Uno de los conflictos más desgarradores que podemos experimentar es el conflicto en la pareja. Cuando este vínculo tan intimo se ve amenazado por el conflicto, la rabia, el rencor, la decepción, la falta de confianza y la distancia, puede despertar un dolor muy grande y profundo. Muchas veces no reconocemos las fases en las cuales se construye el conflicto y seguimos esperando que las cosas se arreglen de alguna manera. Muchas veces nos encontramos con pocos recursos para hacer frente al desafío que nos presenta la relación de pareja y no sabemos donde encontrarlos. En la relación de pareja se despiertan patrones y mecanismos que no suelen ocurrir en otras relaciones, o por lo menos no con tanta intensidad. Esto es debido al hecho que la relación de pareja nos lleva a un lugar muy intimo y personal, un lugar muy tierno del cual pocas veces somos plenamente conscientes y que tiene un vinculo directo con las experiencias que tuvimos en nuestra primera infancia, específicamente con respecto a los vínculos que se establecieron con nuestrxs cuidadorxs. Tenemos la tendencia a re en actuar en la pareja aquellos mecanismos que se establecieron en nuestras primeras relaciones, repitiendo roles, expectativas y actuando desde las creencias que se forjaron en aquellos años lejanos. Este aspecto se queda por la mayor parte desapercibido en nuestras reflexiones sobre los conflictos que estamos teniendo. En general tendemos a poner la atención en lo circunstancial y en la otra persona. En general tenemos una expectativa más o menos consciente que la relación nos dará aquello que no pudimos tener en la relación con nuestrxs cuidadorxs, y a la vez vamos repitiendo los mismos patrones, lo cual hace muy improbable que esto ocurra. De hecho muchas veces acabamos re traumatizandonos mutuamente ya que, en general, ambas personas buscamos en nuestra pareja algo que nos resulta familiar y conocido, en otras palabras alguien que actúa más o menos como actuaban nuestrxs cuidadorxs. Si esta reflexión tiene sentido, entonces podemos empezar a reconocer que una parte muy importante del conflicto que surge en la pareja no tiene que ver con la pareja, sino con los traumas que todavía no hemos podido sanar. Los miedos, reacciones, posturas, creencias, defensas y expectativas que se manifiestan en la pareja tienen un origen muy antiguo en la biografía de cada persona. La pareja sólo sirve para activarlos y ponerlos en evidencia. Con esto no quiero negar la responsabilidad de cada persona en contribuir a los conflictos actuales, simplemente me gustaría visibilizar que hay otro nivel que también necesita atención y trabajo. En los conflictos de pareja, como en muchos otros, nos olvidamos que tenemos una gran posibilidad de transformación si aceptamos el conflicto como la señal que nos ayuda a identificar lo que no está resuelto en nosotrxs mismxs. Si aceptamos esto y entramos en la relación entendiendo que nos espera un viaje de vuelta a los lugares tiernos de nuestra infancia, quizás podemos apreciar la importancia de la relación a pesar de las dificultades. El resultado de este proceso no tiene que ser la continuación de la relación necesariamente, sino un crecimiento que nos libera de los patrones establecidos en la infancia para poder forjar nuevas relaciones, con nuestra pareja actual o no. El mantenimiento de la relación creo que depende de la disponibilidad de ambas partes de entrar en la relación con esta consciencia, cada unx comprometidx a su propio viaje. Muchas veces me he preguntado si en realidad el compromiso de solo una persona es suficiente y, aunque no tengo una respuesta definitiva, mi experiencia me dice que no. Quizás no hace falta el mismo nivel de compromiso, o la misma intensidad, pero si una parte sigue inconsciente de lo que se activa en el/ella en la relación y no está preparada a sanarlo, no me consta que esto resulte en una relación satisfactoria donde se pueda realmente experimentar la plenitud de la intimidad, cuidado y autenticidad. Por esta razón me parece fundamental establecer un vínculo de alianza con nuestra pareja. Alianza para mí quiere decir aceptar que el mar de la relación va a traernos tempestades, que estas tempestades no son debida a la "maldad", "incompetencia" o "fallos" de la otra persona, sino a los traumas que ambas llevamos en la mochila y a como nuestro trauma encaja con el trauma de la otra persona. Y quiere decir decidir acompañarnos mutuamente en esta tempestad. Hay partes que cada unx tendrá que encarar solx, trabajarse, resolverse, pero con el acompañamiento solidario de la otra persona. Para que ocurra esto es necesario que cada unx contacte e identifique su propio trauma, quiere decir, sus "gatillos", sus patrones y que los comparta con la otra persona, manifestando su intención a trabajar sobre ellos y pidiendo lo que la ayudaría a hacerlo. Esta parte de la relación es muy delicada y requiere de mucha honestidad y un entorno seguro donde podamos enseñar nuestra vulnerabilidad sin el miedo de ser juzgadxs o que esto se utilice en nuestra contra. Quiere decir dejar de poner la atención en la otra persona como causa de la tempestad, o exigiéndole solucionarla a través de cambiar algo de si. En este sentido nos podemos ver cada unx en nuestra vulnerabilidad, con nuestras limitaciones, miedos, fallos, creencias, naturalezas, tendencias, resistencias y virtudes. Podemos manifestar donde están nuestros puntos débiles y pedir apoyo, que a veces puede ser un cambio, pero el truco está en la petición y no en exigirlo como si la otra persona tuviese la obligación de cambiar algo por mi. Cambiar y transformarse son inevitables en una relación cualquiera pero en la de pareja más aún. Si el cambio nos llega como una imposición, una demanda, esto rompe el vínculo de alianza. Si entendemos que el cambio es algo que podemos eligir conscientes de como esto apoyaría el proceso de la otra persona y quizás, de manera colateral, el nuestro, entonces podemos abrirnos a cambiar sin perder nuestra autonomía e integridad. No se trata de un juego de poder, sino de una colaboración entre aliadxs. Lxs aliadxs se apoyan, tienen paciencia, ofrecen aliento, tienen compasión por los fallos. Por esta razón no me parece que funcione si solo una persona se compromete a este viaje, lxs aliadxs son, por definición, más de unx. Si ya estamos viajando desde un rato, es posible que nuestra alianza se haya estropeado. Principalmente por estas razones: no nos hemos hecho cargo cada unx de nuestra mochila, no hemos compartido nuestro compromiso con intentar liberarnos de los condicionantes que hay en ella, no hemos pedido apoyo de una manera comprensible para la otra persona, hemos entrado en el juego de poder. Y una más: no hemos aprendido a reparar los daños causados por todo lo anterior. Muchas veces no ponemos suficiente atención en la importancia de reparar un conflicto después de haberlo tenido. Barrer las cosas bajo la alfombra y tirar adelante como si nada no es equivalente a reparar. Aprender a no "agitar las aguas" y evitar ciertos temas tampoco. Comprar el perdón de la otra persona con regalos, halagos, "portarse bien un rato" tampoco. Reparar el conflicto implica re establecer la alianza, reconocer donde hemos caído en otros roles (dominante, victimizantes, evitativos, demandantes etc. ) y conectar con el duelo de que esto haya ocurrido. No hace falta entrar en la culpabilidad, sencillamente reconocer que la tempestad no es fácil de manejar y que a veces no lo sabemos hacer tan bien como nos gustaría. Quiere decir volver a declarar nuestro compromiso en seguir trabajando con los patrones que generan la tormenta, descubrir algo más sobre esto, profundizar, quitar capas. Quiere decir volver a tomar acuerdos, ajustándolo a las nuevas condiciones. Esta parte, muy probablemente, es lo que no ocurrió en nuestra infancia, de lo contrario no estaríamos traumatizadxs. El problema no es que los seres humanos nos hacemos daño de vez en cuando, que obviamente es algo indeseable, sino que luego no reparamos estos daños ofreciendo nuestra empatía a quien ha sufrido, manifestando nuestro pesar, coprometendonos a encontrar nuevas maneras, abriéndonos a cambiar algo para sustentar la relación. Esta parte es el ingrediente fundamental para que un conflicto no se convierta en un evento traumático, donde nos sentimos solxs, incomprendidxs, confundixs, sin recursos y sin poder. Reparando los conflictos en el momento presente, estamos ofreciéndonos la posibilidad de experimentar que hay otras maneras de estar en relación, donde el compromiso al cuidado y al respeto es más grande del orgullo y de la negación. Donde el cambio es posible desde la buena voluntad y no la obligación. Donde la sanación es una opción real que podemos construir entre nosotrxs. Quizás podríamos preguntarnos:
Tatiana Sibilia es formadora certificada de Comunicación NoViolenta, facilitadora del proceso de Integración Relacional y practicante del método Hakomi (Mindfulness aplicado al autoconocimiento). Ofrece formación, acompañamiento individual y un curso online para aprender a practicar la Integración Relacional en el día día.
Comments are closed.
|
Conecta conmigo para explorar como te puedo apoyar en tu proceso de desarrollo Categories
All
Archives
October 2024
|