En realidad no se trata de poner limites, porque los limites ya están. Lo que ocurre es que a veces tenemos dificultad con verlos, aceptarlos, respetarlos o incluso rebajarlos. Muchas veces solo escuchamos hablar de limites cuando la dificultad es no saber mantenerlos, pero es igual de difícil para una relación si hay demasiados limites, o si estos limites son muy rígidos. ¿Cual es tu experiencia con los limites? Si pensamos en una célula, el limite sería la membrana. Esta membrana es permeable y por esto la célula está en contacto constante con su entorno, recibiendo lo que le sirve, expulsando lo que no le sirve. De esta manera también las células se pueden organizar y colaborar, cada una manteniendo su lugar, su membrana y a la vez encontrando puntos de unión con la otra. El limite es el guardián de nuestra relación Entrar en contacto con otro ser es complejo. Se trata de equilibrar toda una serie de factores que están en constante flujo: las emociones, los deseos, los hábitos y necesidades de las personas implicadas en la relación. Los limites nos permiten regular este proceso de relacionarnos, de equilibrarnos. Si los limites desaparecen, si son demasiado sólidos, se complica mantener este equilibrio. Cuando no hay limites lo que suele pasar es que aparecen exigencias, culpabilidad, resentimiento, manipulación, chantaje, castigo y control, Cuando hay demasiados limites aparece la incomprensión, la frialdad, la distancia y la soledad. Limites y hábitos Como todos organismos, aprendemos a relacionarnos con nuestro entorno en función de las experiencias que tenemos en él. Y a partir de estas experiencias desarrollamos hábitos, lo que a veces no confundimos y llamamos "mi manera de ser". Un habito no representa lo que soy sino lo que he aprendido a ser. Si nuestras experiencias relacionales han sido basadas en la empatía, el respeto, la consideración y la colaboración, es probable que hayamos desarrollado el hábito de mantener nuestro limites flexibles, que sepamos cuando hay que distanciarse y cuando hay que acercarse. Podemos estar en una relación fluida con los limites y adaptarnos a las circunstancias. Cuando necesitamos espacio, lo podemos tomar de una manera tranquila y libre de culpabilidad. Cuando nos acercamos lo podemos hacer sin miedo y con entrega. Cuando hemos tenido relaciones basadas en la indiferencia, la manipulación, el castigo, la imposición, la exigencia y la desconfianza, es muy probable que hayamos desarrollado ciertos hábitos con respecto a los limites. mu Los hábitos hablan Los hábitos en los que tendemos a hacernos cargo de lxs demás, a controlar, a sentirnos culpables, a no expresarnos con autenticidad, nos hablan tal vez de experiencias donde nuestra individualidad no ha sido reconocida, celebrada y no hemos experimentado procesos sanos de negociación y colaboración. En los hábitos que tienden a no querer depender del otro, a mantener la distancia a no entrar en profundidad, tal vez encontramos pistas a experiencias dolorosas de no poder contar con lxs demás, de sentirnos incomprendidxs, solxs, de tener que apañarnos o protegernos de una invasión. Relacionarnos desde la libertad Es posible llegar a sanar las experiencias que han originado estos hábitos y volver a recuperar nuestra capacidad de vivir con espontaneidad y libertad. Podemos aprender a recuperar la confianza en nosotrxs, a desarrollar la capacidad de decir "no" sin sentirnos culpables o de decir "si" sin tener miedo a que nos van a invadir. Se trata de un proceso de auto conocimiento y sanación, donde vamos a poder no solo entender lo que pasó, sino ofrecernos la experiencia de procesarlo y sanarlo a nivel emocional y fisiológico. Los hábitos no se cambian de un día para otro, no se puede forzar el cambio con ideas y conceptos, necesitamos poder re establecer nuestra membrana a través de experiencias reiteradas de seguridad, colaboración y empatía. Necesitamos aprender cosas que no pudimos aprender como la capacidad de expresarnos claramente, de negociar, de recibir un "no" sin alterarnos, de gestionar nuestras emociones y por lo tanto saber acompañar las emociones de lxs demás. Es un camino, lleno de imprevistos, curvas, retrocesos, subidas y bajadas y a la vez un camino que nos permite crecer y alcanzar ser libres. Si sientes el llamado hacia este viaje, te invito a participar en el curso online que voy a ofrecer a partir de Septiembre, será una oportunidad muy valiosa de aprender y practicar herramientas que nos sirvan para sanar y crear relaciones más sanas con nosotrxs mismxs y lxs demás. ¡Te espero!
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"Educar" se hace en muchos sitios: el las escuelas, en las casas, en las calles, en los lugares de ocio y de trabajo. Educar quiere decir ofrecer experiencias de las cuales vamos a aprender quienes somos, que podemos hacer en este mundo y que podemos esperarnos de él. Todas las personas participamos en este proceso, a la vez, las madres, los padres y las personas que se dedican profesionalmente a la educación son, sin dudas, las que tienen más posibilidades de afectar este proceso fundamental para nuestra sociedad y cultura. Por esto me parece tan importante que se les ofrezcan los recursos necesarios para cumplir con esta labor.
¿Cuales son las experiencias que ofrecemos a lxs niñxs en nuestro cuidado? ¿Cuales son los valores que gobiernan la educación? ¿Qué aprendizaje queremos que ocurra a raíz de estas experiencias? ¿Tenemos herramientas que nos ayuden en este proceso? En este artículo quiero presentar algunas de las herramientas que han sido más valiosa en mi recorrido como maestra y educadora de niñxs y adultxs. UNA CULTURA DE DOMINACIÓN Los procesos educativos están enmarcado por la cultura ya existente, que ahonda sus raíces en los rincones más profundos de todos los seres humanos que pertenecen a ella. Transformar nuestra cultura quiere decir transformarnos, transformar aquellos rincones tan profundos que, a veces, no podemos ni ver. Educar no nos deja indiferentes, si realmente nos implicamos en un proceso vivo, donde se encuentra el impulso de trasmisión de lo existente y el impulso de transformación de lo nuevo, que nos viene, muchas veces. a través de lxs niñxs. La cultura que nos enmarca es una estructura diseñada para que ocurra una relación de dominación entre las personas que tienen poder y las personas que no lo tienen. Para que esta estructura se mantenga necesitamos toda una serie de construcciones como las ideas de "bien y mal", "castigo y recompensa", "obligación y culpa". Sin estas ideas no sería posible dominar. Sin estas ideas no habría violencia. La violencia no es lo mismo que la agresividad. La agresividad es una energía que surge de manera espontánea en todos los organismos que se ven amenazados y su función es protegerse. La violencia no protege sino ataca. PRÁCTICAS PARA UNA EDUCACIÓN NO-VIOLENTA Desafiar y cuestionar los pilares de la cultura de dominación nos invita a entrar en un proceso de auto descubrimiento y transformación como educadorxs. Nuestra curiosidad, honestidad y apertura son los vehículos de esta transformación. Necesitamos herramientas que nos faciliten el proceso de investigación y cuestionamiento de los conceptos fundamentales de la dominación. La Comunicación NoViolenta de Marshall Rosenberg nos ofrece un mapa excelente para empezar a sacar a la luz el tramado invisible de la cultura de la dominación, encontrando maneras de transformar el juicio en un camino poderoso de conexión con las necesidades vitales y, desde ahí, buscando maneras de poderlas satisfacer sin imponer la violencia. Estas herramientas nos permiten empezar un proceso de transformación que nos devuelve a nuestra naturaleza empática, colaborativa y solidaria. En el paradigma de la ínter-dependencia descubrimos la posibilidad de una cultura dirigida a cuidar todos los seres vivos. ¿Cómo cambiarían nuestros centros de educación si estuvieran enmarcados en una cultura de la ínter-dependencia? ¿Qué pasos son necesarios para que esta transformación se haga realidad? ¿Puedes imaginarte relaciones libres de castigos? ¿Confías en la posibilidad de resolver conflictos sin que hayan ganadorxs y perdedorxs? CUERPO, EMOCIONES, PENSAMIENTOS Separar el cuerpo desde las emociones y los procesos cognitivos es otra manera de ser violentxs y atacar la unidad primordial del organismo humano, donde todo funciona en unisono. Aprender a escuchar el lenguaje sutil del cuerpo, atender a las emociones, poner el intelecto al servicio de los procesos vitales y no al revés, es el camino hacia el respeto del individuo y de la comunidad, construyendo redes de confianza y colaboración basadas en el dialogo, la exploración y la creatividad. El Mindfulness es una práctica milenaria que pertenece a la tradición Budista. Nos invita a fortalecer nuestra capacidad de observar nuestros pensamientos, y todo lo que ocurre en nuestra experiencia incluyendo el cuerpo y las emociones. A través de esta observación podemos encontrar una relación más espaciosa, creativa y resiliente con los que nos ocurre y, por ende, aprender a relacionarnos con la experiencia de las demás personas con más tranquilidad y comprensión. El Focusing de Eugene Gendlin, un proceso que surge desde el ámbito de la psicoterapia humanista, nos ofrece una herramienta invaluable para acompañar los procesos emocionales de una manera respetuosa y creativa. Es un proceso de cuidado emocional que fortalece los vínculos entre las personas y proporcionas más claridad e integración entre cuerpo, mente e intelecto. RESPETAR EL ORGANISMO HUMANO Conocer el funcionamiento del organismo humano en sus 3 componentes, física, emocional y cognitiva es sumamente importante para poder guiar nuestras intervenciones educativas. Sin tener este conocimiento, muy a menudo, y con las mejores intenciones, acabamos utilizando estrategias que no respetan nuestra naturaleza humana y nos fuerzan a cumplir con mandatos que provienen más bien desde la cultura de la dominación. La Neuro Biología Interpersonal y la Teoría del Apego nos ofrecen información imprescindible para entender y respetar el organismo humano en su complejidad. El ser humano es relacional en su esencia, su bien estar se basa en relaciones de confianza, pertenencia, respeto, cuidado y colaboración. Sin esto nos encontramos inevitablemente en un estado de estrés que favorece la violencia como respuesta desviada del miedo y la inseguridad. Necesitamos entender nuestra fisiología para que nuestras estrategias educativas sean constructivas y creadoras de bien estar. Te animo a investigar por tu cuenta estas herramientas y descubrir como pueden enriquecer tu experiencia como madre/padre o educador/a. Si te interesa, puedes explorar mis formaciones, donde propongo un programa diseñado específicamente para introducir estas herramientas y adaptarlas al mundo de la educación. El Mindfulness es una práctica que ha cogido espectacular popularidad en los últimos años. Internet abunda con estudios y propuestas que ofrecen el Mindfulness casi como una panacea para todo los males. Es cierto que la práctica de esta disciplina ofrece una multitud de beneficios que van desde la reducción del estrés al aumento de la empatía, a la vez, hay ciertas consideraciones que val la pena tener un mente para ver el Mindfulness con más claridad. Una práctica des contextualizada Lo primero que me parece importante decir es que lo que aquí en occidente hemos bautizado Mindfulness (plenitud de la mente) pertenece a la milenaria tradición Budista, y que en esta tradición la práctica tiene el nombre de Vipassana (ver las cosas como realmente son), y se considera una práctica preliminar para lo que es el entrenamiento meditativo. Como a menudo ocurre, el pensamiento occidental ha fragmentado esta práctica y la ha des contextualizado, separandola de los valores y guías que la filosofía Budista ofrece para sostenerla. Muchas de las personas que investigan o proponen el Mindfulness en occidente no tienen una comprensión profunda del contexto desde el cual proviene y por lo tanto se centran en algunos aspectos y dejan de atrás otros, muy importantes. Utilizar el Mindfulness para reducir el estrés o aumentar la productividad puede ser una manera muy utilitaria de entrar en esta práctica, dejando de lado toda una seríe de preguntas sobre el contexto y sistema de creencias que ha generado el estrés, por ejemplo. Me preocupa que a veces el Mindfulness se pueda usar como una técnica para adaptarnos y hacernos más dóciles frente a situaciones que tal vez sería más salubre cuestionar e intentar cambiar. No todos los problemas se solucionan con el Mindfulness Aunque es beneficioso desarrollar una práctica que nos permita estabilizar la mente, aportando más clama y claridad, esto de por si no siempre puede llegar a ofrecernos caminos viables para transitar los retos de nuestras vidas. Quedarnos en una postura de observación puede reforzar patrones de inmovilidad y rendición que no ayudan a generar la energía necesaria para traer cambios y salir de la zona de confort. Muchas veces también, se genera una expectativa de que simplemente con practicar Minfulness se producirá un estado de calma y paz y que si esto no ocurre es porqué no estamos practicando correctamente. Esto contradice la esencia de la palabra Vipassana, ver las cosas como son, ya que las cosas a veces no son nada agradables. Practicar el Mindfulness desde esta mentalidad nos puede llevar a una especie de evasión o a una sensación de fracaso. El Mindfulness puede ser una herramienta muy valiosa para emprender un trabajo de auto investigación de mucha honestidad, que nos permita entrar en contacto directo con nuestras creencias, patrones y emociones. En este sentido la práctica nos puede ayudar a traer más consciencia para poder luego atender a lo que emerge. Mindfulness y trauma Otro punto muy importante y que muchas veces no se contempla en las clases de Mindfulness es el tema del trauma. Para las personas que han vivido experiencias traumáticas y que todavía no han podido integrarlas, entrar en un estado de introspección, prestar atención a la respiración y el cuerpo, puede llevarle a encontrarse otra vez con las sensaciones traumáticas. Esta situación requiere de un acompañamiento especial y una adaptación de las instrucciones para evitar que la persona se re traumatice. Pensar que simplemente manteniendo la atención en las sensaciones dejándolas pasar se puede lidiar con una experiencia de trauma, puede ser peligroso. Es importante entender como el trauma existe en el cuerpo, como se activa y como se puede desactivar, para que la práctica del Mindfulness no se convierta en un espacio amenazante. Si te interesa descubrir más sobre como utilizar la práctica del Mindfulness para traer más consciencia y transformación en tu vida y si quieres aprender los fundamentos de la neuro biología del trauma, te invito a participar en este webinario online que se realizara el 16, 23, 30 de Octubre de 19.30 a 21.30. ¿Quieres compartir tus experiencias o preguntas sobre la práctica del Mindfulness?
Te invito a utilizar el espacio de comentarios abajo. Gracias por leer y compartir este artículo, deseo que te haya resultado interesante. Te invito a escuchar estos audios sobre el Mindfulness ¿Te cuesta quedarte unos momentos sentadx en silencio, sin hacer nada? ¿Comes para placar tu ansiedad? ¿Tienes una sensación de inquietud permanente en el fondo del estómago? No estás solx.
Seguramente habrás notado que la mayor parte de las personas pasamos muchos momentos intentando ocuparnos con actividades que nos proporcionan algo de distracción y alivio, pero ¿de qué exactamente queremos distraernos? Un flujo constante de sensaciones y pensamientos que, en la mayor parte de los casos, nos hablan de un vacío, de un dolor, de una incertidumbre. Como un mensajero al que no abrimos la puerta, este flujo no deja de volver a llamar, nos despierta por la noche, nos aferra por las entrañas. A veces la idea de parar y quedarse en silencio nos da vértigo, como si tuviéramos miedo de ser engullidxs, aniquiladxs por aquel mensajero nebuloso. En algún lugar hemos escuchado que deberíamos enfrentarnos a nuestros miedos, a nuestras sombras pero, a menudo, no sabemos como hacerlo. El viaje al interior es el más complejo, incierto y oscuro. Emprenderlo a solas puede parecer increíblemente arrollador. Y por esto aplazamos el momento, tomamos otro trago de lo que sea, pasamos otra noche sin dormir. Tampoco tenemos muy claro que vamos a ganar si por fin nos atrevemos a estar en silencio, mirando el vacío. El poeta Rumi dijo: Somos el dolor y lo que cura el dolor, ambos. Somos la dulce agua fresca y el cuenco que la vierte. Estamos fuera de la nada, esparciendo estrellas como polvo. Estas palabras nos inspiran, pero también, si somos honestxs, nos dejan un poco indiferentes. "Ya, pero ¿ quien va a pagar el alquiler, quien me soluciona este conflicto que tengo con mi pareja, quien me asegura que voy a recuperar mi salud, quien sabe si los humanos sobrevivirán los próximos 50 años?". Hay ciertos abismos que no se solucionan con poesías. Necesitamos soluciones prácticas, si es posible baratas y sin demasiado esfuerzo, que ya vamos a tope. Hace tiempo que ya no creo en ninguna panacea. No me parece que haya dieta, ejercicio, filosofía, religión o ideología que pueda permanentemente blindar-nos de los efectos desconcertantes de estar vivxs. Las "21 reglas para vivir" tal vez funcionarán en algunos momentos, pero dudo que sirvan para todos. Mi experiencia y práctica personal me ha llevado a reconocer que no hay manera de huir de lo que se presenta desde las vísceras: el miedo, la incertidumbre, el dolor, la añoranza. Aún así, todavía hay algo en mi que lo intenta. Y cada día necesito volver a recordarme que tengo una cita con mis fantasmas. Y cada día intento recordarme que me trae este encuentro: sencillamente, más autenticidad. No parece algo que va a pagar el alquiler a fin de mes. Cuando me siento y me dejo sentir, es como un pequeño despertar, un pequeño alivio: no hay nada que hacer más allá de estar aquí sintiendo esto. Poco a poco aparecen cosas inesperadas, a veces lagrimas, a veces una ternura, a veces la realización de un enfado o una preocupación. Poco a poco aparece la sensación de estar entera, de estar viva. Poco a poco algo se mueve y se recoloca. Una nueva perspectiva se dibuja en la niebla, un nuevo sentir. Y en el tiempo esto suma a una sensación interna de saber quien soy, de conocerme profundamente y, milagrosamente, de querer este ser imperfecto que soy. Aprender a no huir de mi misma incluye saber cuando estoy huyendo. Incluye observar con curiosidad los múltiples procesos emocionales, cognitivos y físicos que participan en la huida. Incluye aprender a transformar el juicio y la critica en una conexión clara con lo que valoro y necesito en cada momento. Incluye aprender a dialogar con las distintas facetas de lo que considero "yo". Incluye, fundamentalmente, aprender a crecer en aquella adulta que es capaz de cuidar de mi con cariño y aceptación. Cerrar el círculo, sostener las heridas, encontrar algo de belleza en los retos y desafíos, abrir puertas y extender las manos hacia la vida. Las prácticas que me ayudan a no huir de mi misma se basan en la Comunicación NoViolenta, el Mindfulness y el trabajo corporal. A lo largo de los años las he ido tejiendo en lo que llamo Integración Relacional, un proceso de auto conocimiento y transformación profunda. Me alegra empezar un nuevo curso donde poder compartir estas herramientas y crear nuevos vínculos. Si quieres profundizar en el arte de conocerte, te invito a explorar estas propuestas de formación o tal vez concertar una sesión de acompañamiento individual online. Formación Anual en Integración Relacional, Barcelona Integración Relacional curso online Te deseo muchos momentos de conexión y autenticidad. Tal vez de apetece probar una de las meditaciones que propongo aquí. Me encantará recibir tus noticias! Siento el profundo deseo de vivir en un mundo donde relacionarnos desde la empatía y el respeto sea algo cotidiano. Desafortunadamente, estas cualidades brillan por su ausencia en nuestra cultura y, por lo tanto, nuestras relaciones sufren y nosotrxs también, ya que el ser humano es relacional por naturaleza y su bienestar depende de la calidad de sus relaciones. El sufrimiento que acompaño a diario en mi consulta surge principalmente desde la experiencia de no haber sido escuchadas, vistas, reconocidas, aceptadas, comprendidas y valoradas. Este sufrimiento, cuando se ha dado de forma reiterada en nuestras relaciones cercanas, deja cicatrices que marcan nuestras vidas, reduciendo nuestra capacidad de ser libres, auténticas, creativas. Si no hemos encontrado un acompañamiento empático y respetuoso en nuestra infancia, es muy probable que no hayamos aprendido a cuidar de nosotras mismas, dando lugar a aquello que llamamos baja autoestima, inseguridad, aislamiento, autocrítica, autoexigencia, adicción y un largo etcétera de hábitos que no hacen la vida muy agradable. Si no hemos sido escuchadas con empatía, tampoco sabemos como escucharnos cuando aparecen nuestras emociones más difíciles, nuestros pensamientos más desafiantes, nuestros anhelos más delicados, y muchas veces acabamos en conflicto con nuestro mundo interno. El proceso terapéutico puede ofrecer espacios seguros y protegidos donde explorar nuestras cicatrices, traer a la luz hábitos inconscientes que ya no nos sirven, ofrecer sanación, aprender nuevas habilidades y descubrir nuevos recursos. Sin duda todo esto puede ser increíblemente valioso, a la vez considero que las capacidades básicas de escucha, presencia y empatía nos ayudarían a encontrar estos espacios de sanación también fuera de la consulta terapéutica. Vivimos en un mundo donde se han profesionalizado muchas de las funciones que antes ocurrían en contextos más informales y comunitarios. Si esto ha traído más habilidad y conocimiento, también ha generado más dependencia y la sensación de "no ser capaz" de hacer algo que es, esencialmente, humano. Ponerse a disposición de otro ser humano para acompañarle en un momento difícil o transitar un conflicto, requiere de algunas competencias y conocimientos, es cierto, a la vez creo que nuestras sociedades serían más resilientes, pacíficas y armoniosas si estas habilidades fueran cultivadas más extensamente, ya que relacionarnos es inevitable y mucho de nuestro mal estar o bien estar depende de como nos relacionamos. Sencillamente, lo que todos seres humanos necesitamos es poder expresar y compartir nuestras experiencias. Necesitamos articular nuestras emociones, nuestros anhelos y nuestras inquietudes. Necesitamos saber 3 cosas: que importamos, que lo que nos pasa tiene sentido, que somos queridas. Algo que parece tan sencillo es, a la vez, tan difícil de encontrar. Encontrar una escucha libre de opinión, juicio, consejo y castigo es un regalo que pocas veces nos hacemos. Por supuesto, es mucho más difícil ofrecer este regalo cuando estamos implicadas en primera persona en el relato que escuchamos; sin embargo, estas capacidades se pueden desarrollar y cultivar para que aparezcan con más frecuencia en nuestras interacciones. Escuchar de esta manera quiere decir aparcar por un tiempo nuestras ideas y perspectivas para poder entrar en el mundo de la otra persona, no para juzgarlo, sino para entenderlo y, más importante aún, para que la otra persona tenga la posibilidad de entenderse a sí misma a través de nuestra escucha. Cuando escuchamos sin opinar, sin dar consejos, cuando escuchamos para poder devolver a quien nos habla su propio reflejo, estamos satisfaciendo una necesidad imperiosa del ser humano, la de ser visto, reconocido y aceptado. Aunque esto parezca sencillo, mi experiencia me ha enseñado que es algo que realmente necesita práctica. A menudo ni somos conscientes de que estamos emitiendo juicios, de que estamos dando consejos que no nos han pedido, de que estamos escuchando desde nuestra perspectiva. Necesitamos aprender a escuchar, a cuidar de este proceso, a tomar consciencia del enorme potencial que la escucha tiene de sanar o dañar nuestras relaciones. Expresarnos y escucharnos son los dos procesos que sostienen nuestras interacciones cotidianas; sin embargo, son las dos habilidades que menos cultivamos. Desde estas reflexiones y el deseo de ofrecer una experiencia de aprendizaje, nacen los Círculos de Solidaridad Emocional, un espacio para aprender juntas a escucharnos y crear comunidad. El 22 de diciembre 2023 a las 19.30 ofreceré un encuentro en zoom para presentar esta propuesta. Si quieres saber más, te invito a clicar en el botón de abajo. Déjame saber si esto no te ha pasado nunca. Le dices a un amigo que tuviste un resfriado horrible la semana pasada, él te comenta que su jefe y su tío también se enfermaron: "debe haber algo en el aire". Le dices a otra amiga que tuviste una discusión con tu novio, ella le dice que también tuvo problemas con su madre: "parece que mercurio está retrógrado y dificulta la comunicación". Le dices a otro amigo que perdiste tu trabajo, él te dice que "seguramente el universo tiene mejores planes para ti". ¿Experimentas algo entre la irritación, la tristeza o la sensación de no ser realmente entendidx cuando recibes estas respuestas? Tal vez eres una persona muy comprensiva y sabes que en el fondo tus amigxs tienen muy buenas intenciones cuando te responden de esa manera, y así puedes apreciar sus esfuerzos para aliviar tu sufrimiento.
En búsqueda de razones En mi experiencia, este tipo de interacciones raras veces conducen a una exploración más profunda de la situación actual. Una vez que parece que hemos identificado la causa de nuestro sufrimiento, tendemos a dejar de seguir prestando atención. Es raro que alguien, al enterarse de nuestros problemas, nos diga: "¿Y cómo es eso para ti?" o "¿Qué te está molestando realmente acerca de esto?". Parece que tenemos una predilección por la resolución de los problemas desde un punto de vista lógico y analítico, nos gusta entender, clasificar, organizar y explicar nuestras experiencias de una manera ordenada y sin costuras. Y una vez que lo hemos hecho, lo damos por acabado como si esto fuera el objetivo final, aunque seguimos sintiéndonos mal. Es incuestionable que entender trae algún tipo de alivio. Comprender y dar sentido a nuestro mundo es un proceso absolutamente esencial de la psique humana y nos proporciona el terreno en el cual podemos apoyarnos. Aunque esencial, este proceso no es, en sí mismo, suficiente para traer un verdadero sentido de paz. A menudo pasamos por alto el hecho de que, además de comprender nuestras experiencias con nuestro intelecto, también debemos integrarlas a través de nuestro ser emocional y físico. Sintiendo las emociones Esto es mucho menos sencillo que explicar las cosas intelectualmente. Es un proceso bastante complejo, incoherente y, francamente, difícil de sostener. Nuestras emociones no solo quieren ser analizadas, quieren que las sintamos, requieren una comprensión más profunda, una comprensión más bien experiencial y de múltiples capas que a menudo comienza con una niebla confusa y solo se aclara lentamente. Las emociones a menudo necesitan tiempo y silencio para desplegarse, necesitan un descanso de la pregunta "pero ¿por qué?". Piden ser dejadas en paz y simplemente existir por un tiempo, antes de que podamos comenzar a descifrar sus mensajes. Esto es inquietante e incómodo. En general, este es el momento en que empezamos a pensar que "las cosas suceden por una razón" y esto parece ofrecer algún tipo de esperanza. Somos muy buenos para inventar estas "razones", a veces incluso pensamos que la simple noción de que debe haber una razón es suficiente, aunque es posible que nunca sepamos cuál es. ¡Creo que hay una razón para buscar toda esta razón ! Cuando entendemos (o pensamos que entendemos) la causa de un evento, sentimos cierta agencia sobre él. Básicamente, creemos que podemos controlar los eventos entendiendo los factores subyacentes que los causan y esto es cierto, en la mayoría de los casos. Incluso cuando estas razones no nos ofrecen control directo sobre las cosas, como en el caso de las explicaciones astrológicas o religiosas, al menos nos sentimos segurxs de que no vivimos en un universo aleatorio donde las cosas suceden simplemente porque sí. Eso es lo peor que le puede pasar a un humano: la aleatoriedad. Necesitamos creer que vivimos en un mundo que tiene sentido o nuestro sentido de supervivencia está en juego. ¿Cómo podríamos sobrevivir en un mundo aleatorio? No podríamos planificar nuestras acciones o predecir sus resultados. No podríamos mantenernos a salvo, seríamos absolutamente vulnerables. Así es exactamente como nos sentimos cuando permitimos que nuestras emociones simplemente sean: nos sentimos indefensxs. Aceptar la vulnerabilidad Aunque es incuestionable que necesitamos tener un sentido de agencia sobre nuestras vidas y hacemos bien en esforzarnos para tratar de entender el mundo en que vivimos, también creo que es una parte esencial de nuestro proceso de maduración poder aceptar la vulnerabilidad inherente a nuestra condición humana y dejar de defendernos de ella creando explicaciones para las cosas que suceden en nuestras vidas. Simplemente no sabemos si hay una razón por la cual nuestra madre contrajo cáncer o nuestro compañero se fue repentinamente a navegar los siete mares. Por todos los esfuerzos que hagamos para mantener todo bajo control y seguro, nuestro gato todavía morirá y el pelo se nos caerá, como la poeta Ellen Bass señala con ternura en su poema "Relájate". Tenemos mucho que ganar con la incómoda experiencia de aprender a enfrentar nuestra vulnerabilidad en un mundo que guarda sus explicaciones principalmente para sí mismo. Cuando relajamos nuestro esfuerzo por comprender y explicar, de repente podemos permitirnos ser, experimentar, saber cómo es vivir lo que estamos viviendo. En lugar de buscar frenéticamente la respuesta, podemos sentarnos y admitir que no tenemos ninguna pista y aún así, aquí estamos, vivxs. Es notable cómo esto puede abrir nuevas posibilidades para otro tipo de comprensión, un sentido más completo y profundo de estar vivx y participar directamente en el movimiento de un mundo en el que claramente no somos las mentes maestras. En lugar de expender la energía en intentar entender "¿Porqué?", podríamos explorar "¿Cómo es esto?" y "¿Qué hago yo con ello?". No es necesariamente un camino que nos proteja del dolor, pero como de todas formas esto es inevitable, nos brinda una sensación de verdadera conexión con la experiencia de ser humano. Me pregunto si esto puede llegar a ser tan importante para nosotrxs como nuestra necesidad de seguridad. Tampoco tenemos que caer en una actitud nihilista o cínica, que, en mi opinión, sigue siendo una defensa de la experiencia de la vulnerabilidad. Podemos comenzar a explorar los límites entre lo que está en nuestras manos para moldear y conformar y lo que simplemente requiere que nos sentemos con las manos en nuestro regazo y sintamos lo que es no estar a cargo, tratando de aceptar esa confusión y desconcierto. Son experiencias ineludibles del ser humano. En la formación anual de Integración Relacional que comenzará el próximo Septiembre en Barcelona, vamos a explorar este y muchos otros temas que nos permitan aprender a vivir con más libertad y presencia. Si te interesa este camino puedes tener más información aquí En la última publicación (puedes leerla aquí), presentamos el Circuito de Modo por Defecto DMN (por sus siglas en Inglés) y descubrimos su propósito y forma de trabajar. Como un repaso rápido, podemos decir que es una parte automática de nuestro sistema nervioso diseñado para funcionar cuando no estamos enfocadxs en una tarea en particular y que se encarga de organizar, revisar y tratar de predecir cualquier cosa que tenga que ver con nuestro sentido. del yo y de nuestras interacciones sociales. Su objetivo es mantenernos segurxs y se organiza en función de experiencias relacionales pasadas.
Como hemos visto, aunque sus intenciones son buenas, muchas veces el DMN se ha convertido en una voz demasiado vigilante, crítica, melancólica e inflexible que mantiene un comentario bastante sombrío sobre nuestra vida. Esto puede que nos mantenga segurxs en algunos aspectos, pero no es un muy buen compañero de vida. En este artículo, exploraremos algunas de las formas que pueden ayudarnos a transformar nuestro DMN en un compañero más agradable, compasivo, colaborativo y de apoyo. También puede escuchar el audio, en el que profundizamos un poco más, practicando una meditación guiada que nos ayuda a incorporar estas ideas a nuestra vida cotidiana. Conociendo tu DMN Aunque hemos visto las ideas generales para ayudarnos a entender el DMN, cada persona tiene una forma particular en la que su DMN se ha configurado. La práctica del Mindfulness nos ofrece una herramienta imprescindible para empezar a conocer nuestro DMN. Observando el fluir de los pensamientos y etiquetándolos empezamos a ver las tendencias de nuestro DMN. Algunos pueden ser particularmente críticos y tienden hacia el perfeccionismo, siempre buscando lo que podría ser mejor. Otros tienden a buscar peligros, amenazas y posibles desastres, preocupándose y tratando de prepararse para lo peor. Algunos están muy interesados en adaptarse y ser aceptados, otros en ser capaces de expresar nuestra naturaleza única y ser vistxs por lo que somos. Es útil comenzar a conocer en qué está especialmente interesado tu DMN. ¿Cuáles son sus preocupaciones, de qué manera en particular trata de mantenerte segurx? Si pudieras ver tu DMN, ¿qué aspecto tendría? ¿Qué tono de voz usa para hablarte, apunta con el dedo o tiene los hombros encogidos? Establecer una relación con tu DMN Una vez que hemos identificado nuestro DMN, podemos comenzar a tener una relación con él, por lo tanto reconociendo que ËL no soy YO. Darle una forma, un carácter, ayuda a recordar que es una parte de nosotrxs mismxs y no nuestro ser esencial, nuestra identidad y, lo que es más importante, que su voz no es la voz de la verdad. Un cliente mío lo ve como una vieja abuelita malhumorada lo que le ayuda a dialogar con ella con un poco de humor y ternura. Establecer una relación es esencial, pero más esencial aún es el tipo de relación que establecemos. Una relación conflictiva, desdeñosa, crítica o sumisa no traerá ninguna mejora significativa. Al igual que con cualquier relación en la vida, llegar a comprender las preocupaciones profundas que el DMN está tratando de cuidar, por muy sesgada y torpe que sea la forma de hacerlo, ayuda a fomentar un sentido de respeto e inclusión. Comprender que tu DMN está tratando de protegerte de cualquier daño, de evitar que sientas el dolor que sentiste en algún momento anterior de tu vida, que quiere que pertenezcas, que se te acepte, que se te valore, que estés segurx, quizás te ayude para conectarte con él de una manera más suave. La Comunicación NoViolenta nos invita a hacer una distinción muy importante entre necesidades y estrategias: una necesidad es un valor fundamental que es esencial para nuestro bienestar, como la seguridad, la pertenencia, la libertad, el cuidado, etc. Una estrategia es lo que hacemos para tratar de cumplir con esta necesidad. Desafortunadamente, las estrategias pueden ser muy deficientes, miopes y una vez que se vuelven habituales, casi nunca se actualizan para ver si realmente funcionan. Nuestro DMN podría tener estrategias muy malas, como criticarnos todo el tiempo para "hacernos mejores personas" en su intento de satisfacer nuestra necesidad de aceptación y amor. O puede impedirnos correr un riesgo, en caso de que las cosas salgan mal, tratando de satisfacer nuestra necesidad de seguridad. Reconocer las necesidades que nuestro DMN está tratando de atender podría ayudarnos a verle con más comprensión, mientras que también tratamos de revisar sus estrategias. Un poco de humor Steven Hayes, el psicólogo clínico estadounidense que desarrolló ACT (terapia de aceptación y compromiso) comparte algunas formas de "frenar" el DMN. Una de ellas que he encontrado particularmente útil en mi trabajo con clientes es el uso del humor. Es esencial diferenciar entre humor y ridiculización. Si volvemos al ejemplo de la abuelita malhumorada, podríamos usar un humor cariñoso para decirle: "Hola, sí, aquí vamos con el escenario del fin del mundo otra vez ... Ya sé que quieres asegurarte de que estoy segurx y preparadx en caso de peligro ... gracias por tu atención ... creo que estoy bastante segurx yendo a la tienda a comprar pan, pero antes practicaré mis chuletas de karate si eso te hace sentir mejor! ". El humor es una forma de hacerle saber al DMN que hemos entendido su intención y que también queremos probar una estrategia diferente, aligerando las cosas. Es un poco como lo que hacemos con un viejo amigo o familiar que tiene un hábito molesto, pero que de todos modos amamos mucho. Aligerar es una parte vital de la relación con nuestro DMN, ya que su voz puede llegar a ser tan familiar que realmente le creemos sin cuestionarlo. "Pillar" nuestro DMN sobre la marha y ser capaces de tener cierta perspectiva, sin discutir, pero sabiendo que las cosas son mucho más grandes, más impresionantes y más complejas de lo que nos haría creer, es un salvavidas. Ampliando la vista y actualizando los archivos. Nuestro DMN ha basado su manera de ver el mundo en ciertas experiencias que probablemente sucedieron cuando éramos muy pequeñxs. Eso significa que no se ha puesto al día con el hecho de que ahora estamos en un entorno diferente, con personas diferentes, que somos mayores, más hábiles e ingeniosxs de lo que éramos antes. Además, en su esfuerzo por mantenernos a salvo del peligro, la decepción y el sufrimiento, tiene la costumbre de registrar solo las experiencias que apoyan su visión del mundo. Si mi DMN es sensible al sufrimiento que viene por no ser aceptadx, se enganchará a cada pequeña mirada de soslayo en los ojos de otras personas, pero es posible que no se fije en las grandes sonrisas que recibo. Hacer un esfuerzo consciente para registrar experiencias que ofrecen una visión diferente del mundo y reconocer todas nuestras habilidades y recursos puede ayudar a ampliar y calmar el DMN. Intentando algo diferente Tu DMN ha estado allí por mucho tiempo y no se irá de la noche a la mañana. De hecho, probablemente sea mejor así porque es posible que no logres sobrevivir sin su conjunto de habilidades. El objetivo aquí no es deshacerse del DMN o convertirlo en una superestrella o la versión 0.1. Un objetivo más realista es aprender a vivir con él, con la mayor comodidad posible, sabiendo que se mostrará de vez en cuando con sus hábitos extravagantes y que sin embargo tú tienes la posibilidad de elegir hacer las cosas de manera diferente. No tienes que ser esclavo de tu DMN ni tienes que estar completamente libre de ello. Sin él, puedes terminar sin protegerte cuando lo necesites, o podrías tener que usar grandes cantidades de energía tratando de ser consciente de todo lo que haces. El punto clave es tener la opción de elegir, cuando lo desee. ¿Quieres salir a cenar con lxs amigxs esta noche o realmente prefieres seguir el viejo hábito de elegir la seguridad estando solx, haciendo lo tuyo? Ninguna de las dos opciones es mejor, lo triste sería querer salir y ver que tu DMN te arrastra a casa. Entonces, comienza a prestar atención a lo que realmente quieres hacer en este momento, a la situación en la que te encuentras, a la gente con la que estás ... ¿son realmente amenazantes? ¿Es necesario utilizar las viejas estrategias de protección o podrías tomar un poco de riesgo y hacer algo diferente? ¿Podrías aceptar ayuda y ver si resulta tan decepcionante como tu DMN te dice que será? ¿Podrías recibir una palabra amable sin que tu DMN la arrugue y la arroje al basurero? ¿Podrías ser un poco más vulnerable o valiente, que en realidad es lo mismo al final? Imagina la manera en la que puedas tomar un pequeño riesgo y ver qué sucede ... ¿fue acertado tu DMN en sus previsiones? Tal vez lo fue, o tal vez no, ¡en cuyo caso no olvide actualizar los archivos! Calmar un DMN estresado Hay varias maneras en las que podemos ofrecer algo de alivio a nuestro DMN cuando se vuelve más activo. La acupuntura tiene un historial bastante bueno de afectar el sistema nervioso en formas que ayudan a calmarlo. Hacer algo creativo que involucre al cuerpo es una buena manera de descansar el DMN. Pintar, dibujar, tocar música, cantar, bailar, etc. Las artes marciales lentas como el Tai Chi o el Ki Kung son maravillosas para estabilizar el DMN Garabatear también puede ser muy efectivo. Recientemente me he encontrado con Zentangling, una versión moderna del arte antiguo: https://zentangle.com/. En el próximo post vamos a hablar del cerebro límbico y su rol en las emociones, las respuestas descontroladas y el trauma. Para asegurarte de recibirlo ¡suscribe al boletín! ¿Te gustaría aprender más? En abril empezará un curso online de 8 sesiones mensuales sobre la Integración Relacional, más información aquí curso online Me encantaría saber si alguna de estas ideas ha tenido sentido para ti, si has probado alguna de ellas y qué tipo de experiencias te trajeron. ¡Comparte tus pensamientos en la sección de comentarios a continuación! Si has tenido la suerte de recibir la escucha empática de alguien, es posible que te hayas quedado con el anhelo de encontrar esta calidad de conexión más a menudo en tu vida. Compartir algo importante y sentirte escuchadx sin juicios, opiniones, consejos o comparaciones es una experiencia que nos puede aportar increíble calma, seguridad y la posibilidad de entendernos mejor. A veces es difícil explicar a otras personas como nos gustaría ser escuchadxs, incluso esto puede resultar en frustración para las personas que están intentando apoyarnos con sus mejores intenciones. Con esto en mente, he preparado un pequeño libreto que explica de manera sencilla y práctica lo que es la empatía y como alimentarla en nuestras relaciones para que sea una fuerza de sanación y conexión.
Te invito a leerlo y compartirlo con las personas que están cerca de tu corazón! "Para vivir en este mundo, hay que aprender a hacer 3 cosas: amar lo que es mortal, apretarlo contra tus huesos sabiendo que tu propia vida depende de ello, y cuando llega el momento de dejarlo ir, dejarlo ir" Mary Oliver La muerte es un proceso vital que se ha barrido bajo la alfombra del las sociedades así dichas "civilizadas". ¿Cuando es la última vez que has podido mirar un cuerpo sin vida, quedarte con ello, llorar, hacerte con la idea que este cuerpo ya no es lo que era hace pocos instantes, horas, día? ¿Cuando fue la última vez que te dejaste romper todos los esquemas por este suceso incomprensible? Hoy en día lxs muertxs de envían lo más rápido posible a los lugares escondido donde se encuentra la manera de hacerlos desaparecer, bajo tierra o en el fuego. No hay tiempo, no hay espacio para quedarse a mirar la muerte, para dejarse tocar, para dejarse sacudir. Y así, cuando la muerte inevitablemente viene, estamos muy poco preparadxs para recibirla y para acompañarnos en el proceso del duelo. Hablar del duelo quiere decir entrar en uno de los territorios más delicados del corazón, sin embargo, el duelo ha progresivamente desparecido de nuestra cultura, dejando es un su paso un vacío peligroso. Cuando hablo de duelo no me refiero únicamente al proceso conectado con la muerte física de un ser querido. Cualquier evento que presupone la muerte de algo, aunque a nivel metafórico, como una separación, la perdida de un trabajo, una enfermedad que nos deja cambiad@s, un robo, un cambio de casa etc. necesita un periodo de integración y re estructuración, que es precisamente la función sanadora del duelo. No permitirnos pasar por ello quiere decir dejarnos en un estado de des-integración, más vulnerables y heridxs. Por esta razón me gustaría explorar las funciones sanadoras del duelo y como apoyarnos a pasar por ellas. En todas culturas podemos encontrar rituales muy elaborados para enfrentarnos y acoger la experiencia de la muerte. Generalmente estos rituales necesitan varios días, son celebrados en comunidad, y de alguna manera conectan el evento de la muerte con una realidad más amplia y trascendente, ubicando la muerte en un contexto espiritual. A lo largo de la vida, nos vamos encontrando en situaciones donde nos entregamos a un “algo más que yo”, como por ejemplo a una relación de pareja, un proyecto o un trabajo. A través de nuestra entrega, este “algo más que yo” se convierte en “algo parte de mi”. Esto quiere decir que la energía que ponemos en construir, o dar vida, a este “algo” también sirve para vincularnos con él, para incorporarlo en nuestra percepción de quienes somos. Esta entrega es una fuerza maravillosa que nos permite crear, visionar, creer, construir, en fin, vivir! A la vez, también estamos aceptando poner algo de nosotrxs en riesgo porqué como es inevitable, todo lo que vive también muere. Este proceso de vinculación tiene una componente emocional pero también una componente fisiológica. El cerebro está constantemente organizando las percepciones que recibimos desde el exterior y el interior en una imagen coherente y más o menos estable de nosotrxs y nuestro entorno. Esto implica toda una arquitectura neuronal que se construye a través de experiencias reiteradas. Cuando hay un cambio radical en esta imagen, a través de una muerte, una separación etc. el cerebro necesita reorganizarse para construir una nueva imagen que sea coherente con la nueva situación. El proceso de duelo es precisamente lo que el cerebro necesita para hacer este trabajo. Por esta razón en muchas culturas, el primer paso del duelo es sentarse toda una noche con el cadáver de la persona que ha muerto. Necesitamos tomar consciencia y literalmente enfrentarnos con la nueva realidad porqué si no,el cerebro tiende a querer mantener la estabilidad de sus percepciones aunque cuando estas no corresponden a la realidad y por lo tanto entra en lo que se define como negación, o sea, “esto no es posible, no ha pasado, es una pesadilla”. Aunque esta es una reacción normal al principio, si nos quedamos allí no estamos logrando integrar la nueva experiencia y adaptarnos a ella. Para establecer una nueva estructura neuronal el cerebro necesita tiempo y también necesita revisar una y otra vez “lo que era” antes, y “lo que es ahora”, por esta razón cuando estamos en duelo repetimos pensamientos que nos reafirman: “si, esto fue, pero ya no es así.” A través de este proceso se generan las nuevas estructuras neuronales capaces de contener la nueva información. Este proceso necesita mucha energía, por esta razón cuando estamos en duelo nos sentimos muy cansadxs. Bloquear este proceso, intentar acelerarlo o simplemente negarlo es muy peligroso porqué no permite que nuestro cerebro, y por lo tanto nuestros procesos mentales y emocionales, se actualice. Esto nos deja en una situación de inmensa vulnerabilidad, porqué el trauma de la muerte no acaba integrándose en nuestra vida, permitiéndonos seguir adelante con más experiencia y sabiduría, sino se queda “congelado” en algún rincón de nuestro ser, pululando. Esto puede dar pié a fenómenos de depresión, adicción o cualquier otra manera que nuestro organismo encuentre para hacer frente a esta situación de falta de integración. Entonces, ¿que necesitamos cuando “algo muere”? Primero de todo entender la función del proceso de duelo, y después permitirnos pasar por ello, aunque no sea para nada agradable. Para esto necesitamos tiempo, descanso y apoyo por parte de personas que también entienden el valor de este proceso y no intentan distraernos, trivializar o acelerarlo. ¿Cuanto dura un duelo? No hay manera de decirlo, depende de muchos factores que lo hacen un proceso totalmente personal. Es cierto que aceptarlo y pasar por ello con el apoyo cariñoso de otras personas lo hace mucho más fácil. "Los que no se deslizarán por debajo de la superficie inmóvil, en el pozo de la pena, bajando a sus aguas negras, al lugar donde no podemos respirar nunca conocerán la fuente de la cual bebemos el agua secreta, fría y clara ni encontrarán, en la oscuridad, las pequeñas monedas de oro lanzadas por los que deseaban algo diferente." David Whyte Los cuentos como herramienta terapéutica. “Dios dio el lenguaje a los seres humanos para que se contarán cuentos” Quizás cuando piensas en un cuento piensas en algo que tiene que ver con la infancia, un tipo de entretenimiento que ya no te corresponde como persona adulta. Me gustaría invitarte a reconsiderar esta creencia y descubrir que el cuento puede ser algo muy poderoso para tu propia vida. El lenguaje es, sin duda, una facultad que distingue el ser humano de todos los demás seres vivos. Esto no quiere negar el hecho que otros seres vivos tengan la capacidad de comunicarse, pero el nivel de precisión, complejidad, riqueza y poder evocativo del lenguaje humano es merecedor de asombro. En muchas culturas, las palabras eran consideradas mágicas, dotadas de un poder misterioso y digno de respeto. “Ser de palabra” significa ser fiel y consecuente con la realidad que las palabras han definido. Las investigaciones científicas de los últimos 20 años nos confirman que hay un vínculo inseparable entre el lenguaje y nuestra manera de percibir la realidad. Sin embargo, hay distintas maneras de utilizar el lenguaje. Podemos utilizarlo para favorecer la comprensión intelectual y la trasmisión de información de una manera lógica y estructurada a través de conceptos y abstracciones. El lenguaje del cuento es otra cosa, es un lenguaje que surge desde otro lugar de nuestro ser, el lugar del inconsciente, de lo sensorial, poético, metafórico, emocional, creativo e intuitivo. Es un lenguaje que se alimenta de las capacidades de nuestro hemisferio derecho. Ambos usos del lenguaje son muy útiles y cada uno tiene su lugar. En el ámbito terapéutico, el lenguaje intelectual y analítico nos ayuda a organizar, entender y ordenar nuestras experiencias para que podamos verlas con más precisión. Sin embargo este lenguaje no habla con el alma, con todo aquello que todavía no ha cruzado el umbral de la consciencia y por lo tanto no es comprensible, ordenado, claro y preciso. Para entrar en relación con todo esto es necesario un lenguaje más afín al mundo crepuscular y cambiante del inconsciente. Desde los tiempos más antiguos, el ser humano ha creado cuentos para explicarse a si mismo su propia condición peculiar, su existencia. En los cuentos aparecen los arquetipos de todas las maneras en las que el ser humano puede estar en el mundo: sus conflictos, dilemas, triunfos, miedos, retos, evolución y recursos. El lenguaje de los cuentos no es un lenguaje "sencillo" para niñxs o culturas menos "desarrolladas", más bien es el lenguaje que consigue hablar con el alma de una manera sorprendentemente eficaz. En mi propia experiencia personal y profesional he podido comprobar en numerosas ocasiones como el hecho de describir una situación o proceso interno en términos metafóricos, encontrando imágenes y posibilidades mágicas, es una herramienta poderosa para encontrar no solo sentido, sino recursos y creatividad. Crear nuestro propio cuento es un proceso sumamente poderoso, creativo, intimo y transformador. Nos coloca en el lugar de creadorxs del relato de nuestra vida, desde el cual podemos re configurar el sentido y las percepciones que organizan nuestra realidad. En el cuento podemos descubrir que las experiencias pueden tener múltiples significados, inesperados regalos, inconcebible sabiduría y una fuerza poderosa que nos impulsa a seguir en la aventura de ser vivxs. Hay métodos terapéuticos que se acercan mucho a este enfoque, el Focusing por ejemplo es uno de mis favoritos y en mis sesiones de acompañamiento individual no deja de sorprenderme y maravillarme con su capacidad de despertar la sabiduría y sanación innata de cada persona. Te invito a descubrir por ti mismx el mundo maravilloso de tu inconsciente a través de los cuentos, autores como Joseph Cambell, Clarissa Pinkola Estés, Richard Stone, Robert Bly, Nancy Mellon te aportarán una guía muy valiosa. Mientras tanto te dejo un pequeño cuento creado por mi, en uno de mis cursos, deseo que te traiga deleite, alegría y la oportunidad de volverte niñx otra vez. Si quieres saber como mi trabajo podría apoyarte en tu proceso de crecimiento personal, te invito a contactar con migo para solicitar una sesión de orientación gratuita vía Skype. |
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