una práctica milenaria que pertenece a la tradición Budista. Nos invita a fortalecer nuestra capacidad de observar nuestros pensamientos, y todo lo que ocurre en nuestra experiencia incluyendo el cuerpo y las emociones. A través de esta observación podemos encontrar una relación más espaciosa, creativa y resiliente con los que nos ocurre y, por ende, aprender a relacionarnos con la experiencia de las demás personas con más tranquilidad y comprensión. El Focusing de Eugene Gendlin, un proceso que surge desde el ámbito de la psicoterapia humanista, nos ofrece una herramienta invaluable para acompañar los procesos emocionales de una manera respetuosa y creativa. Es un proceso de cuidado emocional que fortalece los vínculos entre las personas y proporcionas más claridad e integración entre cuerpo, mente e intelecto. RESPETAR EL ORGANISMO HUMANO Conocer el funcionamiento del organismo humano en sus 3 componentes, física, emocional y cognitiva es sumamente importante para poder guiar nuestras intervenciones educativas. Sin tener este conocimiento, muy a menudo, y con las mejores intenciones, acabamos utilizando estrategias que no respetan nuestra naturaleza humana y nos fuerzan a cumplir con mandatos que provienen más bien desde la cultura de la dominación. La Neuro Biología Interpersonal y la Teoría del Apego nos ofrecen información imprescindible para entender y respetar el organismo humano en su complejidad. El ser humano es relacional en su esencia, su bien estar se basa en relaciones de confianza, pertenencia, respeto, cuidado y colaboración. Sin esto nos encontramos inevitablemente en un estado de estrés que favorece la violencia como respuesta desviada del miedo y la inseguridad. Necesitamos entender nuestra fisiología para que nuestras estrategias educativas sean constructivas y creadoras de bien estar. Te animo a investigar por tu cuenta estas herramientas y descubrir como pueden enriquecer tu experiencia como madre/padre o educador/a. Si te interesa, puedes explorar mis formaciones, donde propongo un programa diseñado específicamente para introducir estas herramientas y adaptarlas al mundo de la educación. |
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