"Educar" se hace en muchos sitios: el las escuelas, en las casas, en las calles, en los lugares de ocio y de trabajo. Educar quiere decir ofrecer experiencias de las cuales vamos a aprender quienes somos, que podemos hacer en este mundo y que podemos esperarnos de él. Todas las personas participamos en este proceso, a la vez, las madres, los padres y las personas que se dedican profesionalmente a la educación son, sin dudas, las que tienen más posibilidades de afectar este proceso fundamental para nuestra sociedad y cultura. Por esto me parece tan importante que se les ofrezcan los recursos necesarios para cumplir con esta labor.
¿Cuales son las experiencias que ofrecemos a lxs niñxs en nuestro cuidado? ¿Cuales son los valores que gobiernan la educación? ¿Qué aprendizaje queremos que ocurra a raíz de estas experiencias? ¿Tenemos herramientas que nos ayuden en este proceso? En este artículo quiero presentar algunas de las herramientas que han sido más valiosa en mi recorrido como maestra y educadora de niñxs y adultxs. UNA CULTURA DE DOMINACIÓN Los procesos educativos están enmarcado por la cultura ya existente, que ahonda sus raíces en los rincones más profundos de todos los seres humanos que pertenecen a ella. Transformar nuestra cultura quiere decir transformarnos, transformar aquellos rincones tan profundos que, a veces, no podemos ni ver. Educar no nos deja indiferentes, si realmente nos implicamos en un proceso vivo, donde se encuentra el impulso de trasmisión de lo existente y el impulso de transformación de lo nuevo, que nos viene, muchas veces. a través de lxs niñxs. La cultura que nos enmarca es una estructura diseñada para que ocurra una relación de dominación entre las personas que tienen poder y las personas que no lo tienen. Para que esta estructura se mantenga necesitamos toda una serie de construcciones como las ideas de "bien y mal", "castigo y recompensa", "obligación y culpa". Sin estas ideas no sería posible dominar. Sin estas ideas no habría violencia. La violencia no es lo mismo que la agresividad. La agresividad es una energía que surge de manera espontánea en todos los organismos que se ven amenazados y su función es protegerse. La violencia no protege sino ataca. PRÁCTICAS PARA UNA EDUCACIÓN NO-VIOLENTA Desafiar y cuestionar los pilares de la cultura de dominación nos invita a entrar en un proceso de auto descubrimiento y transformación como educadorxs. Nuestra curiosidad, honestidad y apertura son los vehículos de esta transformación. Necesitamos herramientas que nos faciliten el proceso de investigación y cuestionamiento de los conceptos fundamentales de la dominación. La Comunicación NoViolenta de Marshall Rosenberg nos ofrece un mapa excelente para empezar a sacar a la luz el tramado invisible de la cultura de la dominación, encontrando maneras de transformar el juicio en un camino poderoso de conexión con las necesidades vitales y, desde ahí, buscando maneras de poderlas satisfacer sin imponer la violencia. Estas herramientas nos permiten empezar un proceso de transformación que nos devuelve a nuestra naturaleza empática, colaborativa y solidaria. En el paradigma de la ínter-dependencia descubrimos la posibilidad de una cultura dirigida a cuidar todos los seres vivos. ¿Cómo cambiarían nuestros centros de educación si estuvieran enmarcados en una cultura de la ínter-dependencia? ¿Qué pasos son necesarios para que esta transformación se haga realidad? ¿Puedes imaginarte relaciones libres de castigos? ¿Confías en la posibilidad de resolver conflictos sin que hayan ganadorxs y perdedorxs? CUERPO, EMOCIONES, PENSAMIENTOS Separar el cuerpo desde las emociones y los procesos cognitivos es otra manera de ser violentxs y atacar la unidad primordial del organismo humano, donde todo funciona en unisono. Aprender a escuchar el lenguaje sutil del cuerpo, atender a las emociones, poner el intelecto al servicio de los procesos vitales y no al revés, es el camino hacia el respeto del individuo y de la comunidad, construyendo redes de confianza y colaboración basadas en el dialogo, la exploración y la creatividad. El Mindfulness es una práctica milenaria que pertenece a la tradición Budista. Nos invita a fortalecer nuestra capacidad de observar nuestros pensamientos, y todo lo que ocurre en nuestra experiencia incluyendo el cuerpo y las emociones. A través de esta observación podemos encontrar una relación más espaciosa, creativa y resiliente con los que nos ocurre y, por ende, aprender a relacionarnos con la experiencia de las demás personas con más tranquilidad y comprensión. El Focusing de Eugene Gendlin, un proceso que surge desde el ámbito de la psicoterapia humanista, nos ofrece una herramienta invaluable para acompañar los procesos emocionales de una manera respetuosa y creativa. Es un proceso de cuidado emocional que fortalece los vínculos entre las personas y proporcionas más claridad e integración entre cuerpo, mente e intelecto. RESPETAR EL ORGANISMO HUMANO Conocer el funcionamiento del organismo humano en sus 3 componentes, física, emocional y cognitiva es sumamente importante para poder guiar nuestras intervenciones educativas. Sin tener este conocimiento, muy a menudo, y con las mejores intenciones, acabamos utilizando estrategias que no respetan nuestra naturaleza humana y nos fuerzan a cumplir con mandatos que provienen más bien desde la cultura de la dominación. La Neuro Biología Interpersonal y la Teoría del Apego nos ofrecen información imprescindible para entender y respetar el organismo humano en su complejidad. El ser humano es relacional en su esencia, su bien estar se basa en relaciones de confianza, pertenencia, respeto, cuidado y colaboración. Sin esto nos encontramos inevitablemente en un estado de estrés que favorece la violencia como respuesta desviada del miedo y la inseguridad. Necesitamos entender nuestra fisiología para que nuestras estrategias educativas sean constructivas y creadoras de bien estar. Te animo a investigar por tu cuenta estas herramientas y descubrir como pueden enriquecer tu experiencia como madre/padre o educador/a. Si te interesa, puedes explorar mis formaciones, donde propongo un programa diseñado específicamente para introducir estas herramientas y adaptarlas al mundo de la educación.
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![]() “Dios dio el lenguaje a los seres humanos para que se contarán cuentos” Anonimo Espero no pertenecer a la última generación que tuvo la experiencia de tener adultos que le contaban cuentos como parte natural de su infancia. Estas memorias todavía están guardadas como pequeños tesoros en mí ser. Lo interesante es que no son los cuentos en sí lo que recuerdo, sino la experiencia en su totalidad: la sensación de confort y seguridad, la conexión con la persona que me los contaba, el deleite en ver el cuento desplegarse en mi imaginación, la confianza de saber que todo acabaría bien al final. Y luego, también, como estos cuentos aparecían en mis juegos, mis dibujos, mis pensamientos. Puedo decir que algunos de los personajes de estos cuentos fueron mis primeras referencias como modelos de comportamiento. EL CUENTO CREA CULTURA "El Universo no está hecho de átomos, está hecho de cuentos" Eduardo Galeano En la historia de la evolución de la humanidad encontramos culturas milenarias que no tenían todavía la escritura. Incluso con la aparición de la escritura, la gran mayoría de la población no la utilizaba o ni siquiera la conocía hasta una época relativamente reciente. Esto quiere decir que la cultura, en el sentido de todo lo que da cohesión a un determinado grupo social, se transmitía a través de la palabra. En muchas culturas, las palabras eran consideradas mágicas, dotadas de un poder misterioso y digno de respeto. “Ser de palabra” significa ser fiel y consecuente con la realidad que las palabras han definido. Cuando el lenguaje se convierte en cuento, realmente podemos tocar su fuerza mágica y creadora. En las culturas ancestrales, como la de Irlanda, los bardos ocupaban un lugar de prestigio en la sociedad, precisamente porque ellos guardaban en su memoria, a través de los cuentos, la memoria colectiva: los sucesos, las leyes, pero también las leyendas y la mitología creadora. En su libro “En ausencia de lo sagrado”, Jerry Mander nos deja un testimonio muy interesante de la cultura oral de los Dene e Inuit del norte de Canadá. En sus entrevistas con algunos miembros de los clanes de estas tribus, que llegan a formar hasta 26 comunidades, escuchamos los recuerdos conmovedores de una época pasada: “Cuando era pequeña, nos contaban los mismos cuentos una y otra vez, y al final pedíamos que nos los contaran una vez más. Y cada uno contaba el cuento un poco diferente. Todas las abuelas y los abuelos estaban en ello. Los ancianos eran buenísimos al contar cuentos. Tenían una amplitud y nivel de lenguaje que mi generación ya no tiene. Tenían un arte muy refinado, proyectaban sus cuentos no sólo con la voz, sino con todo el cuerpo: así que cada vez que los escuchabas, escuchaba algo nuevo”. CONTAR UN CUENTO CREA VÍNCULO En este testimonio ya podemos empezar a entender por qué contar un cuento es totalmente distinto a leerlo. Cuando estamos implicados en el acto de contar, la calidad de nuestra presencia es determinante. Cuando contamos un cuento estamos despiertxs, nuestra atención está activamente desarrollando el cuento y a la vez está conectando con lxs oyentes. Sin un libro en medio, podemos fijarnos en las expresiones, las reaccione, incluso la respiración de todxs lxs participantes. Y consecuentemente responder a ellxs. Se genera un vínculo emocional que nos une y nos permite vivir estos momentos profundamente juntxs. Sin un libro en medio, nuestros cuerpos están libres y activos, nuestra intuición está conectada con el ahora, nuestra mente es ágil y puede responder a los estímulos presentes. El cuento se convierte en un ser vivo, que nos incluye y nos transforma, y a la vez es transformado por nosotras. Clarissa Pinkola Estés ha hecho un trabajo estupendo en su libro "Mujeres que corren con los lobos" en desvelar el poder increíblemente sanador del cuento, con sus arquetipos e imágenes que conectan de forma tan inmediata con las experiencias más profundas del ser humano, hablando más allá del intelecto. El lenguaje del cuento es el lenguaje de la infancia, de las partes tiernas y vulnerables del alma. Contar cuentos es un acto que genera cohesión a nivel emocional y cultural, y también favorece la integración de emociones, vivencias y conocimientos. El cuento, y la experiencia de escuchar/contar, actúan sobre las distintas partes de nuestro cerebro generando integración y bienestar. El cuento, por su naturaleza, no sólo estimula las partes del cerebro que decodifican las palabras, sino que también activa cualquiera de las partes que se activarían si estuviéramos experimentando los acontecimientos del cuento en la realidad, esto tiene un poder muy grande a la hora de sanar eventos que no han acabado de integrarse, como traumas y duelos. En nuestra cultura actual considero la recuperación del arte de crear y contar cuentos como un acto necesario de sanación y de afirmación de todo lo que es válido y poderoso en el ser humano. Una acción en favor de la sabiduría ancestral de nuestros antepasados y un límite al impulso de alienación por el cual muchos individuos, grandes y pequeños, sufren en nuestra sociedad. Te invito a escuchar este cuento que he creado para acompañar un proceso de transición, deseo que te traiga disfrute y te agradeceré mucho si quieres compartir tus impresiones conmigo! Tal vez te puede interesar este taller que ofreceré en Barcelona el 2 y 3 de Noviembre para despertar tu voz e imaginación
El Mindfulness es una práctica que ha cogido espectacular popularidad en los últimos años. Internet abunda con estudios y propuestas que ofrecen el Mindfulness casi como una panacea para todo los males. Es cierto que la práctica de esta disciplina ofrece una multitud de beneficios que van desde la reducción del estrés al aumento de la empatía, a la vez, hay ciertas consideraciones que val la pena tener un mente para ver el Mindfulness con más claridad. Una práctica des contextualizada Lo primero que me parece importante decir es que lo que aquí en occidente hemos bautizado Mindfulness (plenitud de la mente) pertenece a la milenaria tradición Budista, y que en esta tradición la práctica tiene el nombre de Vipassana (ver las cosas como realmente son), y se considera una práctica preliminar para lo que es el entrenamiento meditativo. Como a menudo ocurre, el pensamiento occidental ha fragmentado esta práctica y la ha des contextualizado, separandola de los valores y guías que la filosofía Budista ofrece para sostenerla. Muchas de las personas que investigan o proponen el Mindfulness en occidente no tienen una comprensión profunda del contexto desde el cual proviene y por lo tanto se centran en algunos aspectos y dejan de atrás otros, muy importantes. Utilizar el Mindfulness para reducir el estrés o aumentar la productividad puede ser una manera muy utilitaria de entrar en esta práctica, dejando de lado toda una seríe de preguntas sobre el contexto y sistema de creencias que ha generado el estrés, por ejemplo. Me preocupa que a veces el Mindfulness se pueda usar como una técnica para adaptarnos y hacernos más dóciles frente a situaciones que tal vez sería más salubre cuestionar e intentar cambiar. No todos los problemas se solucionan con el Mindfulness Aunque es beneficioso desarrollar una práctica que nos permita estabilizar la mente, aportando más clama y claridad, esto de por si no siempre puede llegar a ofrecernos caminos viables para transitar los retos de nuestras vidas. Quedarnos en una postura de observación puede reforzar patrones de inmovilidad y rendición que no ayudan a generar la energía necesaria para traer cambios y salir de la zona de confort. Muchas veces también, se genera una expectativa de que simplemente con practicar Minfulness se producirá un estado de calma y paz y que si esto no ocurre es porqué no estamos practicando correctamente. Esto contradice la esencia de la palabra Vipassana, ver las cosas como son, ya que las cosas a veces no son nada agradables. Practicar el Mindfulness desde esta mentalidad nos puede llevar a una especie de evasión o a una sensación de fracaso. El Mindfulness puede ser una herramienta muy valiosa para emprender un trabajo de auto investigación de mucha honestidad, que nos permita entrar en contacto directo con nuestras creencias, patrones y emociones. En este sentido la práctica nos puede ayudar a traer más consciencia para poder luego atender a lo que emerge. Mindfulness y trauma Otro punto muy importante y que muchas veces no se contempla en las clases de Mindfulness es el tema del trauma. Para las personas que han vivido experiencias traumáticas y que todavía no han podido integrarlas, entrar en un estado de introspección, prestar atención a la respiración y el cuerpo, puede llevarle a encontrarse otra vez con las sensaciones traumáticas. Esta situación requiere de un acompañamiento especial y una adaptación de las instrucciones para evitar que la persona se re traumatice. Pensar que simplemente manteniendo la atención en las sensaciones dejándolas pasar se puede lidiar con una experiencia de trauma, puede ser peligroso. Es importante entender como el trauma existe en el cuerpo, como se activa y como se puede desactivar, para que la práctica del Mindfulness no se convierta en un espacio amenazante. Si te interesa descubrir más sobre como utilizar la práctica del Mindfulness para traer más consciencia y transformación en tu vida y si quieres aprender los fundamentos de la neuro biología del trauma, te invito a participar en este webinario online que se realizara el 16, 23, 30 de Octubre de 19.30 a 21.30. ¿Quieres compartir tus experiencias o preguntas sobre la práctica del Mindfulness?
Te invito a utilizar el espacio de comentarios abajo. Gracias por leer y compartir este artículo, deseo que te haya resultado interesante. Te invito a escuchar estos audios sobre el Mindfulness ¿Te cuesta quedarte unos momentos sentadx en silencio, sin hacer nada? ¿Comes para placar tu ansiedad? ¿Tienes una sensación de inquietud permanente en el fondo del estómago? No estás solx.
Seguramente habrás notado que la mayor parte de las personas pasamos muchos momentos intentando ocuparnos con actividades que nos proporcionan algo de distracción y alivio, pero ¿de qué exactamente queremos distraernos? Un flujo constante de sensaciones y pensamientos que, en la mayor parte de los casos, nos hablan de un vacío, de un dolor, de una incertidumbre. Como un mensajero al que no abrimos la puerta, este flujo no deja de volver a llamar, nos despierta por la noche, nos aferra por las entrañas. A veces la idea de parar y quedarse en silencio nos da vértigo, como si tuviéramos miedo de ser engullidxs, aniquiladxs por aquel mensajero nebuloso. En algún lugar hemos escuchado que deberíamos enfrentarnos a nuestros miedos, a nuestras sombras pero, a menudo, no sabemos como hacerlo. El viaje al interior es el más complejo, incierto y oscuro. Emprenderlo a solas puede parecer increíblemente arrollador. Y por esto aplazamos el momento, tomamos otro trago de lo que sea, pasamos otra noche sin dormir. Tampoco tenemos muy claro que vamos a ganar si por fin nos atrevemos a estar en silencio, mirando el vacío. El poeta Rumi dijo: Somos el dolor y lo que cura el dolor, ambos. Somos la dulce agua fresca y el cuenco que la vierte. Estamos fuera de la nada, esparciendo estrellas como polvo. Estas palabras nos inspiran, pero también, si somos honestxs, nos dejan un poco indiferentes. "Ya, pero ¿ quien va a pagar el alquiler, quien me soluciona este conflicto que tengo con mi pareja, quien me asegura que voy a recuperar mi salud, quien sabe si los humanos sobrevivirán los próximos 50 años?". Hay ciertos abismos que no se solucionan con poesías. Necesitamos soluciones prácticas, si es posible baratas y sin demasiado esfuerzo, que ya vamos a tope. Hace tiempo que ya no creo en ninguna panacea. No me parece que haya dieta, ejercicio, filosofía, religión o ideología que pueda permanentemente blindar-nos de los efectos desconcertantes de estar vivxs. Las "21 reglas para vivir" tal vez funcionarán en algunos momentos, pero dudo que sirvan para todos. Mi experiencia y práctica personal me ha llevado a reconocer que no hay manera de huir de lo que se presenta desde las vísceras: el miedo, la incertidumbre, el dolor, la añoranza. Aún así, todavía hay algo en mi que lo intenta. Y cada día necesito volver a recordarme que tengo una cita con mis fantasmas. Y cada día intento recordarme que me trae este encuentro: sencillamente, más autenticidad. No parece algo que va a pagar el alquiler a fin de mes. Cuando me siento y me dejo sentir, es como un pequeño despertar, un pequeño alivio: no hay nada que hacer más allá de estar aquí sintiendo esto. Poco a poco aparecen cosas inesperadas, a veces lagrimas, a veces una ternura, a veces la realización de un enfado o una preocupación. Poco a poco aparece la sensación de estar entera, de estar viva. Poco a poco algo se mueve y se recoloca. Una nueva perspectiva se dibuja en la niebla, un nuevo sentir. Y en el tiempo esto suma a una sensación interna de saber quien soy, de conocerme profundamente y, milagrosamente, de querer este ser imperfecto que soy. Aprender a no huir de mi misma incluye saber cuando estoy huyendo. Incluye observar con curiosidad los múltiples procesos emocionales, cognitivos y físicos que participan en la huida. Incluye aprender a transformar el juicio y la critica en una conexión clara con lo que valoro y necesito en cada momento. Incluye aprender a dialogar con las distintas facetas de lo que considero "yo". Incluye, fundamentalmente, aprender a crecer en aquella adulta que es capaz de cuidar de mi con cariño y aceptación. Cerrar el círculo, sostener las heridas, encontrar algo de belleza en los retos y desafíos, abrir puertas y extender las manos hacia la vida. Las prácticas que me ayudan a no huir de mi misma se basan en la Comunicación NoViolenta, el Mindfulness y el trabajo corporal. A lo largo de los años las he ido tejiendo en lo que llamo Integración Relacional, un proceso de auto conocimiento y transformación profunda. Me alegra empezar un nuevo curso donde poder compartir estas herramientas y crear nuevos vínculos. Si quieres profundizar en el arte de conocerte, te invito a explorar estas propuestas de formación o tal vez concertar una sesión de acompañamiento individual online. Formación Anual en Integración Relacional, Barcelona Integración Relacional curso online Te deseo muchos momentos de conexión y autenticidad. Tal vez de apetece probar una de las meditaciones que propongo aquí. Me encantará recibir tus noticias! Siento el profundo deseo de vivir en un mundo donde relacionarnos desde la empatía y el respeto sea algo cotidiano. Desafortunadamente estas cualidades brillan por su ausencia en nuestra cultura y por lo tanto nuestras relaciones sufren y nosotrxs también, ya que el ser humano es relacional por naturaleza. El sufrimiento que acompaño a diario en mi consulta surge principalmente desde la experiencia de no haber sido escuchadxs, vistxs, reconocidxs, aceptadxs, comprendidxs y valoradxs. Este sufrimiento, cuando se ha dado de forma reiterada en nuestras relaciones cercanas, deja cicatrices que marcan nuestras vidas reduciendo nuestra capacidad de ser libres, autenticxs, creativxs. Si no hemos encontrado un acompañamiento empático y respetuoso en nuestra infancia es muy probable que no hayamos aprendido a cuidar de nosotrxs mismxs, dando lugar a aquello que llamamos baja auto estima, inseguridad, aislamiento, auto crítica, auto exigencia, adicción y un largo etcétera de hábitos que no hacen la vida muy agradable. Si no hemos sido escuchadxs con empatía tampoco sabemos como escucharnos cuando aparecen nuestras emociones más difíciles, nuestros pensamientos más desafiantes, nuestros anhelos más delicados, y muchas veces acabamos en conflicto con nuestro mundo interno. El proceso terapéutico puede ofrecer espacios seguros y protegidos donde explorar nuestras cicatrices, traer a la luz hábitos inconscientes que ya no nos sirven, ofrecer sanación, aprender nuevas habilidades y descubrir nuevos recursos. Sin duda todo esto puede ser increíblemente valioso, a la vez considero que las capacidades básicas de escucha, presencia y empatía nos ayudarían a encontrar estos espacios de sanación también fuera de la consulta terapéutica. Vivimos en un mundo donde se han profesionalizado muchas de las funciones que antes ocurrían en contextos más informales y comunitarios. Si esto ha traído más habilidad y conocimiento, también ha generado más dependencia y la sensación de "no ser capaz" de hacer algo que es, esencialmente, humano. Ponerse a disposición de otro ser humano para acompañarle en un momento difícil o transitar un conflicto requiere de algunas competencias y conocimientos, es cierto, a la vez creo que nuestras sociedades serían más resilientes, pacíficas y armoniosas si estas habilidades fueran cultivadas más extensamente ya que relacionarnos es inevitable y mucho de nuestro mal estar o bien estar depende de como nos relacionamos. Sencillamente, lo que todos seres humanos necesitamos es poder expresar y compartir nuestras experiencias. Necesitamos articular nuestras emociones, nuestros anhelos y nuestras inquietudes. Necesitamos saber 3 cosas: que importamos, que lo que nos pasa tiene sentido, que somos queridxs. Algo que parece tan sencillo es, a la vez, tan difícil de encontrar. Encontrar una escucha libre de opinión, juicio, consejo y castigo es un regalo que pocas veces nos hacemos. Por supuesto es mucho más difícil ofrecer este regalo cuando estamos implicadxs en primera persona en el relato que escuchamos, sin embargo estas capacidades se pueden desarrollar y cultivar para que aparezcan con más frecuencia en nuestras interacciones. Escuchar de esta manera quiere decir aparcar por un tiempo nuestras ideas y perspectivas para poder entrar en el mundo de la otra persona, no para juzgarlo sino para entenderlo y, más importante aún, para que la otra persona tenga la posibilidad de entenderse a si misma a través de nuestra escucha. Cuando escuchamos sin opinar, sin dar consejos, cuando escuchamos para poder devolver a quien nos habla su propio reflejo, estamos satisfaciendo una necesidad imperiosa del ser humano, la de ser visto, reconocido y aceptado. Aunque esto parezca sencillo, mi experiencia me ha enseñado que es algo que realmente necesita práctica. A menudo ni somos conscientes de que estamos emitiendo juicios, de que estamos dando consejos que no nos han pedido, de que estamos escuchando desde nuestra perspectiva. Necesitamos aprender a escuchar, a cuidar de este proceso, a tomar consciencia del enorme potencial que la escucha tiene de sanar o dañar nuestras relaciones. Expresarnos y escucharnos son los dos procesos que sostienen nuestras interacciones cotidianas, sin embargo son las dos habilidades que menos cultivamos. Para darte una referencia concreta, te invito a mirar el vídeo de un taller donde ofrezco una sesión de escucha empática a una participante. ¿Qué es lo que más te llama la atención en esta interacción? ¿Qué te parece que aporta mi manera de escuchar? ¿Cómo se relaciona esta manera de escuchar con tu experiencia de escuchar y ser escuchadx?
Lo que ves en este vídeo es una fase dentro de una conversación, la primera fase, donde mi propósito como "escuchadora" es ofrecer un espacio para que la otra persona se sienta recibida. Esto no quita la posibilidad de que, en otro momento de la conversación, yo pueda expresar mi punto de vista, lo que me preocupa, lo que me gustaría. que pueda proponer soluciones o estrategias. ¿Cómo te imaginas que tu vida cambiaría si pudieras escuchar de esta manera a tus amigxs, tus familiares? ¿Cómo sería para ti recibir este tipo de escucha? Te invito a descubrir la formación anual que ofrezco en Integración Relacional. El propósito de esta formación es ofrecer las herramientas necesarias para aprender a relacionarnos desde la empatía, la honestidad y la colaboración a través de la Comunicación NoViolenta, el Mindfulness y la Neuro Biología Interpersonal. ¡Deseo que encuentres esta información interesante! Déjame saber si esto no te ha pasado nunca. Le dices a un amigo que tuviste un resfriado horrible la semana pasada, él te comenta que su jefe y su tío también se enfermaron: "debe haber algo en el aire". Le dices a otra amiga que tuviste una discusión con tu novio, ella le dice que también tuvo problemas con su madre: "parece que mercurio está retrógrado y dificulta la comunicación". Le dices a otro amigo que perdiste tu trabajo, él te dice que "seguramente el universo tiene mejores planes para ti". ¿Experimentas algo entre la irritación, la tristeza o la sensación de no ser realmente entendidx cuando recibes estas respuestas? Tal vez eres una persona muy comprensiva y sabes que en el fondo tus amigxs tienen muy buenas intenciones cuando te responden de esa manera, y así puedes apreciar sus esfuerzos para aliviar tu sufrimiento.
En búsqueda de razones En mi experiencia, este tipo de interacciones raras veces conducen a una exploración más profunda de la situación actual. Una vez que parece que hemos identificado la causa de nuestro sufrimiento, tendemos a dejar de seguir prestando atención. Es raro que alguien, al enterarse de nuestros problemas, nos diga: "¿Y cómo es eso para ti?" o "¿Qué te está molestando realmente acerca de esto?". Parece que tenemos una predilección por la resolución de los problemas desde un punto de vista lógico y analítico, nos gusta entender, clasificar, organizar y explicar nuestras experiencias de una manera ordenada y sin costuras. Y una vez que lo hemos hecho, lo damos por acabado como si esto fuera el objetivo final, aunque seguimos sintiéndonos mal. Es incuestionable que entender trae algún tipo de alivio. Comprender y dar sentido a nuestro mundo es un proceso absolutamente esencial de la psique humana y nos proporciona el terreno en el cual podemos apoyarnos. Aunque esencial, este proceso no es, en sí mismo, suficiente para traer un verdadero sentido de paz. A menudo pasamos por alto el hecho de que, además de comprender nuestras experiencias con nuestro intelecto, también debemos integrarlas a través de nuestro ser emocional y físico. Sintiendo las emociones Esto es mucho menos sencillo que explicar las cosas intelectualmente. Es un proceso bastante complejo, incoherente y, francamente, difícil de sostener. Nuestras emociones no solo quieren ser analizadas, quieren que las sintamos, requieren una comprensión más profunda, una comprensión más bien experiencial y de múltiples capas que a menudo comienza con una niebla confusa y solo se aclara lentamente. Las emociones a menudo necesitan tiempo y silencio para desplegarse, necesitan un descanso de la pregunta "pero ¿por qué?". Piden ser dejadas en paz y simplemente existir por un tiempo, antes de que podamos comenzar a descifrar sus mensajes. Esto es inquietante e incómodo. En general, este es el momento en que empezamos a pensar que "las cosas suceden por una razón" y esto parece ofrecer algún tipo de esperanza. Somos muy buenos para inventar estas "razones", a veces incluso pensamos que la simple noción de que debe haber una razón es suficiente, aunque es posible que nunca sepamos cuál es. ¡Creo que hay una razón para buscar toda esta razón ! Cuando entendemos (o pensamos que entendemos) la causa de un evento, sentimos cierta agencia sobre él. Básicamente, creemos que podemos controlar los eventos entendiendo los factores subyacentes que los causan y esto es cierto, en la mayoría de los casos. Incluso cuando estas razones no nos ofrecen control directo sobre las cosas, como en el caso de las explicaciones astrológicas o religiosas, al menos nos sentimos segurxs de que no vivimos en un universo aleatorio donde las cosas suceden simplemente porque sí. Eso es lo peor que le puede pasar a un humano: la aleatoriedad. Necesitamos creer que vivimos en un mundo que tiene sentido o nuestro sentido de supervivencia está en juego. ¿Cómo podríamos sobrevivir en un mundo aleatorio? No podríamos planificar nuestras acciones o predecir sus resultados. No podríamos mantenernos a salvo, seríamos absolutamente vulnerables. Así es exactamente como nos sentimos cuando permitimos que nuestras emociones simplemente sean: nos sentimos indefensxs. Aceptar la vulnerabilidad Aunque es incuestionable que necesitamos tener un sentido de agencia sobre nuestras vidas y hacemos bien en esforzarnos para tratar de entender el mundo en que vivimos, también creo que es una parte esencial de nuestro proceso de maduración poder aceptar la vulnerabilidad inherente a nuestra condición humana y dejar de defendernos de ella creando explicaciones para las cosas que suceden en nuestras vidas. Simplemente no sabemos si hay una razón por la cual nuestra madre contrajo cáncer o nuestro compañero se fue repentinamente a navegar los siete mares. Por todos los esfuerzos que hagamos para mantener todo bajo control y seguro, nuestro gato todavía morirá y el pelo se nos caerá, como la poeta Ellen Bass señala con ternura en su poema "Relájate". Tenemos mucho que ganar con la incómoda experiencia de aprender a enfrentar nuestra vulnerabilidad en un mundo que guarda sus explicaciones principalmente para sí mismo. Cuando relajamos nuestro esfuerzo por comprender y explicar, de repente podemos permitirnos ser, experimentar, saber cómo es vivir lo que estamos viviendo. En lugar de buscar frenéticamente la respuesta, podemos sentarnos y admitir que no tenemos ninguna pista y aún así, aquí estamos, vivxs. Es notable cómo esto puede abrir nuevas posibilidades para otro tipo de comprensión, un sentido más completo y profundo de estar vivx y participar directamente en el movimiento de un mundo en el que claramente no somos las mentes maestras. En lugar de expender la energía en intentar entender "¿Porqué?", podríamos explorar "¿Cómo es esto?" y "¿Qué hago yo con ello?". No es necesariamente un camino que nos proteja del dolor, pero como de todas formas esto es inevitable, nos brinda una sensación de verdadera conexión con la experiencia de ser humano. Me pregunto si esto puede llegar a ser tan importante para nosotrxs como nuestra necesidad de seguridad. Tampoco tenemos que caer en una actitud nihilista o cínica, que, en mi opinión, sigue siendo una defensa de la experiencia de la vulnerabilidad. Podemos comenzar a explorar los límites entre lo que está en nuestras manos para moldear y conformar y lo que simplemente requiere que nos sentemos con las manos en nuestro regazo y sintamos lo que es no estar a cargo, tratando de aceptar esa confusión y desconcierto. Son experiencias ineludibles del ser humano. En la formación anual de Integración Relacional que comenzará el próximo Septiembre en Barcelona, vamos a explorar este y muchos otros temas que nos permitan aprender a vivir con más libertad y presencia. Si te interesa este camino puedes tener más información aquí Para vivir en este mundo debes ser capaz de hacer tres cosas: amar lo que es mortal; abrazarlo contra tus huesos sabiendo que tu propia vida depende de ello; y, cuando llegue el momento de dejarlo ir, dejarlo ir. Mary Oliver Puede que ya solo con leer este título y la poesía, algo se haya encogido en tu estómago. Separarse es una de las experiencias más dolorosas para muchas personas. Para otras es algo tan habitual que casi no deja huellas. Nuestros patrones nos pueden llevar a no separarnos cuando es el momento de hacerlo o separarnos prematuramente. ¿Cuando, entonces, es el momento de separarse? Este artículo no se propone dar recetas o consejos, sino invitar a la reflexión y la auto exploración ya que este, como muchos otros procesos humanos, es muy delicado y complejo, por lo que no hay una respuesta general que pueda funcionar para todxs. Deseo que las reflexiones que propongo te sirvan para acercarte a un sentimiento de claridad con respecto a tu propia situación.
Separarse toca con partes muy vulnerables de nuestras psique. Los seres humanos dependemos en muchas cosas de nuestras relaciones con lxs demás, lo más pequeñxs somos lo más dependemos, por lo tanto aquellas experiencias de relación que hemos vivido en muy temprana edad dejan huellas muy profundas, y a menudo inconscientes, en nuestros hábitos de relación, Si hemos podido encontrar apoyo, presencia, cobijo, aceptación y cariño en nuestras relaciones tempranas es muy probable que hayamos desarrollado la capacidad de confiar en nosotrxs, de poner limites, de cuidarnos y cuidar, de confiar el lxs demás y en nuestros recursos para hacer frente a los momentos difíciles. Si, por lo contrario, hemos experimentado ausencia, falta de consideración e interés, sobre protección, agresión, criticas, chantajes y castigos en nuestras relaciones, es posibles que hayamos desarrollado estrategias de protección que pueden tomar dos forma: huir de las relaciones y la peligrosa intimidad que implican, o perseguir la relación a toda costa como la salvación de el miedo más devastador: la soledad. Ninguna de esta dos opciones nos deja verdaderamente libres de percibir y elegir como relacionarnos. En la primera opción la desconfianza en la posibilidad de que una relación pueda ser algo agradable, reconfortante, respetuoso y seguro es tan grande que preferimos la soledad; en la segunda, la desconfianza en nuestra capacidad de sobrevivir, de ser queridxs, de recibir cuidado y de tener recursos válidos nos hace perseguir relaciones que, aún siendo poco satisfactorias, nos proporcionan un espejismo de conexión y pertenencia que nos protege de la soledad. ¿Te reconoces en algunos de estos patrones?¿Te cuesta mantener una relación porque cuando se asoman las dificultades o la intimidad prefieres la facilidad de estar solx? ¿Te cuesta dejar una relación porque te obsesionas con intentar encontrar la manera de hacerla funcionar contra todos pronósticos? Si te ves reflejadxs en estas descripciones es muy probable que también experimentes una cierta lucha interna: en el primer caso porque hay una parte de ti que quiere huir y una parte de ti que quiere que aprendas a quedarte, en el segundo caso porque hay una parte de ti que no puede soportar la idea de estar sola y otra parte de ti que quiere que no tengas miedo a la soledad y que aprendas a cuidar de ti mismx. Esta lucha interna es caracterizada por la confusión, el cambio de un extremo a otro, la frustración con unx mismx y la sensación de estar atrapadxs. Podríamos ver esta lucha también como una tensión evolutiva entre la parte que todavía está viviendo desde las experiencias dolorosas de la infancia y la parte que quiere hacerse mayor y vivir con libertad. El problema es que a menudo estas dos partes, en lugar de colaborar y cuidarse, se miran de reojo y compiten por el mando de la situación. Aprender a separarse implica aprender a no tener miedo a la intimidad, a confiar en nuestros recursos y a respetar la libertad de la otra persona de ser quien es y quien quiere ser. Esto, para quien teme el abandono y la soledad es muy difícil. Nos esforzamos para que la otra persona por fin se convierta en alguien capaz de cuidarnos y valorarnos, aunque esto no sea muy probable, en lugar de reconocer que quizás esta relación no es lo que nos gustaría. Para que una relación dure en el tiempo y evolucione, es necesario que las dos partes tengan un cierto compromiso con su propio crecimiento, que tengan herramientas, que las busquen si no las tienen, que reconozcan las necesidades de la otra persona como válidas y legitimas y que se comprometan a intentar cuidarlas a la vez que cuidar las propias. A veces estas condiciones no se dan, y nos cuesta mucho aceptarlo. A veces, aunque estas condiciones se puedan dar, no encontramos estrategias que puedan servir para cubrir las necesidades de ambas personas, quizás por falta de recursos, creatividad o porque el momento vital no lo permite. También esto es muy duro de encajar. Hacerse mayores en estas situaciones consiste en tener la claridad de ver la situación por lo que es y no tanto por lo que nos gustaría que fuera, reconocer nuestro pensamiento mágico con respecto a que "las cosas van a cambiar" por arte de magia aunque no haya ninguna evidencia, y encontrar los recursos internos para cuidar de la parte "niña" para darle seguridad, cariño, presencia, acompañamiento, aceptación, apoyo y confianza en su propio desarrollo y crecimiento. Aprender a cuidar de nuestras partes dañadas, asustadas y confundidas es una de las tareas más fundamentales para nuestro crecimiento y libertad. Muchas veces no tenemos referencias en como llevar a cabo esta tarea y la delegamos a otras personas, quizás nuestras parejas, que están intentando lidiar con ese mismo problema ellxs mismxs y por lo tanto no pueden darnos mucho apoyo. Tejer una buena red de apoyo, formada por personas que nos sirvan de referencia, de ejemplo, de sostén y de compañía es una pieza muchas veces ausente en nuestra vida, nos encontramos intentando gestionar estos procesos evolutivos en aislamiento y soledad y esto lo hace todo mucha más complicado. Nadie puede decirte cómo deberías gestionar tu relación o cuando deberías separarte, es algo demasiado complejo y personal para que otra persona lo entienda, además se trata de que tú desarrolles tu propia capacidad de sostenerte, y esto es un proceso que puede tardar tiempo, como aprender a andar. Lo que podemos hacer es apoyarnos en vernos con claridad, en sostener el dolor, en tener experiencias que nos ayuden a fortalecer nuestras capacidades y nuestra confianza, en nosotrxs, en lxs demás y en la vida. ¿Te ha aportado algo valioso leer este artículo? Me gustaría escucharlo! Si quieres saber más sobre el trabajo que ofrezco puedes pulsar el botón abajo Llega el 8 de Marzo y me siento cansada.
¿Qué me pasa? Me pregunto. Escucho. Un lamento. No, varios, hay varios lamentos, es un coro que me cuesta descifrar. Lamento que me cueste posicionarme en este día que exige posicionarse. Lamento sentirme dividida, confusa. Soy mujer y por una vez debería resultarme sencillo y natural pertenecer a un movimiento de mujeres y, no, carajo, ni esto me viene fácil. No es el deseo de autonomía, respeto, integridad, igualdad que me confunde sino el proceso mediante el cual queremos realizar estos deseos. Quiero sumarme a la ola que trae cambio y a la vez me inquieta la manera en la que las olas, a veces, arrasan con todo. De que forma impulsamos el cambio me parece tan importante como el cambio en si. Ser mujer, ahora mismo, me parece como ser un enunciado político con patas, un alguien que mira y se mira de reojo, dudando de todo: las emociones, las relaciones, las necesidades, las palabras, los deseos, los pensamientos. Todo, me dicen, está construido desde fuera. ¿Quién soy yo entonces, desde dentro? ¿Un alguien que debería estar enfadado con alguien? Pero es que no me sale ahora mismo enfadarme. Me sale pena, mucha. Me salen lagrimas si pienso en las imágenes, las historias, los recuerdos de mujeres que han vivido en su carne lo que ocurre cuando la vulnerabilidad se concibe como debilidad, y por lo tanto, algo que no merece respeto. Lo que ocurre cuando la fuerza vital es simplemente demasiado grande para no dar miedo y el miedo a menudo conlleva el deseo de controlar. Que ocurre cuando el impulso de controlar genera conceptos-cajas-prisiones que nos atrapan a todxs y nos impiden vivir con apertura cada momento. Que ocurre cuando no puedes, o no sabes, o no quieres defenderte en un juego donde las reglas son la fuerza, la dureza, la competencia. Que ocurre cuando ya no se percibe lo sagrado, cuando la carne es materia, la materia es una cosa y las cosas se ponen y se quitan se montan y se desmontan, se compran y se venden. Hay algo en mi que se niega a ser victima, a ser una construcción. Hay algo en mi que quieres hacerse cargo de mis elecciones, mi crecimiento, mi libertad. Hay algo en mi que sigue buscando porque tiene la intuición que hay algo más profundo del genero en la construcción de la realidad. Hay algo en mí que duele porque ya no puede más con tanta confrontación, división, quien tiene la razón, quien sabe la verdad, quien es victima y quien es culpable, quien sabe lo que hay que hacer en esta confusión y te lo dice aunque no le hayas preguntado. Algo en mi que siente miedo por no saber articular aquello que es borroso, oscuro, visceral, incoherente, incapaz, emergente, confuso. No me digas que no quiero ver. He visto. He sentido. He escuchado. Y aún así no estoy convencida de que haya un culpable en esta historia, más allá del miedo. No me digas que no quiero luchar. He luchado todo lo que he podido. Y todavía sigo, pero ya no es lucha. Quiero dar voz a lo que duele, pero sin atacar, quiero transformar mi lucha en una escucha profunda de lo que quiere decir ser humana, humano. Quiero poner mi propio cuerpo entre las manos que agreden y el cuerpo que recibe el golpe, pero sin convertirme yo misma en un golpe. No sé como hacerlo, lo confieso. Aún así sigo. En la última publicación (puedes leerla aquí), presentamos el Circuito de Modo por Defecto DMN (por sus siglas en Inglés) y descubrimos su propósito y forma de trabajar. Como un repaso rápido, podemos decir que es una parte automática de nuestro sistema nervioso diseñado para funcionar cuando no estamos enfocadxs en una tarea en particular y que se encarga de organizar, revisar y tratar de predecir cualquier cosa que tenga que ver con nuestro sentido. del yo y de nuestras interacciones sociales. Su objetivo es mantenernos segurxs y se organiza en función de experiencias relacionales pasadas.
Como hemos visto, aunque sus intenciones son buenas, muchas veces el DMN se ha convertido en una voz demasiado vigilante, crítica, melancólica e inflexible que mantiene un comentario bastante sombrío sobre nuestra vida. Esto puede que nos mantenga segurxs en algunos aspectos, pero no es un muy buen compañero de vida. En este artículo, exploraremos algunas de las formas que pueden ayudarnos a transformar nuestro DMN en un compañero más agradable, compasivo, colaborativo y de apoyo. También puede escuchar el audio, en el que profundizamos un poco más, practicando una meditación guiada que nos ayuda a incorporar estas ideas a nuestra vida cotidiana. Conociendo tu DMN Aunque hemos visto las ideas generales para ayudarnos a entender el DMN, cada persona tiene una forma particular en la que su DMN se ha configurado. La práctica del Mindfulness nos ofrece una herramienta imprescindible para empezar a conocer nuestro DMN. Observando el fluir de los pensamientos y etiquetándolos empezamos a ver las tendencias de nuestro DMN. Algunos pueden ser particularmente críticos y tienden hacia el perfeccionismo, siempre buscando lo que podría ser mejor. Otros tienden a buscar peligros, amenazas y posibles desastres, preocupándose y tratando de prepararse para lo peor. Algunos están muy interesados en adaptarse y ser aceptados, otros en ser capaces de expresar nuestra naturaleza única y ser vistxs por lo que somos. Es útil comenzar a conocer en qué está especialmente interesado tu DMN. ¿Cuáles son sus preocupaciones, de qué manera en particular trata de mantenerte segurx? Si pudieras ver tu DMN, ¿qué aspecto tendría? ¿Qué tono de voz usa para hablarte, apunta con el dedo o tiene los hombros encogidos? Establecer una relación con tu DMN Una vez que hemos identificado nuestro DMN, podemos comenzar a tener una relación con él, por lo tanto reconociendo que ËL no soy YO. Darle una forma, un carácter, ayuda a recordar que es una parte de nosotrxs mismxs y no nuestro ser esencial, nuestra identidad y, lo que es más importante, que su voz no es la voz de la verdad. Un cliente mío lo ve como una vieja abuelita malhumorada lo que le ayuda a dialogar con ella con un poco de humor y ternura. Establecer una relación es esencial, pero más esencial aún es el tipo de relación que establecemos. Una relación conflictiva, desdeñosa, crítica o sumisa no traerá ninguna mejora significativa. Al igual que con cualquier relación en la vida, llegar a comprender las preocupaciones profundas que el DMN está tratando de cuidar, por muy sesgada y torpe que sea la forma de hacerlo, ayuda a fomentar un sentido de respeto e inclusión. Comprender que tu DMN está tratando de protegerte de cualquier daño, de evitar que sientas el dolor que sentiste en algún momento anterior de tu vida, que quiere que pertenezcas, que se te acepte, que se te valore, que estés segurx, quizás te ayude para conectarte con él de una manera más suave. La Comunicación NoViolenta nos invita a hacer una distinción muy importante entre necesidades y estrategias: una necesidad es un valor fundamental que es esencial para nuestro bienestar, como la seguridad, la pertenencia, la libertad, el cuidado, etc. Una estrategia es lo que hacemos para tratar de cumplir con esta necesidad. Desafortunadamente, las estrategias pueden ser muy deficientes, miopes y una vez que se vuelven habituales, casi nunca se actualizan para ver si realmente funcionan. Nuestro DMN podría tener estrategias muy malas, como criticarnos todo el tiempo para "hacernos mejores personas" en su intento de satisfacer nuestra necesidad de aceptación y amor. O puede impedirnos correr un riesgo, en caso de que las cosas salgan mal, tratando de satisfacer nuestra necesidad de seguridad. Reconocer las necesidades que nuestro DMN está tratando de atender podría ayudarnos a verle con más comprensión, mientras que también tratamos de revisar sus estrategias. Un poco de humor Steven Hayes, el psicólogo clínico estadounidense que desarrolló ACT (terapia de aceptación y compromiso) comparte algunas formas de "frenar" el DMN. Una de ellas que he encontrado particularmente útil en mi trabajo con clientes es el uso del humor. Es esencial diferenciar entre humor y ridiculización. Si volvemos al ejemplo de la abuelita malhumorada, podríamos usar un humor cariñoso para decirle: "Hola, sí, aquí vamos con el escenario del fin del mundo otra vez ... Ya sé que quieres asegurarte de que estoy segurx y preparadx en caso de peligro ... gracias por tu atención ... creo que estoy bastante segurx yendo a la tienda a comprar pan, pero antes practicaré mis chuletas de karate si eso te hace sentir mejor! ". El humor es una forma de hacerle saber al DMN que hemos entendido su intención y que también queremos probar una estrategia diferente, aligerando las cosas. Es un poco como lo que hacemos con un viejo amigo o familiar que tiene un hábito molesto, pero que de todos modos amamos mucho. Aligerar es una parte vital de la relación con nuestro DMN, ya que su voz puede llegar a ser tan familiar que realmente le creemos sin cuestionarlo. "Pillar" nuestro DMN sobre la marha y ser capaces de tener cierta perspectiva, sin discutir, pero sabiendo que las cosas son mucho más grandes, más impresionantes y más complejas de lo que nos haría creer, es un salvavidas. Ampliando la vista y actualizando los archivos. Nuestro DMN ha basado su manera de ver el mundo en ciertas experiencias que probablemente sucedieron cuando éramos muy pequeñxs. Eso significa que no se ha puesto al día con el hecho de que ahora estamos en un entorno diferente, con personas diferentes, que somos mayores, más hábiles e ingeniosxs de lo que éramos antes. Además, en su esfuerzo por mantenernos a salvo del peligro, la decepción y el sufrimiento, tiene la costumbre de registrar solo las experiencias que apoyan su visión del mundo. Si mi DMN es sensible al sufrimiento que viene por no ser aceptadx, se enganchará a cada pequeña mirada de soslayo en los ojos de otras personas, pero es posible que no se fije en las grandes sonrisas que recibo. Hacer un esfuerzo consciente para registrar experiencias que ofrecen una visión diferente del mundo y reconocer todas nuestras habilidades y recursos puede ayudar a ampliar y calmar el DMN. Intentando algo diferente Tu DMN ha estado allí por mucho tiempo y no se irá de la noche a la mañana. De hecho, probablemente sea mejor así porque es posible que no logres sobrevivir sin su conjunto de habilidades. El objetivo aquí no es deshacerse del DMN o convertirlo en una superestrella o la versión 0.1. Un objetivo más realista es aprender a vivir con él, con la mayor comodidad posible, sabiendo que se mostrará de vez en cuando con sus hábitos extravagantes y que sin embargo tú tienes la posibilidad de elegir hacer las cosas de manera diferente. No tienes que ser esclavo de tu DMN ni tienes que estar completamente libre de ello. Sin él, puedes terminar sin protegerte cuando lo necesites, o podrías tener que usar grandes cantidades de energía tratando de ser consciente de todo lo que haces. El punto clave es tener la opción de elegir, cuando lo desee. ¿Quieres salir a cenar con lxs amigxs esta noche o realmente prefieres seguir el viejo hábito de elegir la seguridad estando solx, haciendo lo tuyo? Ninguna de las dos opciones es mejor, lo triste sería querer salir y ver que tu DMN te arrastra a casa. Entonces, comienza a prestar atención a lo que realmente quieres hacer en este momento, a la situación en la que te encuentras, a la gente con la que estás ... ¿son realmente amenazantes? ¿Es necesario utilizar las viejas estrategias de protección o podrías tomar un poco de riesgo y hacer algo diferente? ¿Podrías aceptar ayuda y ver si resulta tan decepcionante como tu DMN te dice que será? ¿Podrías recibir una palabra amable sin que tu DMN la arrugue y la arroje al basurero? ¿Podrías ser un poco más vulnerable o valiente, que en realidad es lo mismo al final? Imagina la manera en la que puedas tomar un pequeño riesgo y ver qué sucede ... ¿fue acertado tu DMN en sus previsiones? Tal vez lo fue, o tal vez no, ¡en cuyo caso no olvide actualizar los archivos! Calmar un DMN estresado Hay varias maneras en las que podemos ofrecer algo de alivio a nuestro DMN cuando se vuelve más activo. La acupuntura tiene un historial bastante bueno de afectar el sistema nervioso en formas que ayudan a calmarlo. Hacer algo creativo que involucre al cuerpo es una buena manera de descansar el DMN. Pintar, dibujar, tocar música, cantar, bailar, etc. Las artes marciales lentas como el Tai Chi o el Ki Kung son maravillosas para estabilizar el DMN Garabatear también puede ser muy efectivo. Recientemente me he encontrado con Zentangling, una versión moderna del arte antiguo: https://zentangle.com/. En el próximo post vamos a hablar del cerebro límbico y su rol en las emociones, las respuestas descontroladas y el trauma. Para asegurarte de recibirlo ¡suscribe al boletín! ¿Te gustaría aprender más? En abril empezará un curso online de 8 sesiones mensuales sobre la Integración Relacional, más información aquí curso online Me encantaría saber si alguna de estas ideas ha tenido sentido para ti, si has probado alguna de ellas y qué tipo de experiencias te trajeron. ¡Comparte tus pensamientos en la sección de comentarios a continuación! Si has pasado más de 5 minutos sin hacer nada, sin móvil o distracción, te habrás dado cuenta de que hay un discurso constante en tu mente, un fluir sin parar de pensamientos a veces completamente desordenados. La mayor parte del tiempo no somos muy conscientes de este fenómeno, a no ser que tengamos una práctica más o menos constante de meditación. Aún así, este "ruido de fondo" tiene un papel bastante significativo en nuestra vida, ya que, aún sin nuestra consciencia, sigue determinando muchos de nuestros estados de ánimo y acciones.
Las investigaciones de la neurociencia pueden darnos información interesante para entender mejor que función tiene esta narrativa interna. Vamos a ver en que consiste el circuito del Modo por Defecto. El Circuito de Modo por Defecto (DMN, por sus siglas en inglés) es el nombre que recibe una red que vincula diferentes partes del cerebro que participan en ciertas actividades. Aunque el DMN todavía está en investigación y hay muchas cosas que descubrir al respecto, parece claro que es una red que se activa cuando no estamos enfocadxs en una tarea en particular, en otras palabras, cuando estamos en un estado mental de reposo, por lo tanto el nombre "por defecto". En el lenguaje común, simplemente podríamos decir que el DMN es lo que subyace a nuestro discurso mental constante, esa corriente de pensamientos que parece estar pasando incesantemente en nuestra mente. Al identificar las áreas del cerebro involucradas en esta red, estamos mejor equipadxs para entender algunas de sus funciones fundamentales. Podemos decir que el DMN nos sirve para:
Parece una lista de funciones bastante importantes, que determinan gran parte de nuestra forma de estar en este mundo, en relación con nosotrxs mismxs y con lxs demás y también nuestras respuestas emocionales a las situaciones. Dado que tiene una tarea tan importante, es relevante tener en cuenta que al ser un "modo por defecto" se entiende que no se basa en una actividad consciente y deliberada, sino que es más bien una función automatizada del cerebro. Las funciones automatizadas tienen la ventaja de ocurrir sin ningún esfuerzo por nuestra parte y la desventaja de no ser afectadas por nuestra elección. Esto puede tener consecuencias desagradables para aquellas personas cuyo DMN se ha acostumbrado a funcionar de una manera que genera un discurso interno bastante desagradable, lleno de crítica, negatividad y preocupación. Un DMN negativo puede llenar nuestra mente con preocupación, ansiedad y críticas que pueden llevar a estados de profunda tristeza, desesperanza o depresión. El flujo negativo de pensamientos se convierte en el trasfondo en el que se ven nuestras experiencias cotidianas, dando a nuestra vida una atmósfera oscura y sombría. Lo que hace que esta situación sea particularmente difícil es que el funcionamiento de la DMN pasa desapercibido, como el papel pintado en la pared de nuestra cocina, porque es familiar, sin esfuerzo y constante. Es bastante interesante observar que el DMN se activa también cuando reflexionamos sobre nuestras creencias y valores fundamentales, algo que claramente tiene un gran impacto en cómo vivimos nuestra vida. Estamos bajo el hechizo DMN y creemos que es la verdadera voz de la realidad. Lamentablemente, este no es el caso, ya que el DMN puede estar contaminado por todo tipo de factores distorsionadores. ¿Cómo es tu relación con tu DMN? ¿Te encuentras a gusto descansando contigo o es más habitual que recurras a distracciones para evitar escuchar los pensamientos en tu cabeza? Todavía no está claro exactamente cómo se configura el DMN, pero la investigación parece indicar que varios factores pueden estar involucrados, por ejemplo:
La re configuración de los mecanismos habituales de nuestro sistema nervioso se basa fundamentalmente en dos cosas: la atención (o podríamos decir conciencia) y la reiteración de la experiencia, y esto también es el caso para la re configuración del DMN. Cuando buscamos transformar nuestro DMN en una función más positiva, alentadora y cálida de nuestro cerebro, queremos dirigirnos a las prácticas que incluyen estos dos aspectos. En el próximo artículo exploraremos maneras prácticas de reconfigurar esta función y llegar a una relación mucho más positiva con esta voz en la cabeza. Si quieres asegurarte recibir el próximo artículo, no olvides suscribir al boletín mensual donde también recibirás audios y meditaciones guiadas. Te invito también a compartir este artículo para que más personas puedan tener esta información. |
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